Opinión

¡Que bolas tiene @alcaldeledezma!

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Mi padre me cuenta que un día vio a un político, de esos más o menos conocidos, caminando por la Av. Nueva Granada. Me dice que iba casi solo, con cuatro gatos detrás, haciendo campaña porque dizque se iba a lanzar a Alcalde de Caracas.

Y dice que cuando lo vio pensó: “¡que bolas tiene este carajo! No tiene ni gente, que va a estar ganando nada. Yo no entiendo para que se lanza gente así, sí saben que no van a ganar.”

Pero al tiempo lo volvió a ver y ya no tenía a cuatro gatos detrás, sino a unos 100. Efectivamente, no solo se lanzó como candidato, sino que ganó. El “carajo de las bolas” era Antonio Ledezma.

Y bueno, realmente no se equivocó mi padre, aunque lo haya dicho con otro significado, lo cierto es que… ¡que bolas tiene ese carajo!

Pero si les digo la verdad, y pidiendo me perdonen el francés utilizado, no son las bolas lo que yo le admiro, sino la constancia, no solo lo admiro, sino que sinceramente, hasta envidia me da.

Antes de que se hagan o me hagan la pregunta, no, a mí no me paga Antonio Ledezma, lo vi una vez y le dirigí solo dos palabras: “Mucho gusto”. Ese es todo el contacto que he tenido con él. ¡Ah! ¡mentira! ¡mentira! En estos días le escribí un tuit y me lo respondió. Ahora sí, ese es todo el contacto que he tenido con él.

Antonio Ledezma me recuerda un poco lo que decía Bruce Lee sobre el agua, que fluye suavemente, pero es capaz de desgastar las rocas. Desde que tengo memoria de sus apariciones, siempre ha mantenido la misma posición. Estando en la MUD, estando fuera de la MUD, cuando la opinión pública le va a favor, cuando le va en contra, él siempre tiene la misma posición.

Él se traza un camino, supongo que el que cree correcto, y por ahí se va, si lo acompañan, bien, si no lo acompañan, bien también, pero que lo acompañen o no, no es condicionante para que él abandone el camino que se ha trazado.

Pero en fin, que si me pidieran describir a Ledezma en dos palabras, serían “constancia y coherencia”, nunca le he visto abandonar, ni le he visto contradecirse, y viendo como está el patio y los artistas participantes, eso no es poca cosa.

Cierto que no es un hombre carismático, vamos, que no es que despierte pasiones, pero tampoco lo era Isabel “La Católica” que dicen que era más sosa que un pan con yuca, y sin embargo, construyó un imperio, ni lo era Churchill, que dicen que era hasta pedante, pero salvó a Europa del nazismo.

¡Y hasta aquí! No sigo, porque esto ya parece la “Granja Ladera” y quienes me conoce saben que me cuesta un cerro decir algo positivo de algún político, que les tengo harta desconfianza y hasta repelús. Más de una vez me he puesto a apoyar a algún político y ¡tacata! termina poniendo la torta y ¿que quieren? Como dicen en mi pueblo, el que se quema con leche, cuando ve la vaca, llora.

En fin. Estamos en momentos cruciales para el país, no es tontería, ni es hora de tomarse la cosa con soda, las cosas están mal, muy pero que muy mal. Venezuela hoy se parece a un yogurt o un pote de leche, con fecha de vencimiento: Consumir antes de (ver Constitución). Y al igual que el yogurt, lo de la fecha Constitucional te lo ponen en el rabo del pote, con toda la intención de ver si a uno se le olvida, pasa base por bola y compra el yogurcito caducado.

Resulta que el presidente electo no está, ni tiene pinta de aparecer a tiempo, a todas estas, ignoramos realmente por que es que no aparece, DICEN que porque está pachucho, pero DICEN que se recupera, y DICEN que si no viene ahora, vendrá luego, y DICEN que es porque se operó, y DICEN que es por un cáncer que le dio.

Pero apartando los “DICEN”, no sabemos un carajo, porque lo cierto es que lo mismo y lo tienen amarrado en un cuarto de paredes acolchadas, o lo abdujeron los marcianos, o se lo llevó un perro en la boca.

No sabemos ni siquiera si es cierto que tiene cáncer, menos si se puede recuperar para ejercer el mandato popular, también apartando los “DICEN”, por lo que sabemos, puede estar en Varadero tomando piña colada, o en un congelador de una morgue cualquiera.

Y ante esta situación, la amenaza se cierne sobre el país, Maduro dice que el sigue siendo el vice presidente encargado después del final del período constitucional, cosa muy contraria a la Constitución, Cilia Flores dice que no es presidente electo, sino reelecto, cosa que tampoco aparece en la Constitución, y en resumidas cuentas, la única forma de salir de esto, es saber a ciencia cierta donde y en que condiciones está.

Los venezolanos nos mantenemos informados por las redes sociales, por medio de otros ciudadanos que algo cuentan y que gozan de cierta credibilidad y la gozan porque cuentan el chisme (que no son más que eso, chismes) y más atrás viene el gobierno y los corrobora. Que ojo, tampoco sabemos si es un tejemaneje raro del mismo gobierno. Gobierno que dejará de serlo con el fin del período constitucional. Pero para remate, ahora les dio por perseguir tuiteros.

En todo este rollo, que es complicado hasta de contar porque parece teleculebrón malo de los años 80, una de las pocas, poquísimas personas a la que le he escuchado pedir cosas coherentes, es al alcalde Antonio Ledezma. Pide lo lógico, que hay que ir a Cuba y ver si el presidente está ahí, como está, si es previsible que regrese algún día y si regresa, si será por su propio pié o en contenedor de pino.

Ahora bien, yo he llegado a la conclusión que debo ser muy alarmista, que no estamos a punto de entrar en una dictadura con un gobierno de facto, que las cosas no están tan mal como yo las veo, que… ¡vamos! que soy una loca conspiranóica que ve peligros donde no los hay, que el país está bajo total normalidad y fuera de riesgo alguno.

Tiene que ser así, debe ser así, de otro modo no me explico que Antonio Ledezma vaya por ahí como cuando lo vio mi padre, caminando con cuatro gatos detrás. Porque si el país estuviera en peligro, y Ledezma fuera la voz sensata, lo lógico sería que los ciudadanos lo apoyáramos en masa, lo usaríamos como punto de cohesión para nuestras inquietudes, lo tendríamos de voz, porque después de todo, dice lo mismo que decimos los opositores de a pie, con la diferencia de que él tiene un poco más de poder político, puede hablar en cámara, podría hacer mucho… si tuviera más gente que le apoyara ¡pero no la tiene!

Yo quisiera que alguien me explicara ¿por qué no apoyamos a Ledezma? Yo puedo hablar por mí, quizá no me he acercado porque estoy pelada de tanta patada y desengaño, quizá porque fue tanta la patada que recibí de políticos a los que me acerqué con la intención de ayudar y hacer algo, que ya ni lo intento, y me he vuelto desconfiada. Y como yo, muchos.

Pero también sé que la inmensa mayoría está más que dispuesta a sacar su racarraca y su pito para apoyar al primer bolsa que medio quiera hacer campaña hasta por una junta de condominio ¿Por qué no les sirve Ledezma? ¿demasiado sensato para el gusto imperante? ¿demasiado coherente? ¿corremos el riesgo de hacer las cosas correctamente y eso nos da miedo?

No entiendo, les juro que no entiendo por que el venezolano, y me incluyo, tiene esa manía autodestructiva de apoyar todo lo que le sea lesivo o inocuo y espantar con furia cualquier cosa que le pueda favorecer.

Lo bueno de esto y algo de esperanza me da, es que no importa que tan cabeza ’e ñame seamos, ni que tan indolentes, Ledezma seguirá allí, erre que erre con su lucha y quizá algún día, quizá 100 gatos nos desperezaremos y caminaremos con él. Ya lo ha hecho antes.