Por un clavo se perdió una herradura,
Por una herradura se perdió un caballo,
Por un caballo se perdió un jinete,
Por un jinete se perdió una batalla,
Por una batalla se perdió la guerra
Por una guerra se perdió un reino…
¡y todo por un clavo de una herradura!
El palafrenero del rey Ricardo III lleva al caballo de su majestad a herrero para que le apreste para la batalla de Bosworth. El herrero dice que no tiene suficiente hierro, que habrá de buscar más, pero el palafrenero del rey dice que no hay tiempo, que se arregle con lo que tenga. El herrero coloca 3 herraduras, pero al llegar a la cuarta se da cuenta que solo le quedan dos clavos, así que la coloca con esos dos clavos.
En plena batalla las tropas empiezan a retroceder asustadas por la arremetida del enemigo, el rey espolea su caballo para ponerse al frente e infundir valor a sus tropas, pero el caballo pierde la herradura mal colocada, se asusta, encabrita y derriba al jinete que impotente ve como sus tropas corren en desbandada. El rey sería asesinado, se perdió la batalla y con ella, la guerra y el reino.
Y todo por un clavo.
Justo en los días para acabar el año el presidente de facto anuncia… ¿qué? ¡ah, sí! Anuncia que anunciará unas medidas, que lo haría justo después del abrazo de año nuevo.
De ahí para acá, todo han sido anuncios de anuncios que será anunciados, mañana, pasado, ya no es después del abrazo de año nuevo, sino pasada la resaca del primero de enero ¡o no! Mejor después de Reyes, el lunes, aunque es posible que sea el martes ¡no! Mejor el miércoles.
Mucho me temo que quizá se postergue para después de carnavales ¡y claro! Ya puestos ahí, que sea luego de la Semana Santa, que es como quien dice las vacaciones de verano, que también podrá ser después de eso… y ya ahí, es como quien dice diciembre ¡al abrazo de año nuevo otra vez!
El mercado es una cadena… ¡no! Una malla, compuesta de millones de eslabones, donde la decisión de una sola persona genera una cascada de consecuencias.
Alguien decidió no mover su empresa hasta saber que va a pasar. Digamos que… un importador agrícola. Para empezar, ya él solo deja de generar riqueza, que de por sí es cosa mala, pero sigue. El distribuidor, si lo hay, no podrá vender. El campesino por podrá sembrar. El camionero que transporta la cosecha, no podrá trabajar… ni el que le vende los repuestos, ni el que hace los huacales, por descontado, sus legumbres no existen, así que no llegarán a comercio alguno. Ahí se afecta el comerciante de alimentos, sus empleados, sus compras, porque si no vende ¿como compra?
Como parte de su pensamiento mágico el gobierno piensa (ja ja ja), igual que regulando los precios acabaría con la inflación, que no anunciando las medidas el país puede entrar en un estado de vida suspendida, mientras ellos ganan tiempo para que se les ocurra algo.
El problema es que… hay cosas que no se pueden suspender por razones políticas. La gente necesita comer, los animales necesitan comer, los niños necesitan ir al colegio, los jóvenes a la universidad ¡la vida no se detiene!
Un autobús sin repuestos, o sin cauchos, es gente que no va al trabajo, niños que no van a al cole, personal sanitario que no tiene como llegar a los hospitales y clínicas…
Haga Vd. el ejercicio. Una avenida cualquiera, que pase un autobús cualquiera ¿cuanta gente lleva? ¿a donde van? ¿de donde vienen? Si ese autobús se paralizara ¿como se transportaría esa gente? En otro autobús, claro, pero ¿y si ese también se paraliza? ¿y si se paralizan el 30% de los autobuses?
¿Si la maestra de su hijo no va al colegio porque no tuvo como llegar? ¿hasta donde puede llegar tu creatividad para cocinar?
La cosa no se limita a nosotros, al gobierno también le afecta, y mientras más bajo en la cadena, más le afecta. Hablamos de funcionarios, militares, policías.
¡Ah, sí! Ellos matraquean y no hacen colas ¿por cuanto tiempo? ¿cuanto hasta que se acabe el producto de la matraca?
Pueden pasar dos cosas, que el venezolano común vea que el anuncio ya fue dado, claro y fuerte: “El país está jodidísimo y no tenemos ni puñetera idea de que hacer. Salimos a pedir prestado, pero nadie nos prestó”.
Lo otro que puede pasar en que el país se paralice esperando por unas medidas que quizá no lleguen nunca, que empiece a fosilizarse y quedemos como un insecto prehistórico atrapado en ámbar durante años, quizá décadas.
Cuba lo hizo, en Cuba se fosilizó la vida, se fosilizaron los cubanos, el gobierno y la oposición.
Los escenarios no salen bonitos, al menos los de corto plazo, ninguno.
Y todo por un abrazo de año nuevo.