Quizá sea heredado, no lo sé, pero a mi la palabra “autoridad” me da piquiña, y con ella la palabra “respeto”, no cualquier respeto, sino ese que deviene, precisamente, de la autoridad, y que sostiene en ella como un pilar inmutable, esa que se oye tanto en clichés, el respetar a alguien porque es el maestro, el padre, la madre, la directora, el policía, o porque pinta canas. En lo particular me niego, para mi el respeto es más, mucho más, que callar ante la injusticia porque “pinta canas” o simplemente porque “es el que manda”, sí, muy bien, “manda” pero… ¿por qué manda?
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