Opinión

Por qué el chavismo me da asco

Imagen principal

La semana pasada hice unas compras poco usuales. Poco usuales por la cantidad, no por el género, que es de lo más común. Compré un saco de azúcar de 50 kilos, un bulto de toallas sanitarias, un queso amarillo entero, unos cuantos kilos de carne, un bulto de harina pan, medio de harina de trigo y algunas cositas más.

Claro, no salió precisamente barato, me gasté una platica que ¡gracias a Dios! mi marido y yo producimos, no fueron dos centavos, pero tampoco se puede decir que se desestabilizó el presupuesto familiar. Lo que sí es que definitivamente fue bastante más que un sueldo mínimo y dos también.

Hice esa compra porque creo que mi tiempo lo vale, hacer colas es un coñazo, y además, afecta la salud, porque siempre creído que unas horas de estrés deterioran más la salud que dos días de alcohol, trasnocho y tabaco.

La tragedia de las colas empieza con tu número de cédula, porque sí tu cédula empieza por 1, 0, 8 o 9 estás jodido, te sale meterte a monje de vida contemplativa.

Esto es porque estas personas tienen que comprar los lunes o viernes y los lunes ni queda nada ni entra mercancía nueva, así que te jodes.

Por otro lado, a mí, por ejemplo, me toca los miércoles, lo cual está muy bien, porque hay carne, azúcar y café, pero no papel higiénico, ni jabón, ni nada de higiene personal ni del hogar, así que puedo comer y tomar café bien rico, pero no puedo cagar.

A los que les toca papel pueden cagar, pero no comen, lo que es una tontería, porque si no comen, no cagan.

Lo otro son los niños o adolescentes, que no pueden comprar, será que no comen, y eso a mí no me representa problema, tengo solo dos niñas. Pocos hijos son usuales en la clase media, los que paren como conejos son los pobres, normalmente.

El tema de los artículos de higiene no representan problema para mí, los sabemos hacer en casa, así que no sufro ni por jabón para la ropa, ni para bañarnos, ni por desodorante, ni lavaplatos, etcétera.

La medicinas, bueno, hemos logrado hacer una red de abastecimiento que si bien no es ideal, de momento cubre las necesidades en casa.

La inseguridad sí es cosa que afecta a todos y la verdad no les hemos conseguido solución. Apenas minimizar los riesgos, ya saben, llegar a casa temprano, no frecuentar zonas de riesgo, y esas cosas. No garantiza nada, pero es lo que hay.

Luego, claro, haces la cola, pasas un montón de horas allí y cuando ya estás que llega ¡se acabó la mercancía! Es decir, que perdiste tu tiempo y el arrecherón no te lo quita nadie.

Claro, a veces tienes suerte, llegas a un sitio a comprar algo y ¡oh sorpresa! Tienen algo que no pensabas comprar pero que conviene tener. En estos días entré a un supermercado a comprar un refresco porque me moría de la sed y había desodorante, así que aunque no lo necesito, lo compré, tampoco sobra. Pero tenía el dinero.

Por ahora, para mí y mi familia, las cosas están mal, pero no llegan a ser críticas. Si se llegaran a poner críticas, pues… toca irse, a Dios gracia que podemos, no será fácil, no será ideal, pero al menos casa en otro país tenemos.

Ahora bien ¿que hace una familia de bajos recursos? ¿pueden destinar dos o tres sueldos mínimos a compras “preventivas”?

¿Pueden entrar a un sitio y comprar algo que no tenían planeado comprar sin que eso les desbarate el presupuesto? ¿puede una madre, con 5 hijos, hacer las compras necesarias con su número de cédula y las limitaciones correspondientes?

¿Y que hace una madre adolescente? ¿se jode? ¿da al chamo en adopción o lo deja sin pañales ni leche? Porque si es menor de edad, pues no le venden y ya está.

Los chavistas celebran esto con grandes risas, porque es que “ahora se jodieron los escuálidos” ¿en serio? Porque sí, yo puedo estar jodida, pero es que yo no estoy ni una décima de lo jodida que están los pobres, los que no tienen dinero en suficiencia para afrontar la crisis, los que no pueden evitar llegara su casa en una camioneta destartalada a las 9 de la noche, los que no se pueden comprar un congelador para guardar carne en cantidad, los que no pueden gastarse 500 bolívares solo en patatas para la semana, los que no tienen una alacena en forma para guardar kilos de arroz sin que les caiga gorgojos.

Y eso es lo que los chavistas llaman “pueblo”, esos, los que más jodidos están, son los que ellos dicen proteger de los “burgueses”.

Para ver a una gente pobre pasando tanta necesidad, reírte y celebrarlo, hay que ser una completa plasta de mierda.

No es esto un tema puntual, la escasez empezó en este país en tiempos del comandante fiambre. Yo llegué a este país con mi hija mayor de dos años, le encantaban las compotas hechas en casa y ya para ese tiempo no se conseguía azúcar en cualquier abasto. Mi hija ya tiene 12 años.

Y ellos celebran ¿celebran qué? ¿el hambre y la miseria de la gente que ellos se jactan de proteger?

¡Ah! ¡es que antes comían perrarina! Pues ahora se joden, porque la perrarina está bien cara y encima, no se consigue. Y demás está decir que bastante amigos que he tenido en barrios y en ninguna casa que visité supe que comieran perrarina. Caraotas con sardinas sí, pero ¿han visto el precio de las sardinas?

Promueven, nada menos que desde Fuerte Tiuna, los cursos de las “toallas sanitarias ecológicas”, un vector de enfermedades ginecológicas donde los haya, en un país donde no se encuentran medicinas y los servicios médicos son inaccesibles. Donde no hay los producto de limpieza más básicos como cloro y detergente, y donde el agua distribuida dista mucho de ser potable.

Por eso cuando a mí me vienen a hablar de dejar los odios a un lado y perdonar, a mí se me revuelven las tripas, porque a mí el chavismo no me despierta odio, lo que me despierta es un profundo asco.

El mismo asco que me produce una cucaracha o una rata, no se trata de odio, se trata de la repugnancia que produce una alimaña portadora de enfermedades y muerte.

Haciendo un esfuerzo supremo, en un acto de suprema tolerancia, puedo hacer lo que ellos no han hecho conmigo, puedo aceptar su existencia, puedo tolerar que hagan su vida. Pero no a mi lado, porque definitivamente ellos no son como yo, ellos no son mis semejantes, porque en absolutamente nada se asemejan a mí.