Opinión

Lo que mis ojos han visto

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Me gustaría narrar las cosas de forma cronológica, pero me resulta difícil, así que empezaré por el 2006. Llegué a Venezuela a finales de 2004, específicamente en diciembre. Pero ya venía con historia, porque a pesar de estar fuera, viví los sucesos anteriores, incluido el firmazo, el reafirmazo, el revocatorio, etcétera. Así que ya sabía quienes eran los personajes que intervenían en la política nacional y por supuesto, su accionar.

En 2006 ya el talante criminal del chavismo era evidente, la necesidad de sacarlo era clara, pero el liderazgo nacional de oposición era un saco de gatos. Todos querían ser candidatos, Pablo Pérez, Manuel Rosales, Cecilia Sosa, Teodoro Petkoff y unos cuantos más, pero no había forma de que se pusieran de acuerdo ni en la forma de freír un huevo.

Así apareció de pronto la candidatura de Benjamín Rausseo, más conocido como “Er Conde del Guácharo”. Por razones que no vienen al caso, me vi involucrada en esa campaña, que fue extremadamente corta, pero dejemos eso para más adelante.

En el momento en que sale Benjamín Rausseo en Globovisión, se producen dos reacciones, una detrás de la otra. La primera fue un boom de popularidad, se vea creíble o no, en ese momento las encuestas reflejaron que Benjamín Rausseo tenía posibilidades reales de ganar, la segunda y como consecuencia de la primera, fue que mágicamente la oposición se puso de acuerdo en muchas cosas, la primera y principal, acabar con la candidatura de Rausseo.

Me dicen a veces que Rausseo “siempre fue chavista”, y no, no siempre lo fue y sinceramente desconozco si lo es hoy, pero en aquel momento, total y definitivamente no lo era. Ahora ¿como llega “Er Conde del Guácharo” a ser candidato?

Bien, un grupo de empresarios, no relacionados con la política, hicieron por su cuenta una encuesta nacional, en todos los estratos sociales se hizo una pregunta ¿cual es el venezolano vivo, no vinculado a la política, que es más conocido y cuenta con mayor simpatía entre los venezolanos? Y la respuesta fue “Er Conde del Guácharo”. Lo mismo la élite que pagaba mucho dinero por ver sus presentaciones en hoteles de lujo que la gente de barrio que compraba sus “quemaítos” lo conocía.

Y así se decidió plantearle la candidatura, con la que él estuvo de acuerdo. Se hizo una campaña a dos bandas, por un lado el personaje, el propio Conde, y por el otro el empresario, Rausseo. Caló por diferentes razones, entre el pueblo llano porque era la demostración de que con trabajo y tesón se puede salir de abajo y llegar a ser exitoso, por otro porque sus propuestas eran sensatas, liberalización de la economía, levantamiento del control de cambio, incentivos fiscales para el capitalismo en los más bajos estratos sociales, una industria privada que aprovechara el petróleo como recurso más allá de la simple extracción y algunas cosas más. La otra razón evidente era el inmenso vacío de liderazgo dentro de la oposición venezolana.

Dicho en venezolano, “Er Conde” les estaba comiendo comiendo el casabe por la orilla. Captaba lo mismo opositores radicales que chavista descontentos.

Y fue allí cuando vi por primera vez una baja por fuego amigo. Si Rausseo terminó retirando su candidatura e incluso cesando en la lucha política no fue por acción del chavismo, sino de la misma oposición. El ataque fue brutal, la oposición, los propios aliados, los que se suponía estaba “en el mismo bando”, lo atacaron con saña hasta hacerlo colapsar incluso a nivel físico.

Y ahí llegó el chavismo, con un Rausseo debilitado por su misma gente, le dieron la opción de retirarse e incluso, recibir beneficios, porque terminó recibiendo un crédito bien interesante.

Aquí hay que aclarar algo. Cuando estás en una lucha tan cruel como ha sido la lucha contra el chavismo y recibes ataques de tu propia gente, la herida es extremadamente dolorosa. Tú luchas, tú quieres hacer las cosas bien, por salvar el país, porque lo amas, y ese mismo país por el que luchas te escupe en la cara, te desprecia, te insulta. Entonces llega el día en que ves esa manada de hienas, ese inmenso trapiche que te quiere triturar y te haces la pregunta lógica ¿merece la pena tanto dolor para salvar esto? Y muchas veces la respuesta es “no, no lo merece”, así que guindas los guantes y dices “¿sabes qué? ¡jódete Venezuela! Si te quieres morir ¡muérete! No es mi peo, yo no me voy a matar contigo”.

Esto lo sé porque lo he vivido, he pasado muchas veces por allí. Por ejemplo, cuando Capriles fue candidato YO SABÍA lo que había detrás de esa campaña, yo sabía que el daño patrimonial, humano y moral que Capriles le causaría al país sería inmenso, así lo denuncié, lo dije, lo advertí y solo recibí insultos, maltratos, acusaciones de ser una infiltrada, chavista, divisionista, etcétera. Y sí, a lo largo de los años me he planteado muchas veces mandar todo a la mierda, y si el chavismo me hubiera ofrecido la cantidad correcta en el momento apropiado, muy probablemente me hubiera vendido. No haré falsos alardes de moral.

En fin, Rausseo se retiró absolutamente y se dio la siguiente conseuencia: Rosales candidato único, vamos, THE ONE. La oposición, como dije ya, mágicamente se puso de acuerdo, porque era necesario para terminar de barrer a Rausseo.

A mí no pudo desconcertarme más la elección del candidato, Rosales siempre fue un político gris y sin absolutamente ningún carisma, además de ser bastante bruto en su accionar. De cuantos nombres estaban en la mesa, ese era el peor posible.

Y aquí llegamos a el primer quiebre, mi despertar definitivo, porque si bien yo ya tenía indicios de lo que se cocinaba, siempre había guardo la fe, hasta que tuve una reunión con personas que no mencionaré, porque no están vivas y no pueden defenderse y porque en realidad no tiene importancia.

En una reunión expuse mi punto de vista, de cuantos nombres podía elegirse, Rosales era el peor ¿por qué? Levantar una campaña con Rosales sería MUY difícil, salvo en el Zulia, donde era conocido por tener una larga aunque mediocre carrera, en el resto del país era prácticamente un desconocido, era gobernador del Zulia, sí, pero sin ninguna relevancia. Por añadidura, es la cosa más sosa que uno puede imaginarse, no sabe hablar, no tiene retórica, no es inteligente, muchísimo menos culto, en fin… ¿como carajos se gana una elección con eso? Me veía ya ante una campaña durísima.

Y vino la respuesta más cruda y desconcertante que jamás he recibido a pregunta alguna: “Es que no queremos ganar las elecciones, solo mantenernos en la palestra. No estamos preparados para ganar las elecciones”.

Por supuesto, hice preguntas, muchas preguntas, no me entraba en la cabeza semejante respuesta, y me explicaron.

En abril de 2002, por puro azar, se concatenaron una cantidad de hechos que desembocaron en la salida de Chávez. Ahí no hubo, como mucha gente cree hoy, una golpe de estado, no hubo planificación, no hubo nada. Sencillamente Hugo estaba extremadamente debilitado, buena parte del ejército le había abandonado, trató de hacer un alarde de fuerza y se encontró con que no tenía el control del timón y sencillamente naufragó. Fue así de simple, puro azar.

La oposición, por su parte, se encontró con el poder en las manos, no de forma gradual sino de sopetón. Tenían el control del país, solo que… no tenía quienes usaran ese control, la lucha por ese poder recién llegado fue brutal, se arrancaban los pedazos, todos querían su parte, pero no tenían la cohesión suficiente para repartirlo. En lugar de tomar el control, se volvieron locos y el ejército se encontró con un problema: No había quien mandara y ellos, definitivamente, no querían mandar. Así que habiendo un vacío y no teniendo nada nuevo con que cubrirlo, lo cubrieron con lo viejo. Así volvió Chávez al poder.

Eso, nuevamente, trajo dos consecuencias. La primera, la oposición aprendió que no tenía opciones de tomar el poder hasta que no lograra organizarse a sí misma, cosa que nunca llegaría ocurrir por razón de la segunda consecuencia: Chávez también aprendió la lección, eso jamás le volvería a ocurrir, tenía que atar todos los cabos, todo tenía que estar bajo su control, incluida esa oposición anárquica. Nada podía quedar sujeto nuevamente al azar.

Allí empezó un largo y lento proceso de infiltración, negocios lícitos e ilícitos, entre los suyos y la “oposición”, si se quería que el sistema se mantuviera, la oposición tenía que dejar de ser oposición y sumarse al sistema de forma activa, no bastaba que no hicieran oposición, tenía que garantizarse que le apoyaran y la mejor forma era implicarlos de forma que su supervivencia dependiera de la suya propia. Destinos atados, de ahora en más, si yo caigo, caes tú conmigo, tú verás si me mantienes de pie o no.

Ya para 2006 ese sistema estaba implantado, por eso no se ganó aquella elección, porque nunca se quiso ganar, por eso Manuel Rosales reconoció la derrota cuando aún se estaban contando los votos, por eso muchos testigos de mesa dejaron de contar votos y se fueron a casa a pasar la depre. Por primera vez en la historia electoral un candidato reconoció la derrota sin saber aún cuantos votos había sacado realmente. Dijo el candidato que perdió por “una pelusa”, lo cierto es que nunca nos enteraremos de cuanto fue esa pelusa, ni si la pelusa estuvo de aquel lado o de este.

En fin, ya esto está largo, aunque la historia es aún más larga, para atrás y para delante. Ya veré si luego continúo la historia, si hay una parte II, parte III y lo que haga falta para llegar a hoy, pero de momento, hoy lo dejo hasta aquí.