Opinión

Los años de la marmota

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Hay una película llamada “El día de la marmota”, en España llevó el título de “Atrapado en el tiempo”.  Básicamente la película va sobre un reportero que es enviado a un pueblo a cubrir el festival de la marmota, una tradición en EEUU y Canadá que consiste en acudir a la madriguera de la marmota el 2 de Febrero, si la marmota sale de la madriguera es que la primavera viene pronto, pero si sale y se vuelve a meter, quiere decir que aún quedan 6 semanas de invierno.

Pero la película no va sobre la marmota, sino sobre el reportero, que por alguna razón que ya no recuerdo se encuentra atrapado en ese día, se despierta y el día está comenzando, para dormir y despertar en el mismo día.  El único que parece darse cuenta que el día se repite es el reportero, por lo que se producen situaciones hilarantes al intentar el pobre muchacho cambiar los acontecimientos que ya sabe que van a suceder, cosa que no consigue, por lo que aumenta su desesperación. Solo cambian detalles, pero nunca el resultado global. Llega un momento en que el cansancio lo vence y se limita a dejar que las cosas pasen, con una cara de ladilla espantosa. Por desgracia la película es bastante vieja y no recuerdo como termina.

¡Bueno! Señores, a riesgo de parecer loca, tengo que comunicarles que estoy atrapada en “los años de la marmota”, sí, es que no todo puede ser de película y lo mío no es un día, son años, y mi ciclo se reinicia justamente cada vez que hay elecciones en este país. ¡Igualito que en la peli! Pero clava’o, es que la cosa es idéntica.  Yo también trato de cambiar los acontecimientos, pero ¡nada! No hay forma, la vaina se repite, y nadie más que yo parece darse cuenta del asunto, que las trama se repite, se repite y se repite.

Ayer un amigo me decía: “¿tú crees que si Capriles no fuera un peligro el gobierno lo atacaría tanto?” ¡carajo! Pregunta novedosísima, ya me la hicieron antes… solo que cambian algunos detalles, por ejemplo, hace 6 años me dijeron: “¿tú crees que si Rosales no fuera un peligro el gobierno lo atacaría tanto?” y es que hasta me llegaron a preguntar: “¿tú crees que si Arias Cárdenas no fuera un peligro el gobierno lo atacaría tanto?”.

¡Pues sí! Si lo creo, y lo creo porque en el gobierno atacar es un estado basal, ataca a los líderes, ataca a los mandatarios de otros países, ataca al clero, ataca a los estudiantes ¡ataca a cuanta vaina se mueva y/o respire! Esa es su naturaleza, no importa que sea o no sea una peligro, ellos atacan, pensar que atacan porque perciben un peligro es ser muy inocente, pero peor aún, es no tener siquiera memoria a mediano plazo… es estar en un eterno día del a marmota, sin darse cuenta.

Pero no solo esa pregunta es cíclica, lo es también la actitud, elección tras elección se cometen los mismos errores, y cuando los pocos que, por alguna curiosidad científica no vivimos el día de la marmota, alertamos sobre el tema, la reacción es la misma.  Los que no son muy amigos nos rellenan con cualquier cantidad de insultos, nos llaman chavistas, apátridas, conspiradores, que tenemos oscuros intereses para hacer que perdamos las elecciones, y los amigos sencillamente nos evitan, se hacen los locos, nos lanzan comentarios con cara de indulgencia que vienen a interpretarse como: “¡coño! Tú siempre con tu pesimismo, la vaina esta vez, es distinta”, pero ambas reacciones se resumen en lo mismo… ¡lero lero no te oigo soy de palo tengo orejas de pescado!

Luego… pues pasa lo que pasa, que la marmota no sale de la madriguera, cosa que ya sabíamos, y que los demás, los que no se percatan de los repetitivo del ciclo, asumen con un inicial estupor y una posterior depresión de caballo.

Empiezan entonces las autoexcusas: “Es que yo creí”, “yo pensé”, “yo nunca me imaginé”… y las sentencias: “pero esta es la última vez que yo confío en esos cabrones”. ¡Paja! En cuanto vienen las próximas elecciones se repite el ciclo.

No es con mis denuncias con lo que cuenta el gobierno, no, es con el olvido de las mayorías, esos que cada elección olvidan que nos tienen ya 13 años como enfermos en la cama, enfermos a los que se les brinda el oxígeno de la esperanza para que no se mueran, pero no tanto oxígeno como para que se paren. Y en cada ciclo el mismo pensamiento: “ahora sí, con esta bocanada de oxígeno ¡me paro!”.

De lo que no se percatan es que con cada ciclo, hay más de uno que se cansa y rehúsa a repetir el día de la marmota.

Me decía mi amigo que la encuestas están mal, es normal, es parte del “esta vez es distinto”.

Les voy a explicar el cuento de las encuestas.  Las encuestas miden la gente que va a votar a favor de una oposición u otra, lo que no miden las encuestas en época de elecciones es cuanta gente NO va a votar.  Señores, los votantes del chavismo no dejarán de votar porque los diputados de la oposición no hagan su trabajo, a ellos se las suda si los diputados opositores pasan por el congreso a puro votar o cuando piensan que tienen una oportunidad de “lucirse” frente a las cámaras.  Los votantes del chavismo no se van del país en masa después de cada elección, los votantes del chavismo son unos fanáticos o limosneros que están allí o bien porque creen en el proceso (lo que quiera que sea que signifique eso) o porque reciben dinero.

Entonces, no es que esta peste de gobierno suba en las encuestas ¡es que nosotros bajamos! Y bajamos porque cada día somos menos, mientras que ellos siguen siendo los mismos.

¿Esto se puede cambiar? ¡sí! ¡claro que se puede! Si logramos dejar de repetir el ciclo.  Solo cuando aceptemos la realidad, aunque no nos guste, podremos comenzar a cambiarla, igual que el alcohólico solo puede iniciar su curación el día que acepta que tiene un problema, mientras el alcohólico sigue en sus trece con que: “yo controlo” y “lo dejo cuando quiera”, no puede enfrentar su problema.

En fin, que creo que ya estoy llegando al punto de la ladilla extrema, me encuentro a pelo de rana calva de decirle a mis amigos que no me hablen hasta después de las elecciones ¡total! Igualito sé que me voy a tener que calar los llantos, lamentos y despechos cuando la marmota salga y, como es previsible, se vuelva a esconder en su madriguera, porque aún faltan 6 semanas más de invierno.  Mientras tanto y siguiendo el consejo del genial Kotepa, escribo, que algo queda.