Opinión

Antipolítica

Imagen principal

Tengo una amiga que se está separando, probablemente ella lea estas líneas y se moleste, espero que no.

El asunto es que su esposo le montó unos cuernos como una catedral, pero es que no solo le montó los cuernos, es que hasta dejó embarazada a otra mujer y pretendía exhibir con orgullo amante y esposa por igual.

Claro está que mi amiga no lo aceptó y pidió el divorcio.

Hasta ahí todo es más o menos normal, pero de aquí en adelante es que la cosa se pone barroca. El esposo acusa a mi amiga de “destruir el matrimonio” ¡con dos cojones! Así mismo, él es el que va y monta los cuernos, él es que la somete a humillaciones, pero la que está destruyendo el matrimonio es ella por no aceptar las humillaciones.

Claro, que reconozco que quizá mi amiga haya tenido alguna culpa en lo que sucedió, porque previamente le permitió ciertas cosas que no deben permitirse en un matrimonio, más que todo por respeto entre ambos.

Lo mismo y es que yo soy rara, pero jamás he comulgado con la babosada de “es que el hombre es de la calle”. Vamos, que será muy de la calle, pero si funda una familia es para respetarla y si no le gusta, pues que no se case y ya está.

Luego pasa lo que pasa, como decía mi abuela, que la moral es como una banda de goma, que si la estiras y la estiras, llega el momento en que no vuelve a su tamaño original, sino que queda estirada.

Cada vez que escucho a alguien emprender las baterías contra los ciudadanos que en legítima indignación se niegan a votar, y a los que acusan de ser “antipolíticos”, a mí me entra la risa, porque es que me recuerdan al marido de mi amiga con su acusación de “destruir el matrimonio”.

No es el ciudadano el culpable de su falta de fe en la política, son los politicastros, que no políticos, que se han dedicado a hacer cualquier cantidad de marramucias a las que se les puede dar muchos nombres, pero jamás política.

En Venezuela atravesamos un problema bastante grave y la solución debe ser política, es eso o nos matamos los unos a los otros para terminar, como es usual, en una tiranía de décadas. Aviso que para eso de los tiros conmigo no cuenten, reconozco sin vergüenza alguna que el día que repartieron la cobardía yo me llevé doble ración.

La política es importante, la política es el medio más o menos pacífico y racional de arreglar los problemas, lo otro es la guerra.

Pero para que exista política tienen que haber políticos, sin políticos no hay política. Y los políticos ha de comportarse como tal y no como unos delincuentes dispuestos a pactar con su razón de ser, que son la gente que los apoya.

Así que por ese lado, acusar a los abstencionistas de “antipolíticos” por no querer apoyar a quienes ya los han engañado en tantas ocasiones, es de un cinismo sin límites.

Por el otro lado están los votantes, que tampoco crean que están libres de pecado, también tienen su alícuota de responsabilidad y no es pequeña.

Supongamos que hay una panadería que hace un pan gomoso e insípido, pero vive abarrotada de clientes por la razón que sea ¿Que incentivo tiene el panadero para mejorar su pan? ¡ninguno! Porque malo y todo lo vende, así que ¿para que esforzarse en hacer buen pan?

Pero si la gente dejara de comprarle el pan y las ventas le bajaran, quizá se esforzaría un poco más, y en última instancia, pues habría de cerrar.

Si un político lo hace mal, pero aún así los votantes le dan su voto ¿para que esforzarse? ¿por qué cambiar su forma de hacer política si esa funciona?

En Venezuela hace años ¡no! ¡más de una década! Que no hay elecciones, aquí nadie elige nada, aquí se han conformado con votar (que no elegir) con “un pañuelo en la nariz”, votan con asco, por miedo.

Si los chavistas son extorsionados con su empleo o por beneficios sociales, el opositor medio también es extorsionado, quizá de peor forma, porque es más sutil, es el mensaje de “yo soy malo, pero apóyame, porque el otro es peor”.

La responsabilidad de los ciudadanos es no dejarse extorsionar, no votar con asco por miedo, no podemos premiar conductas dudosas porque “no podemos hacer más nada”.

Cuando hacemos esto lo único que conseguimos, lejos de mejorar nuestra situación, es alejarnos de la solución, porque perpetuamos un comportamiento que nos es lesivo.

En el año 2013 vimos a un Capriles derrotado y asombrosamente sonriente reconociendo la derrota, una derrota con cualquier cantidad de sombras, pero el mismo candidato desestimó el fraude hablando de “triquiñuela”, como si aquello no mereciera mayor atención y mucho menos castigo. Soltó un mambo-jambo sobre “los tiempos perfectos de Dios” y dejó al país enfurecido, decepcionado y desconcertado.

Sin embargo no había pasado un años cuando como premio por esa conducta, millones fueron a votar en masa por él, por supuesto, para conseguir un resultado similar, como no podía ser de otro modo.

Sean sinceros, entren en sintonía con Capriles, pónganse en sus zapatos, si ustedes marearan a la gente pero esa gente les siguiera apoyando ¿cambiarían la estrategia? ¡¿para qué?! Si eso funciona, pues se sigue haciendo y listo.

Entonces, la política es necesaria, pero para hacer política hacen falta dos cosas, políticos por un lado y por el otro una ciudadanía consciente y responsable que se haga escuchar y sentir en sus exigencias.

Cuando alguien los acuse de “antipolíticos”, respondan con firmeza que no lo son, que son ciudadanos políticamente activos, y que los antipolíticos son esos que con sus porquerías vienen a prostituir la política.

Pero para que exista politica tienen que haber politicos, sin politicos no hay politica. Y los politicos ha de comportarse como tal y no como unos delincuentes dispuestos a pactar con su razon de ser, que son la gente que los apoya.

Asi que por ese lado, acusar a los abstencionistas de “antipoliticos” por no querer apoyar a quienes ya los han engañado en tantas ocasiones, es de un cinismo sin limites.

Por el otro lado estan los votantes, que tampoco crean que estan libres de pecado, tambien tienen su alicuota de responsabilidad y no es pequeña.

Supongamos que hay una panaderia que hace un pan gomoso e insipido, pero vive abarrotada de clientes por la razon que sea ¿Que incentivo tiene el panadero para mejorar su pan? ¡ninguno! Porque malo y todo lo vende, asi que ¿para que esforzarse en hacer buen pan?

Pero si la gente dejara de comprarle el pan y las ventas le bajaran, quiza se esforzaria un poco mas, y en ultima instancia, pues habria de cerrar.

Si un politico lo hace mal, pero aun asi los votantes le dan su voto ¿para que esforzarse? ¿por que cambiar su forma de hacer politica si esa funciona?

En Venezuela hace años ¡no! ¡mas de una decada! Que no hay elecciones, aqui nadie elige nada, aqui se han conformado con votar (que no elegir) con “un pañuelo en la nariz”, votan con asco, por miedo.

Si los chavistas son extorsionados con su empleo o por beneficios sociales, el opositor medio tambien es extorsionado, quiza de peor forma, porque es mas sutil, es el mensaje de “yo soy malo, pero apoyame, porque el otro es peor”.

La responsabilidad de los ciudadanos es no dejarse extorsionar, no votar con asco por miedo, no podemos premiar conductas dudosas porque “no podemos hacer mas nada”.

Cuando hacemos esto lo unico que conseguimos, lejos de mejorar nuestra situacion, es alejarnos de la solucion, porque perpetuamos un comportamiento que nos es lesivo.

En el año 2013 vimos a un Capriles derrotado y asombrosamente sonriente reconociendo la derrota, una derrota con cualquier cantidad de sombras, pero el mismo candidato desestimo el fraude hablando de “triquiñuela”, como si aquello no mereciera mayor atencion y mucho menos castigo. Solto un mambo-jambo sobre “los tiempos perfectos de Dios” y dejo al pais enfurecido, decepcionado y desconcertado.

Sin embargo no habia pasado un años cuando como premio por esa conducta, millones fueron a votar en masa por el, por supuesto, para conseguir un resultado similar, como no podia ser de otro modo.

Sean sinceros, entren en sintonia con Capriles, ponganse en sus zapatos, si ustedes marearan a la gente pero esa gente les siguiera apoyando ¿cambiarian la estrategia? ¡¿para que?! Si eso funciona, pues se sigue haciendo y listo.

Entonces, la politica es necesaria, pero para hacer politica hacen falta dos cosas, politicos por un lado y por el otro una ciudadania consciente y responsable que se haga escuchar y sentir en sus exigencias.

Cuando alguien los acuse de “antipoliticos”, respondan con firmeza que no lo son, que son ciudadanos politicamente activos, y que los antipoliticos son esos que con sus porquerias vienen a prostituir la politica.