El amigo @jcsosazpurua lanza una pregunta al Twitter: “Realmente…¿qué carrizo es la MUD?” y mi respuesta es automática, ni la pienso: “Son judenrat”. Mi respuesta viene influenciada por varias cosas, la primera que en su momento ya lo había dicho de Capriles, que es un judenrat, la segunda que hace poco vi una película excelente a recomendación del amigo @Numitor_Vzla, la película lleva por título en inglés “Uprising”, en español “Rebelión en el ghetto”.
Pero luego de mi respuesta a Sosa Azpúrua me doy cuenta de algo, yo sé lo que eran los Judenrat, por mi conocimiento histórico, la palabra “judenrat” encierra todo un universo, una posición moral, pero para la mayoría de la gente, que no sabe de historia (y concuerdo en que mayormente no tienen porque saberlo) la palabra judenrat es simplemente un traidor a su pueblo.
La verdad es que es mucho más complejo.
Se usa la palabra “judenrat” porque ese es el nombre que se le asignó en la lengua del represor, del enemigo, los alemanes. Su nombre era realmente “Consejo Judío”.
Primero hay que entender por qué se forman los Consejos Judíos. Las comunidades judías, por razones históricas, religiosas y de idiosincrasia son comunidades extremadamente complejas, sólidas y en cierto modo hasta herméticas. Los judíos, muy independientemente de su nacionalidad, se unen y ayudan entre ellos, tiene una organización propia, más allá de lo meramente religioso y por esta razón suelen ser vistos dentro de sus propias tierras de origen como extranjeros.
Así podemos ver que se habla del exterminio nazi a “los judíos” cuando lo cierto es que Hitler asesinó alemanes, polacos, austríacos, etcétera, que eran judíos, sí, pero también eran nacionales de esos países.
Estas características especiales de los judíos les convertía en una amenaza, los judíos eran en sí mismos una unidad, una organización y esa organización pudo haber resistido y convertirse en un gran problema para los nazis. Era por tanto imperioso controlar y desarticular a la sociedad judía, privándole así de su capacidad de reacción.
Los Consejos Judíos se formaron escogiendo gente de prestigio dentro de las comunidades judías, gente que contara con credibilidad y respeto.
Luego se les convenció de que la idea era relocalizar a la población judía, sencillamente serían expulsados del territorio, cosa que para los judíos no es nada nuevo. Las expulsiones de judíos desde los tiempos de Moisés y pasando por Isabel La Católica, han sido cosa normal en la historia.
Así pues los ghettos serían un paso temporal, una simple transición, los judíos serían enviados a otros lugares, con sus pertenencias, claro.
Los Consejos Judíos tenían la labor de mantener el orden y la normalidad dentro de los ghettos, en pocas palabras, eran un elemento de interacción de los judíos de a pie con el gobierno nazi.
Así encontramos que los judíos, que se encontraban al borde del exterminio, se preocupaban por mandar a los niños al colegio, a las clases de danza o piano, de mantener la atención médica, realizar congresos culturales, hacer servicios religiosos, y en general, mantener su rutina. En resumen: “Aquí no está pasando nada, hay una situación grave, pero esto es temporal”.
Allanamientos, expropiaciones y encarcelamientos eran vistos como simples abusos de un gobierno dictatorial.
Y ante esos abusos fue que los Consejos Judíos comenzaron a jugar un papel fundamental. Convencieron a la población de que lo mejor era no resistirse, ser dóciles ante esa autoridad abusiva, porque resistirse era “provocar” un aumento de la violencia. Pensaban y así hicieron saber a la población, que permitir esos abusos evitaba abusos mayores.
De tal modo que si había 100 judíos, era “aceptable” que encarcelaran o mataran 10, con tal de salvar a los 90 restantes.
Esto fue evolucionando, naturalmente, y al final ya los Judenrat que permitían los asesinatos, torturas y encarcelamiento, habían entendido que no había forma de salvar al pueblo judío, pero contaban con que siendo colaboradores y sumisos se salvarían aunque fuera ellos y sus familias. Claro están que no lo consiguieron.
Por supuesto, influyó la idea de que una matanza a esa escala era impensable en el mundo moderno y que el mundo no permitiría semejante cosa, que al final, se recobraría la cordura. Lamentablemente la cordura llegó tarde. Por cierto, lo mismo pensaron los bosnios con idénticos resultados y eso que fue en fechas tan recientes como los años 90.
Hasta ahí los hechos históricos con sus resultados: más de 6 millones de judíos asesinados, una diáspora sin precedentes en la historia moderna y unos sobrevivientes con secuelas para el resto de su vida.
A partir de ahí, vienen las opiniones y están divididas, unos historiadores piensan que los Judenrat hicieron que los días finales de esos judíos fuera un poco más confortables, un poco más “normales” y otros piensan, la mayoría en realidad, que sin los judenrat, el holocausto judío no hubiera sido imposible, pero sí muchísimo más difícil.
Los judíos de aquel entonces nos legaron varias lecciones, que sería una pena no aprender dada cuenta que a ellos terminó por costarles la vida.
La primera es que la autoridad abusiva no es autoridad, es tiranía y como tal debe ser tratada. La segunda es que ante una tiranía no hay “normalidad” posible, es una situación extrema de vida o muerte, donde querer “vivir normal” te puede costar la vida. La tercera y última es que no puedes provocar a la tiranía para que te agreda, igual que no puedes impedir que lo haga, la tiranía no te ataca por lo que haces o dejas de hacer, jamás podrás ser lo suficientemente sumiso como para que no te ataque, la tiranía te ataca porque no te perdona que existas, tu propia existencia le resulta un insulto, solo ella tiene derecho a existir, solo ella es “digna” tú eres peor que la nada ¡ojalá fueras la nada! Eres un bicho indigno que debe ser exterminado por razones de salubridad, porque eres como una rata o una cucaracha, un foco de infección para “el pueblo”.
Tenemos que entender algo, no entenderlo, que ya lo entendemos, tenemos que asimilarlo, me incluyo, que yo tampoco lo he asimilado de un todo, esto no es un mal gobierno, ni siquiera es una dictadura convencional, aquí hay en marcha una política de exterminio que se irá profundizando con el tiempo de no pararla YA.
Defender tu vida no es violencia, la violencia es impedirle a una persona que se defienda, porque defender la vida propia y de los nuestros es un derecho natural.
En Chacao y muchas otras zonas de Venezuela hemos podido ver con nuestros ojos como la población es atacada sin estar haciendo NADA, no están haciendo barricadas, no están protestando con pancartas y ollas, no están gritando y sin embargo son atacadas con furia, sin importar si son hombres, mujeres o niños, existimos y esa es toda la excusa que necesitan para atacarnos.
Cuando vas al trabajo, a tu rutina diaria, estás “provocando” a la tiranía, tú hijo también la provoca cuando va al colegio, cuando va a una fiesta de cumpleaños, cuando juega. Salir a buscar alimentos, trabajar, divertirse, cumplir con los deberes religiosos, TODO es una provocación. Apenas corres un riesgo ligeramente superior en una protesta que haciendo cualquier actividad diaria, por inofensiva y pacífica que sea, porque la verdadera provocación es que estás vivo, y eso es imperdonable y ofensivo.
Lo cierto es que los judenrat fueron obedecidos por la población, entre otras cosas, porque el judío de a pie pensaba que “eran gente que estaba ahí porque sabía lo que hacía, tontos no eran y no permitirían que…”, pero lo permitieron porque al final sí, fueron muy tontos y no entendieron jamás quienes eran los nazis ni a que obedecía el odio a los judíos, jamás entendieron que no les odiaban por su religión, ni por sus actividades, les odiaban porque estaban vivos.
Pero estemos claros, los judenrant nada hubieran podido hacer si la población judía no le hubiese seguido y obedecido, porque un general sin tropa, no gana batalla.
Me ha quedado largo esto, lo siento mucho. Pero por favor, no tomes esto como un escrito más, no me aplaudas ni me digas que quedó buenísimo para luego echarlo al olvido, piénsalo, reflexiónalo, dime si difieres en algo, analízalo, coméntalo con tu pareja, tu vecino, tus hijos y sobre todo hazte la pregunta ¿estoy llevando una vida normal o solo hago más cómodos mis últimos días y los de mi familia?