Opinión

El último beso del imbécil (1/2)

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A finales de los años 60 y comienzo de los 70 sonaba una canción que encantó a los venezolanos: “El último beso”. Los intérpretes eran unos muchachos de una agrupación llamada “Los 007”, que eran unos maestros del fusil, agarraban cualquier tema de éxito en el mercado anglosajón y lo adaptaban al español.

La letra de la canción hacía llorar, porque el autor lamentaba profundamente la muerte de su amada, que el señor “se la quitó” en una circunstancias que… ¡carajo! pobrecito, de verdad, en plena flor de la vida ¡zaz! la muchacha se muere, pero le da tiempo de darle un último beso y desear resignado a unirse con ella.

La cosa pasó así: El muchacho iba manejando su carro, en esa hora peligrosa donde ya no es de día, por lo que no se ve bien, pero tampoco es de noche, por lo que las luces del carro no alumbran un cuerno. Pero sin pararle mucha bola a ese detallito el muchacho iba manejando a más de cien kilómetros por hora, y como si esto no fuera ya bastante peligroso, decidió que era buena idea prender las luces internas para ponerse a leer vaya usted a saber que carajos. Que suerte que eso era en la época pre celular, porque si es hoy lo mismo y se pone a chatear por whatsapp.

Estaba correctamente señalizado que había un desvío, por alguna reparación en la vía, supongo yo, pero claro, a 100 kilómetros por hora, y leyendo no se sabe qué, ni lo vio y terminaron en el fondo de un barranco.

Luego el muchacho, muy dolido, clama: ¿Por qué se fue? ¿por qué murió? ¿por qué el Señor me la quitó?…

¡CARETABLA! ¡cínico! ¡no se murió, grandísimo desgraciado, tú la mataste! La mataste porque eres un irresponsable de mierda que maneja buscando matarse o matar a otro, que fue lo que conseguiste, y mataste a una pendeja, porque yo en primer lugar te hubiera armado maraco ’e peo para que pusieras cuidado manejando, y en segundo, si me llegas a hacer eso, en lugar de un último beso lo que te doy es el último carajazo. Y ya mencionemos que con toda seguridad no moriría con una sonrisa en los labios, como murió la imbécil, sino mentándote la madre.

Pero en fin, allá que venezolanos de toda edad y clase social andaban por ahí soltando los mocos, porque es que la canción era muy triste, cuando lo cierto es que era una oda a la irresponsabilidad y el cinismo más absoluto.

Más o menos por aquellos años en que estuvo de moda esa canción, nací yo, justo, justo, en el inicio de la decadencia venezolana, en esos años que daría inicio a la Venezuela Saudita, fundamento de la tribu “Tabarato” que sería el primer escalón para terminar siendo los pioneros “balseros del aire”. En el entreacto veríamos la transformación de una Venezuela rural y campechana que pasaría a convertirse en una Venezuela urbana, maleducada y sucia.

Y aquí estamos hoy, como el muchacho aquel, preguntando ¿por que sé fue? ¿por qué murió? ¿por qué el señor me la quitó? ¡PORQUE LA MATAMOS NO JODA! Dejen la preguntadera imbécil.

En estos días estaba en un foro de discusión política, un sitio donde conforman una mayoría cuyo pensamiento es más o menos así:

“Los buhoneros son unos abusadores, porque compran mercancía en cantidad y la revenden. Ellos causan escasez”

“Es que en este país no hay gobierno, tienen que intervenir y regular el precio de (aquí meta lo que quiera, colegios, clínicas, estacionamiento y hasta el precio de la tinta de impresora, que lo ha visto) porque el problema es que los empresarios abusan”

“Es deber del estado darle a los ciudadanos trabajo, vivienda, educación, salud y esas cosas (y se descuida uno resulta que el estado tiene que darle a los ciudadanos hasta los condones) porque esos son derechos fundamentales”

“Porque no es posible que Venezuela, siendo un país rico…”

“Lo que pasa es que el venezolano es un pueblo muy pacífico”

Y frases por el estilo.

Yo voy a desmontar, y esta vez sin importar lo largo que me quede el artículo, cada uno de estas pendejadas, y no le voy a decir mito, porque mito es un historia poco creíble, estos son pendejadas que se creen y repiten los pendejos.

Si usted, mi querido lector, se siente aludido e insultado porque usted es de los que se cree y repite estas pendejadas, no se ofenda, créame que mi ánimo no es insultarlo, solo describirlo.

“Los buhoneros son unos abusadores, porque compran mercancía en cantidad y la revenden. Ellos causan escasez”

Los buhoneros no son abusadores, son especuladores y ¿sabe usted lo que es un especulador? Pues según los señores de la Real Academia Española, especular es: “Efectuar operaciones comerciales o financieras, con la esperanza de obtener beneficios basados en las variaciones de los precios o de los cambios”.

Es decir, cuando usted decide que es buena idea ahorrar su churupos en dólares o en oro, para protegerse de la devaluación, usted está especulando. Cuando usted compra ese televisor en una tienda porque estaba a buen precio y se ahorra unos centavitos, usted se convierte en especulador.

Los buhoneros no generan la escasez, se lucran de ella, especulan con ella, pero no la generan, la aprovechan. Los buhoneros son, en consecuencia, un síntoma.

Seamos puntuales. Supongamos que hay escasez de… papel tualé, no se asuste, es solo un ejemplo. El papel tualé cuesta, digamos que Bs. 19 porque está regulado y los buhoneros lo compran a precio regulado y lo venden a 40.

Supongamos también, y aquí si hay que echarle cerros de imaginación, que el gobierno libera el precio del papel.

Mucho empresarios sacarán sus cuentas, hay mucha gente que necesita papel tualé, porque ya sabemos que existe el vicio burgués de limpiarse el rabo y ese empresario sabe también que tiene la posibilidad de vender un producto con gran demanda. Eso se conoce como “nicho empresarial”.

Algunos de esos empresarios pensarán que es buen negocio importar, porque les cuesta 25 importarlo, y lo pueden vender a 30 o a 35. Otro pensarán que es buen negocio hacerlo, y que lo pueden vender a 28, o a los mismos 35.

Entonces… ¿le compraría usted papel tualé a un buhonero que lo vende a 40? ¡claro que no! Y ahí se acabó el negocio del buhonero.

En la medida que el mercado se vaya equilibrando, entrará el tema de la oferta y la demanda. Si hay mucha gente que desea papel, pero no hay suficiente papel, el precio tenderá a aumentar, los empresarios verán que pueden venderlo a más de 35 y traerán más papel, para vender más papel.

Hasta satisfacer el mercado, entonces la cosa se invierte, porque cuando llegue el momento en que exista más papel que gente que quiere comprarlo, el precio bajará, porque alguien dirá: “estoy vendiendo menos, para vender más voy a venderlo a 32 en lugar de a 35” y ese por supuesto venderá más, hasta que llegue otro y diga: “aquel me está jodiendo el negocio, porque lo está vendiendo a 32, yo lo voy a poner a 31…” y así sucesivamente hasta que llega el punto de equilibrio, donde la oferta y la demanda se armonizan.

Solo un imbécil puede pensar que los buhoneros son los causantes de la escasez, y el problema no es que sean imbéciles, el problema viene cuando al imbécil le dan un carné, como pasó con Samán.

Y ahí es donde sale un pendejo a preguntar: “¡Dios mío! ¿pero que hemos hecho para merecer esto? ¿de donde salieron individuos como Samán en este país? ¡DE USTEDES MISMOS, NO JODA!

CONTINÚA EN: El último beso del imbécil (2/2)