Opinión

Entendiendo el “Problema Venezuela”

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Al finalizar II Guerra Mundial, los aliados, la Comunidad Internacional en general, se encontró con un terrible problema, juzgar como delito algo que jamás habían visto. Churchill, siempre de palabra fácil, se refirió al asunto como “el crimen sin nombre”, porque eso era exactamente, un crimen que no tenía nombre porque nunca antes había sucedido.

Por supuesto, claro que antes de eso hubo genocidios, claro que antes de eso hubo crímenes de guerra, claro que hubo robos, saqueos, y todos esos horrores que cometieron los nazis. Pero la magnitud, la escala, el nivel de organización… eso jamás se había visto.

Quizá esa haya sido la causa por la que la Comunidad Internacional tardó tanto en reaccionar, enfrentaban a una bestia que jamás habían visto y por supuesto, contra la que nunca se había luchado. En realidad no conocieron el tamaño de la bestia hasta después de haberla derrotado, solo ahí vino el asombro y el horror. Surgió la pregunta, nuevamente en boca de Churchill ¿cómo pudimos permitir que llegaran tan lejos?

En Venezuela ocurre lo mismo. En Venezuela se ha instalado un sistema que nunca antes el mundo había visto, y solo cuando sea derrotado el mundo será capaz de ver completamente la magnitud de lo que está sucediendo, algo tan complejo y perverso que es hasta difícil de describir, pero haré lo que pueda dentro de mis limitaciones.

Un país entero, Venezuela, ha sido secuestrado por bandas criminales de alta peligrosidad. No una, varias bandas, unidas por supuesto dentro de su criminalidad, sin que esto signifique que cada tanto se realicen vendettas o pases de factura.

Este secuestro ha sido posible porque a lo largo de los años estas bandas han echado raíces en todos los sectores de la sociedad venezolana ¡todos! No se trata de que haya tomado los poderes públicos, es que ha enraizado en todos los sectores políticos, incluida la oposición, hablamos de empresarios, artistas, periodistas, abogados, jueces, militares ¡todos! No hay un sector donde el sindicato del crimen no tenga representante.

No sé si presente alguna relevancia como se formó esa red, en algunos casos fue por extorsión y amenazas, en otros casos fue simplemente por dinero, a algunos se les doblegó por medio del miedo y a otros simplemente con dinero y cuotas de poder.

Con el reciente escándalo destapado en EEUU con el caso Gorrín-Andrade, se vio algo de como funciona parte de la estructura. Andrade, como tesorero de la nación, distraía fondos que iban a parar a manos de Gorrín, que se hizo con el medio de comunicación más importante de Venezuela. Con dineros robados a la nación se compró ese canal, y con ese dinero se le pagó a sus anteriores dueños. Y se les sigue pagando, sea dicho de paso. Pero no para allí, con ese mismo dinero sustraído a la nación, se paga una nómina, entre los que tenemos, por ejemplo, a Ramón José Medina.

Para quien no lo sepa, Ramón José Medina fue un alto cargo dentro de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), y hoy, ya fallecida aquella por desgaste, forma parte del Frente Amplio, que no es otra cosa que la misma MUD, pero con el nombre cambiado, igual que la MUD fue un cambio de fachada de la tristemente recordada Coordinadora Democrática.

Otro caso que podemos referir a modo de ejemplo es el de Juan José Caldera, de quien se conoció, sin lugar a dudas, que recibió dinero del empresario chavista Wilmer Ruperti.

Podemos establecer, sin que quede lugar a dudas, la inclinación chavista de Ruperti solo con recordar que pagó una buena cantidad de dinero en la defensa de los conocidos como “narcosobrinos”, al ser interrogado al respecto manifestó haberlo hecho para “ayudar a la tranquilidad del presidente Maduro”.

En cuanto a Juan Carlos Caldera, vamos a recontar el episodio. En septiembre de 2012 Caldera fue mostrado en un vídeo recibiendo dinero de Luis Peña, a la sazón asistente de Wilmer Ruperti. Según palabras del mismo Caldera, ese dinero estaba destinado a apoyarlo en su campaña para la alcaldía del Municipio Sucre.

Ese mismo día salió en público Henrique Capriles expulsándolo del partido. También la Asamblea Nacional, para ese momento de mayoría chavista, decidió abrir una investigación al respecto, razón por la que el entonces diputado Caldera renunció a su inmunidad parlamentaria a efectos de facilitar la investigación.

Pues bien, ese mismo año, en diciembre, el diputado retornó a sus actividades partidistas y a su curul parlamentario sin que jamás hubiera sido interpelado con respecto al caso. Y de hecho, al menos hasta principios de 2018, era el representante de la MUD ante el Consejo Nacional Electoral, secuestrado por el chavismo.

Estos dos ejemplos revelan dos cosas, la primera, que efectivamente hay personas pagadas por el chavismo dentro de la oposición, y la segunda, habiéndose descubierto los casos sin que el resto de la oposición hiciera algo al respecto, se demuestra que hay, al menos, una abierta connivencia.

Hablo de connivencia porque realmente lo antes relatado son hechos comprobables y conocidos. Hechos, no suposiciones.

Si caemos en el campo de las suposiciones lógicas, la verdad es que yo creo que estos dos personajes no son los únicos implicados financieramente en la trama chavista, debe haber muchos más, porque no me resulta plausible que la connivencia sea gratuita en la generalidad de la oposición. Aunque sí creo que algunos se ven presionados por la “corrección política”.

Este grupos de infiltrados y conniventes tienen un discurso común: “La salida al problema venezolano tiene que ser político y pacífico”. Eso es lo que plantean como única solución, sabiendo que esa es una solución imposible, y como quiera que la única solución es imposible, tenemos entonces que el problema es irresoluble.

Hablamos, como dijimos al principio, de bandas criminales de alta peligrosidad, que actúan al margen de la ley, como es lógico. Mientras que la política solo puede operar dentro de la ley. Y si se reconoce a los delincuentes como actores políticos, el único medio de combate es dentro de la ley.

El problema es que no son actores políticos, son delincuentes, y la ley tiene formas distintas dependiendo de si trata con un actor político o con un delincuente. A los delincuentes, lamentablemente, solo se les pude disuadir por medio de la fuerza.

En este caso, hablamos de bandas delictivas que, teniendo secuestrado todos los factores políticos, económicos y militares del país, tienen la libertad de cometer crímenes prácticamente en todo el orbe. Tráfico de drogas, tráfico de personas, apoyo financiero y táctico al terrorismo internacional, blanqueo de capitales, corrupción nacional e internacional, contrabando de minerales estratégicos.

Con sus agentes posicionados en la oposición, han logrado crear un sistema perfecto, casi blindado, una tiranía que cuenta con el apoyo entusiasta de sus propias víctimas.

Pongamos un ejemplo hipotético sobre hechos pasados. Digamos que hay una elección y ponen a la gente a elegir entre, digamos que Diosdado Cabello y Juan Carlos Caldera. La gente, por supuesto, elegirá al “no chavista”, es la esperanza de salir del régimen. Defenderán con toda su alma esa candidatura, incluso se enfadarán contra quien pretenda alertarlos sobre el falso dilema. Porque es eso, un falso dilema, está entre votar por un chavista que reconoce abiertamente serlo y votar por un chavista que dice ser de oposición, aún cuando sus actos han demostrado con contrario.

La comunidad internacional, por otro lado, se encuentra atada de pies y manos, porque ¿qué hacer? ¿ir en contra de una falsa oposición a la que el propio pueblo venezolano reconoce y legitima como una oposición legítima y la ha autorizado a ser su vocero? No puede, eso sería injerencia.

Secuestrados e infiltrados como están todos los factores internos, la única solución para Venezuela es externa, en eso coinciden la mayoría de los venezolanos. Solo una coalición internacional podría remover a las bandas criminales del poder, pero para que eso ocurra, Venezuela tendría que pedirlo y jamás lo hará, porque su voz autorizada forma parte de esas bandas a las que se quiere remover.

Una forma de solucionar esa situación es que la Comunidad Internacional asuma que los venezolanos son víctimas, que sufren una suerte de Síndrome de Estocolmo, y que deben ser ayudados y protegidos aún en contra de su voluntad.

La otra forma sería que los venezolanos tomen consciencia de la situación y deje de apoyar al régimen por la vía de la falsa oposición, como han venido haciendo en estos últimos 20 años.

En el momento en que escribo esto se está desarrollando el acto solemne del nuevo año parlamentario, los venezolanos, una vez más, aplauden palabras vacías, porque, también una vez más, “esta vez si es en serio”, y una vez más, han decidido dar un voto de confianza.

Entre las cosas destacables del discurso del nuevo presidente de la Asamblea Nacional está:

“Autorizar la ayuda humanitaria y asumir la interlocución directa con países que han comunicado su intención de apoyar en esta materia, para superar los bloqueos impuestos por este régimen miserable”.

Pero no es la primera vez que el tema de la crisis humanitaria se trata en la Asamblea Nacional:

Acuerdo mediante el cual se declara crisis humanitaria en la salud de Venezuela, en vista de la grave escasez de medicamentos, insumos médicos y deterioro de la infraestructura sanitaria. 26/01/16

Acuerdo mediante el cual se declara crisis humanitaria e inexistencia de seguridad alimentaria de la población venezolana. 11/02/16

Declaratoria de crisis humanitaria en materia alimentaria en Venezuela. 14/03/17

Acuerdo de solicitud de corredor humanitario en la frontera venezolana. 30/01/18

Acuerdo sobre el desplazamiento de venezolanos hacia otros países como consecuencia de la crisis humanitaria. 06/02/18

Acuerdo para la declaración de la emergencia humanitaria compleja de la educación. 29/09/18

Acuerdo sobre la crisis migratoria de venezolanos en Trinidad y Tobago y la reivindicación de sus derechos humanos en el marco de la “Emergencia Humanitaria”. 04/12/18

Acuerdos, palabras y más palabras. Lo único que no hará esta oposición secuestrada, es lo que podría salvar a Venezuela. Asumir el poder ejecutivo, incluso en el exilio, y siendo como son reconocidos por la Comunidad Internacional, pedir, de manera urgente e inmediata, una intervención militar que materialice la remoción de las bandas criminales que usurpen el poder.

Sin embargo, para asombro de cualquiera que nos vea desde fuera, la población celebra con alborozo y esperanza la instalación de esta “nueva” Asamblea Nacional… ¡nueva! ¡como si se les acabaran de elegir! Celebran que anuncien que van a pedir la ayuda humanitaria como si no fueran los mismos que discutieron y aprobaron más de media docena de acuerdos similares y a los que luego no le dieron la más mínima atención. Como si fueran otros distintos a los que nombraron un TSJ que terminó funcionando en el exilio y al que jamás han hecho caso, como si hubieran sido otros los que le pidieron al pueblo votar en un plebiscito, aún a costa de su vida, y que se negaron luego a acatar el mandato emanado de esa consulta.

La Comunidad Internacional tiene en sus manos dos marcos legales a tomar en cuenta, uno es el Protocolo de Palermo, y otro, la Responsabilidad de Proteger. Las herramientas las hay. Las herramientas las hay, una buena parte del planeta ha manifestado su deseo de ayudar a Venezuela, pero Venezuela tiene que pedir ayuda.

Eso tendrá sin duda un costo alto, financiera y políticamente. Un costo es hoy más bajo que el mes que viene y más alto que el mes pasado.

Para finalizar, queremos advertir a la Comunidad Internacional sobre un problema subyacente. La forma en que estas bandas tomaron el poder en Venezuela está probado y funciona. Venezuela fue solo el ensayo, un ensayo bastante largo, por demás. El modelo se exportará, en algunos casos, como Bolivia, Nicaragua y México, ya está exportado, y habiendo demostrado ya su eficacia se instalará con más rapidez y contundencia de lo que lo hizo en Venezuela. Queda de cada quien tomar su posición.