Mi tía, que se crió por los lados de la ferrominera, me contó que una vez mandaron a un alemán de esos que chorrean “simpatía”, ya saben, esos que ven a los venezolanos como “indios de mierda”. Bueno, pues el asunto es que trabajaba allí también, como obrero, un negro de los que más que persona parecen pared, pero de muy buen carácter y muy dócil. Al alemán algo le producía el negro, porque vomitaba su “simpatía” con más frecuencia sobre el negro que sobre ningún otro.
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