Hace años, más de los que mi vanidad femenina quisiera, tenía un profesor que aconsejaba: “La historia es un pasado que conviene tener presente, so pena de repetirla en el futuro”. Por su parte Confucio decía: “Estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro”.
Estoy de acuerdo con ambos, solo que hay que tener cuidado, porque cuando se analiza la historia todo parece explicable, incluso aquellas cosas que en su momento no tenía sentido ni era predecibles ni teniendo la llave del Oráculo de Delphos. Pero hay otras que son evidentes, aunque las personas no lo quieran ver así, porque como digo con frecuencia: “Los ojos solo ven lo que el alma quiere ver”.
En fin, que voy a hablar de historia, si usted quiere, lee, si no quiere, no lea, si ve similitudes con algo que conozca bien y si no, pues también.
Corría el año 1936, España atravesaba desde hacía ya varios años, una crisis política, social y económica terrible, que había empezado mucho tiempo antes, pero que se había agravado en eso que dieron en llamar II República.
Por un lado estaba el Frente Popular, una coalición de partidos de izquierdas de todo pelaje, desde los “moderados” socialistas del PSOE (sí, el mismo de hoy día), pasando por los anarquistas y terminando con los comunistas, que en aquel estonces se encarnaban en el PCE (Partido Comunista Español) hoy derivado en Izquierda Unida (IU).
Del otro lado también había una coalición, una cantidad de partidos de oposición se agruparon en algo que decidieron llamar CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas). Les hago notar que aquí no puedo nombrar ningún partido de aquel entonces que haya sobrevivido hasta hoy, es importante que anoten eso.
Había también un tercer bando, un bando al que nadie le daba mucha importancia porque a decir verdad era un grupete de niñatos radicales con unas ideas que a nadie le hacían mucha gracia. Estos muchachos estaban liderados por el Marqués de Estella, más conocido como José Antonio Primo de Rivera, y más adelante como “El Gran Ausente”.
La II República, como dije, venía ya con graves problemas, pero ese mismo año, en Febrero, se producen unas elecciones de cuya transparencia quedaron muy serias dudas y ahí se empiezan a complicar las cosas.
Que la “revolución” (lo que sea que eso signifique, que yo nunca lo he entendido) se iba a radicalizar, era cosa previsible, sin embargo la CEDA no terminaba de establecer una estrategia de hecho que confrontara, o por lo menos frenara, los despropósitos revolucionarios, la CEDA era una oposición inorgánica y en algunos casos hasta complaciente con un régimen que si bien era legal con su actuación se deslegitimaba día a día, terminando por asustar incluso a quienes algún día lo apoyaron.
Se resume esto en una frase del Don Miguel de Unamuno con respecto a la II República: “No era esto, no, no era esto”.
No, definitivamente aquello no era el cambio que esperaban los españoles, que querían y ciertamente necesitaban un cambio, pero no eso, no las expropiaciones, no los asesinatos, no las ocupaciones, las huelgas, los abusos… no, no era eso.
Pero nada, el gobierno del FP destrozando España y la CEDA ¡bien gracias! Que si el camino constitucional, que si la institucionalidad, que si la paz, que si el orden de la ley, y vamos, que eso estaba muy bien, pero es que el gobierno se pasaba la Constitución, la ley, la paz y la madre que los parió por el finísimo forro del orto.
Las fuerzas armadas había comenzado a ser desmanteladas desde hacía ya rato, llegando incluso el momento en que tenían más generales que mandos medios, lo cual era evidentemente una locura.
Conste que estoy haciendo lo que puedo por relatar los hechos con coherencia cronológica, pero es difícil por cuanto pasaban muchas cosas al mismo tiempo.
Inmediatamente después de las elecciones aparentemente fraudulentas aunque con el aval de la mismísima oposición, que sí, denunció fraude, pero ahí se quedó, las afiliaciones a la Falange Española crecieron de forma espantosa, de pronto un montón de gente dejó de apoyar la CEDA y decidieron apoyar a los muchachitos locos de la Falange.
A pesar del suculento bozal de arepa del ejército, había descontento, y se estaba planeando un golpe desde hacía rato, solo que no se terminaba de dar, básicamente porque muchos militares, aunque descontento, tenía reparos con dar un golpe.
Eso queda muy explicado en un intercambio epistolar que tienen el General Francisco Franco y Primo de Rivera.
Primo de Rivera le dice a Franco que es hora dejarse de pendejadas y terminar de derrocar a aquellos delincuentes que estaban destruyendo la patria, Franco por su parte le responde que aunque el también cree que la patria está en riesgo, a su juicio ese riesgo no es inminente, y que las FFAA estaban tan fracturadas como el resto de la sociedad española, por lo que él creía que un golpe de estado presentaba altísimas probabilidades de fracaso, y peor aún, que era muy posible que diera paso a una guerra civil. Por desgracia no se equivocó el Paquito.
Aquí quiero resaltar algo, hasta ese momento Franco era un general más, los cabecillas del golpe eran Emilio Mola y José Sanjurjo, ambos fallecidos “accidentalmente” en la guerra, Sanjurjo a apenas dos días del golpe, casualmente cuando viajaba a Burgos para ponerse al frente del golpe, y Mola un año después, curiosamente ambos mueren de la misma forma, en un accidente de aviación.
Franco era importante por cuanto tenía ascendencia sobre las tropas de África, que dada la desventaja numérica en hombre y armas sería crucial. Pero tanto se resistió Franco a sumarse al golpe que terminó por ganarse el mote de “Miss Canarias 1936” (Franco había sido “degradado” de la Jefatura del Estado Mayor a Comandante General de Canarias).
La mayoría concuerda en que el detonante del golpe, lo que terminaría por poner de acuerdo a todo el mundo, Franco incluido, sería el asesinato, por parte de un Guardia de Asalto y guardaespaldas de un alto oficialista, del diputado opositor José Calvo Sotelo. Yo creo que eso es cierto, pero el atentado hecho a Franco por esos mismos días yo creo que algo ayudó a quitarle la indecisión.
Tras las accidentales y muy convenientes muertes de Mola y Sanjurjo, Franco pasaría a ser “El Generalísimo”, Caudillo de España porque Dios es de un gracioso que descojona de la risa.
Lo demás es historia más o menos conocida, una guerra brutal, una represión atroz y la bicoca de 40 años de dictadura, hasta que al Paquito le dio la perra gana de morirse ya mascando el agua.
Los “rojos” fueron barridos sin misericordia, pero de la CEDA quedo muy poco o nada, esos también fueron desaparecidos del mapa, y los pocos que sobrevivieron políticamente fue so pena de sumisión absoluta a Franco, porque como tanto he insistido: “Cuando el llano coge candela, no hay palo pa’ encaramarse”.
¿Puede esto pasar en Venezuela? Sin duda alguna. ¿Quién? Eso es absurdo preguntarlo, sobre el pasado, como dije, es fácil explicar todo, sobre el futuro no se sabe nada, porque si en el presente se revelara todo, probablemente nunca sería futuro. Lo que sabemos aquí y ahora es que la CEDA terminó por desencantar a la gente, lo que no sabemos es donde está “Paquito”, y créanme, que “Paquito” exista, no necesariamente es una buena noticia, al contrario, pueden ser muy malas.
Lo siento… es lo que hay.
Dejo dos documentos históricos que pueden leer, si gustan, de modo complementario.
El primero es extracto de un artículo aparecido en el diario La Vanguardia, el 12 de Febrero de 1936 y firmado por Gaziel, seudónimo de Agustí Calvet, director del mismo diario.
El segundo es el conocido como “Manifiesto de Tetuán” que es la declaración de motivos para el golpe ofrecido por los insurrectos.
¿Cuántos votos tuvieron los fascistas en España, cuando las últimas elecciones? Nada: una ridiculez. Y si después de triunfar el Frente Popular hubiésemos tenido en España un buen gobierno, atento a los intereses generales del país y que supiera imponerse a todo el mundo, comenzando por su propios partidarios políticos, aquel puñado de fascistas habría desaparecido, pulverizado por la realidad.
Hoy, por el contrario, los viajeros llegan de las tierras de España diciendo: “Allí todo el mundo se vuelve fascista”. ¿Qué cambio es ese? ¿Qué ha ocurrido? ¿Acaso es posible que las gentes, de pronto, se hayan puesto a estudiar profundamente derecho político y después de largas lecturas y copiosas comparaciones hayan llegado a la consecuencia teórica de que el régimen fascista es el mejor de todos? ¡No, hombre, no!…
Lo que ocurre es, sencillamente, que allí no se puede vivir, que no hay gobierno: las huelgas y los conflictos, y el malestar y las pérdidas, y las mil y una pejigueras diarias, aun descontando los crímenes y los atentados, tienen mareados y aburridos a muchos ciudadanos. Y en esta situación, buscan instintivamente una salida, un alivio, y no encontrándolos en lo actual, llegan poco a poco a suspirar por un régimen donde por lo menos parezcan posibles.
¿Cuál es la forma política que suprime radicalmente esos insoportables excesos? La dictadura, el fascismo. Y he aquí como sin querer, casi sin darse cuenta, la gente “se siente” fascista. De los inconvenientes de una dictadura no saben nada, como es natural. De ellos sabrían después, cuando hubiesen de soportarlos, y entonces se preocuparían de ellos.
La Vanguardia, 12 de Febrero de 1936
«¡ESPAÑOLES!
A cuantos sentís el santo amor a España, a los que en las filas del Ejército y la Armada habéis hecho profesión de fe en el servicio de la Patria, a los que jurasteis defenderla de sus enemigos hasta perder la vida, la Nación os llama a su defensa.
La situación de España es cada día que pasa más crítica. La anarquía reina en la mayoría de sus campos y de sus pueblos; autoridades de nombramiento gubernativo presiden, cuando no fomentan, las revueltas. A tiros de pistolas y ametralladoras se dirimen las diferencias entre los bandos de ciudadanos, que, alevosa y traidoramente, se asesinan, sin que los poderes públicos impongan la paz y la justicia.
Huelgas revolucionarias de todo orden paralizan la vida de la Nación, arruinando y destruyendo sus fuentes naturales de riqueza y creando una situación de hambre que lanzará a la desesperación a los hombres trabajadores.
Los monumentos y tesoros artísticos son objeto de los más enconados ataques de las hordas revolucionarias, obedeciendo a las consignas que reciben de las Directivas extranjeras, que cuentan con la complicidad o negligencia de gobernadores monteriles.
Los más graves delitos se cometen en las ciudades y en los campos, mientras las Fuerzas de Orden Público permanecen acuarteladas, corroídas por la desesperación que provoca una obediencia ciega a gobernantes que intentan deshonrarlas. El Ejército, la Marina y demás Institutos armados son blanco de los soeces y calumniosos ataques, precisamente por aquellos que deben velar por sus prestigios.
Los estados de excepción y alarma sólo sirven para amordazar al pueblo y que España ignore lo que sucede fuera de las puertas de sus villas y ciudades, así como para encarcelarla a los pretendidos adversarios políticos.
La Constitución, por todos suspendida y vulnerada, sufre un eclipse total; ni igualdad ante la Ley, ni libertad, aherrojada por la tiranía, ni fraternidad; cuando el odio y el crimen han sustituido al mutuo respeto, ni unidad de la Patria, amenazada por el desgarramiento territorial más que por regionalismo que los propios poderes fomentan; ni integridad y defensa de nuestras fronteras, cuando en el corazón de España se escuchaban las emisoras extranjeras que predican la destrucción y el reparto de nuestro suelo.
La Magistratura española, que la Constitución garantiza, igualmente sufre persecuciones que la enervan o mediatiza y recibe los más duros ataques a su independencia.
Pactos electorales, hechos a costa de la integridad de la propia Patria, unidos a los asaltos a Gobiernos Civiles y cajas fuertes, para falsear las actas, formaron la máscara de la legalidad que nos preside. Nada contuvo la apetencia de Poder; destitución ilegal del moderador; glorificación de la revolución de Asturias y de la separación catalana; una y otra quebrantadoras de la Constitución que, en nombre del pueblo, era el Código fundamental de nuestras Instituciones.
Al espíritu revolucionario e inconsciente de las masas, engañadas y explotadas por los agentes soviéticos, que ocultan la sangrienta realidad de aquel régimen que sacrificó para su existencia veinticinco millones de personas, se unen la malicia y negligencia de Autoridades de todo orden que, amparadas en un Poder claudicante, carecen de autoridad y prestigio para imponer el orden y el imperio de la libertad y la justicia.
¿Es qué se puede consentir un día más el vergonzoso espectáculo que estamos dando al mundo?
¿Es qué podemos abandonar a España a los enemigos de la Patria, con un proceder cobarde y traidor, entregándola sin lucha y sin resistencia?
¡¡Eso no!! Que lo hagan los traidores, pero no lo haremos quienes juramos defenderla.
Justicia e igualdad ante la Ley os ofrecemos. Paz y amor entre los españoles. Libertad y fraternidad exentas de libertinaje y tiranía. Trabajo para todos. Justicia social, llevada acabo sin enconos ni violencias y una equitativa y progresiva distribución de la riqueza sin destruir ni poner en peligro la economía española.
Pero, frente a eso, una guerra sin cuartel a los explotadores de la política, a los engañadores del obrero honrado, a los extranjeros o a los extranjerizantes, que directa o solapadamente intentan destruir a España.
En estos momento es España entera la que se levanta pidiendo paz, fraternidad y justicia; en todas las regiones, el Ejército, la Marina y Fuerzas de Orden Público se lanzan a defender la Patria. La energía en el mantenimiento del orden estará en proporción a la magnitud de las resistencias que se ofrezcan.
Nuestro impulso no se termina por la defensa de unos intereses bastardos, ni por el deseo de retroceder en el camino de la Historia, porque las Instituciones, sean cuales fueren, deben garantizar un mínimo de convivencia entre los ciudadanos que, no obstante las ilusiones puestas por tantos españoles, se han visto defraudadas, pese a la transigencia y comprensión de todos los organismos nacionales, con una respuesta anárquica, cuya realidad es imponderable.
Como la pureza de nuestras intenciones nos impide el yugular aquellas conquistas que representan un avance en el mejoramiento político-social, y el espíritu de odio y venganza no tiene albergue en nuestros pechos, del forzoso naufragio que sufrirán algunos ensayos legislativos, sabremos salvar cuanto sea compatible con la paz interior de España y su anhelada grandeza, haciendo reales en nuestra Patria, por primera vez, y por este orden la trilogía FRATERNIDAD, LIBERTAD E IGUALDAD.
Españoles: ¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!»
«¡¡¡VIVA EL HONRADO PUEBLO ESPAÑOL Y MALDITOS LOS QUE EN LUGAR DE CUMPLIR SUS DEBERES TRAICIONAN A ESPAÑA!!!»