Hay varios tipos de güevones, y hasta combinaciones que los hace venir en presentaciones infinitas. Contaba Otrova Gomás en uno de sus libros que en algún lugar, creo que por Antímano, hay un galpón que es donde duermen todos los güevones, él los llama imbéciles. Y que hay un señor que se para muy tempranito y abre la puerta del galpón, es el soltador de imbéciles.
Eso lo leí siendo casi una niña y en mi inocencia creí que era un chiste. Hoy estoy convencida de que es cierto, el galpón existe y soltador de imbéciles existe. Y ambas cosas son un peligro.
El güevón es ese que cruza la calle y justo cuando ve que viene un carro a toda velocidad, refrena la marcha y comienza a caminar tongoneado, porque “que se pare, no joda, que yo estoy pasando”. Que el carro puede venir sin frenos, que el conductor puede haber tenido un infarto, o que es un desquiciado que le importa un carajo matar gente, es algo que ni se le pasa por la cabeza.
También hay güevonas, que las he visto, hacen eso mismo, pero con el carrito de su bebé por delante. Estas ya son más peligrosas, porque no solo ponen en riesgo su vida, sino la de una criatura que no tiene la culpa de haber sido parida por semejante bestia.
En definitiva, que los güevones son un peligro, pero un peligro grave, grave, grave.
La primera barricada que fue cuestionada en público fue una en Horizonte. Para los que no sepan o si leen esto después de mucho tiempo y se ha olvidado, hago el recuento.
En ese sitio se manifestaba en paz, cacerolas, gritos, pancartas y consignas, nada más. Pero en la noche sacó el régimen a sus perros de caza, los “colectivos”, que pasaron disparando hacia los edificios, balas y bombas lacrimógenas. Una de esas bombas terminó causando un incendio en un apartamento, que se pasó al apartamento de al lado, y total, que dos apartamentos terminaron incendiados.
¡Uf! Que barbaridad, cuento esto con la sensación de que fue hace la ristra de tiempo y no ha pasado más que un mes ¡en fin!
En la noche los vecinos decidieron impedir/dificultar el paso de motorizados como los que causaron la tragedia y en consecuencia, estos vecinos colocaron barricadas con escombros, basura y alambre. Un motorizado pasó a toda velocidad, fue empujado por el alambre y murió como consecuencia de la caída, aunque por ahí regaron que degollado, cosa que no es cierto, pero por darle morbo y aumentar el rating, es lo que dicen.
Al día siguiente aparecieron miríadas de güevones, vamos, que el soltador de imbéciles cumplió su trabajo.
Dicen los güevones: “¡Es que esa no es la forma! No se puede protestar así, no es justo que uno tenga compromisos de trabajo y no pueda salir, nuestros propios vecinos nos están secuestrando, no nos diferenciamos entonces en nada del chavismo, tenemos que ser civilizados, hay que mantener la paz, protestar, pero pacífico”.
En resumen, los güevones lo que proponen es que usted proteste poniéndose sus tenis, pancartica en mano y si se siente valiente, aporreando una pobre ollita que de nada tiene la culpa. Si pasan las hordas salvajes del gobierno, pues usted déjese matar y ya está. Dé su vida por la patria.
En paréntesis, Churchill, que decía que el deber de sus soldados no eran morir por su patria, sino hacer que el enemigo muriera por la suya, debe parecerles un horror a esta gente.
Que total, que eso de defenderse aunque sea impidiendo el paso del enemigo, es para los güevones, el colmo del salvajismo. El que ponga una barricada está al nivel del un mono babuino en celo.
En cambio ellos sí que son civilizados, a ellos no les gusta la violencia, tienen derecho a la paz y la defienden con uñas y dientes… pacíficamente, eso sí.
Así nació lo que yo creo que es el icono de lo que es un güevón en la actualidad… Juan Garantón. Es que hay que escribirle a la RAE, en el apartado de venezolanismos, que la ilustración de güevón, tiene que ser una foto de Juan Garantón.
Juan Garantón dice que es de oposición y yo creo que él se lo cree sinceramente. Igual que todas las viejas güevonas que se viven quejando de las barricadas y las muchas incomodidades que en su vida diaria les producen. Que las he visto hasta quejándose de que las barricadas no solo afean las calles, sino que les impiden el paseo matutino.
Que el paseo matutino pueda ser interrumpido por un colectivo echando plomo a trote y mocha y que uno de esos tiros terminen en sus cabecitas huecas, es algo que no se les ocurre, ni a ellas ni a su defensor, Garatón.
El caso es que el señor se fue, mondo y lirondo a poner un recurso en contra de esos desaprensivos alcaldes que, a su juicio, no cumplen con su labor, que es impedir que esas terribles barricadas les limiten su derecho al libre tránsito.
El recurso terminó sirviendo como excusa (bastante burda, es cierto, pero excusa al fin) para meter presos a los alcaldes de oposición, que al parecer son los único desaprensivos.
Y ahí tenemos el icono de lo que es un güevón. La madre que cruza la calle sin importarle el carro que viene a toda velocidad, que se le llevan el muchacho por delante y encima la tipa jura que es una madraza.
Claro, que en Venezuela hay güevones para exportar, que si los güevones tuvieran mercado el petróleo resultaría un negocito marginal.
Ahora tenemos en alza a los güevones que en medio de una masacre están alistando sus valientes deditos para ser sumergidos en la tinta azul de la lucha libertaria, es decir, pa’ votar… o botar, que al caso es lo mismo.
Tenemos unos alcaldes, que están presos ilegalmente pero con la excusita del icono Garantón. Y pasándonos la legalidad por el orto, vamos a elegir otros alcaldes. Que a ver si hay suerte y siendo más sumisos con la dictadura y jalando suficiente mecate no nos los meten presos.
Estos güevones creen que un régimen que asesina, tortura, viola, encarcela sin juicio, hace allanamientos de patada en la puerta sin orden judicial, golpea y comete cuanta violación a ley de Dios y del hombre se les pueda ocurrir… ¡sería incapaz de robarse una elección!
¡CON DOS COJONES! Así mismo, que el pedófilo asesino que viola y mata a una niña no sería tan miserable como para robarle la chupeta, porque ¡coño! Una cosa es violar y matar, pero robar una chupeta… ¡eso sí que no! A tanto no puede llegar.
Así que ahí están los güevones, con toda su superioridad moral, con toda su civilidad, diciendo que “no podemos ceder espacios” y conseguirán lo que han conseguido siempre, lavarle la cara a una tiranía que a pesar de los muertos, desaparecidos y torturados, cada vez que le preguntan por la democracia dice con su sonrisa más cínica que “somos el país que más elecciones hace y con participación masiva de la población ¿qué más democracia que eso?”.
Yo les pido que no se rían, esto es serio, muy serio. Los güevones son peligrosos, los güevones son un instrumento de la tiranía que hoy nos oprime, tortura y mata. No subestime a los güevones, son un arma muy poderosa del régimen, porque están entre nosotros mismos y hacen mucho, pero mucho daño.
Da lo mismo si es realmente güevón o si se las da de güevón, el güevón debe ser tratado como lo que es, un peligro y como tal debe ser neutralizado. Hay que expulsarlos de nuestras filas y hacerles cordón sanitario, sea vecino o sea “líder” político, hoy las “güevonadas”, propias o ajenas, nos pueden costar la vida.