Opinión

Hablando seriemente: receta de torta de suero de leche

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He pensado últimamente que voy a dedicarme a escribir sobre… series de TV, que veo un montón, o sobre truquitos para superar la crisis, sobre consejos de belleza, consejitos pedriátricos… incluso sobre ficción, tengo en la cabeza una historia de unos ángeles que bajaron a la tierra y tuvieron hijos con los humanos, entonces quedó una raza que parece humana, pero no es, son seres especiales con poderes y la protagonista tendría el don de la empatía, pero en superlativo. Claro, lo que pasa es que estos seres no saben lo que son, y hay una sociedad secreta que se dedica a reclutarlos…

¡En fin! Que quiero dejar de escribir de política y dedicarme a escribir cosas serias, los chistes estaban bien cuando era más joven, pero uno ya tiene sus años y esto se empieza a ver ridículo.

No se rían, no es chiste. Bueno, la política si es chiste, pero no lo que yo estoy diciendo, es en serio, muy en serio, ya van a ver, se los voy a demostrar.

Leo que uno señores de oposición se fueron hasta la sede de la Unión Europea, a pedirles… ¡oído al tambor! a pedirles que investiguen si el presidente de Venezuela es venezolano o colombiano. Se pregunta uno (y los señores europeos más) ¿que carajos tiene que ver la Unión Europea con que Venezuela se deje montar un presidente colombiano, cubano, chino o guatemalteco? Pues lo aclara uno de los señores que le dice a la prensa que: “Esto no es solamente un problema de los venezolanos, es un problema de seguridad nacional” ¿y de quién sino de los venezolanos es problema la seguridad nacional de Venezuela? ¡misterio!

Eso no es serio, me perdonan, pero no es nada serio, eso es un chiste, y malo.

Por otro lado el señor Capriles hace una gira por varios países, algunos no quisieron reunirse con él y al mismo tiempo, el rehúsa reunirse con los exiliados. Luego algunos se quejan, porque quienes no se quisieron reunir con Capriles no son demócratas, pero los que se quejan de que Capriles no quiso reunirse con él son “divisionistas, tontos útiles del gobierno”.

¿Eso es serio? ¡eso no es serio!

Ahora, eso no aplica solo a los líderes, se lleva también en la oposición de a pie. Resulta que tienes que votar para salir de la dictadura, porque en democracia las cosas se cambian votando… ¡coño! ¿pero no me acabas de decir que estamos en dictadura? Y si estamos en dictadura ¿que cojones tiene que ver que en democracia se vote si esto no es democracia?

¿Eso les parece serio? ¡eso no es serio!

Para arreglar este desaguisado ya tenemos la solución: Vamos a llamar a una constituyente. Porque una constituyente tiene poderes supraconstitucionales, si logramos formar una constituyente nos agarramos el coroto completico. Eso sí, no pregunte usted como carajos vamos a hacer con el CNE, porque si no nos dan la presidencia, mucho menos poderes constitucionales, pero esta es la altura en que yo pregunto por ese detallito, y no hay un solo partidario de la idea que me resuelva mi duda.

No es serio.

Y así vamos, contando chiste y haciendo el más clamoroso ridículo sin que siquiera nos asomen los colores, porque lo último que nos quedaba por perder no era el sentido común, sino la vergüenza.

Dicho esto, paso a un tema serio, pero serio, serio, serio…

El otro día compré un suero, que no sé que cruce de cables tuve yo confundiendo el suero con la nata, pero bueno, ya comprado y abierto me daba pena perderlo, que la masa no está pa’ bollos. Así que me busqué una receta que incluyera suero de leche, conseguí una de una torta, un bizcochón, y me llamó a atención porque eso de torta con suero de leche no lo había visto yo en mi vida. Además la hice con miedo, porque a mí las tortas se me dan fatal, todos los postres, soy sincera, que yo de la gelatina no paso (y a veces me queda chueca, con eso digo todo).

La cosa es así:

4 huevos (por la módica suma de 80 Bs. el cartón de huevos)
Harina (si consigue)
Azúcar (si consigue)
Suero de leche
50 gramos de aceite de sabor suave (girasol o algo así)
16 gramos de polvo de hornear
Ralladura de un limón.
Precalentar horno a 180 grados.

Como verán no puse las cantidades de la harina, ni la leche, ni el azúcar, esto es porque hay que pesar los huevos, usted parte sus huevos (los de la gallina, no los suyos-suyos, que le va a doler y además solo son dos) y los pesa, lo que pesen los huevos, que es alrededor de 200 gramos, dependiendo del tamaño, pues lo mismo le pone de suero, de harina y de azúcar.

Lo primero es batir los huevos con el azúcar hasta que forme una mezcla amarillo suave y un poco cremosa, es decir, hasta que se disuelva todo el azúcar. En ese punto se le añade el aceite, el suero, la ralladura y la harina de último (ya mezclada con el polvo de hornear).

Se coloca la mezcla en un molde encamisado con aceite y harina (yo lo hago porque lo dice la receta, pero igual se me pega) y se hornea por 30 minutos. A mí me queda lista a los 30 minutos clavados, le meto el cuchillo y sale limpiecito, que es como dicen los conocedores que se sabe si está lista.

En cuanto al molde hay que tener ojo, que sea un molde que deje espacio suficiente, porque crecer, crece un montón, queda muy esponjada, ideal para la merienda de los nenes y los no tan nenes, porque lo único malo que tiene es que dura lo que un suspiro.

Eso es un tema serio, a lo mejor no más importante, pero sí más serio.

Ahora, si la quiere hacer al estilo de la política venezolana, lo huevos se los pone con cáscara y todo, dele tres vueltica a los ingredientes con una paleta y cocínelo en la hornilla, cuando le salga una mierda no olvide de decirle al vecino que investigue porque no le salió la puñetera torta pese a haberle puesto todos los ingredientes requeridos, y que se ponga las pilas, porque ese es su problema también (del vecino) y por sobre todo, no muestre la más mínima vergüenza por esa actitud tan surrealista y ridícula.

Ya otro día les cuento sobre las series, para que hablemos seriamente ¿o será seriemente?

¿Que sí estoy jodiendo o me volví loca? Bueno, un poco de ambas, aunque loca ya estaba desde hace tiempo, pero no me negarán que aún así me veo más seria y coherente que “los serios” de la política.