Opinión

Lo que no sabías de tu Huguito interno

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Estoy en una licorería, después de quejarse amargamente sobre el gobierno actual caemos en el tema de la escasez, la chica se indigna ¡han conseguido a un acaparador de leche! ¡como es posible! No es justo que habiendo gente que necesita leche otra persona la compre y la guarde ¡no es justo! Cuando le argumenté que si la persona había comprado esa leche con su dinero, conseguido de forma honesta, tenía todo el derecho del mundo de hacer lo que le diera la gana con eso, era ¡suyo! y uno con lo que le pertenece hace lo que le da la gana. Ante ese argumento se limitó a negar con la cabeza, así, sin poder responder, pero lo cierto es que desde ese día me voltea los ojos cuando me ve.

Otro lanza un tuit, indignadísimo porque un chino tenía café guardado en su negocio cuando el tenía que peregrinar por conseguir café, le respondí lo mismo que a la otra, es más, le dije que con quien tenía que indignarse era con el responsable de que no existiera café en abundancia en el país, no con quien lo consiguió y a quien le pertenece. No hubo respuesta, pero nunca más me ha lanzado un tuit con un ahí te pudras, lo que viene a ser el equivalente virtual de la volteada de ojos.

Una amiga se molesta por mi oposición a la ley antitabaco, le digo que es violatorio al derecho sobre la propiedad que a alguien le digan lo que puede o no puede permitir en su local, ella me dice que lo que no es justo es que si a ella le gusta jugar bingo tenga que hacerlo respirando humo de tabaco solo porque el propietario piensa que tabaco y juego van juntos.  Me escandalizo ante el argumento, me parece increíble que alguien invoque su derecho “humano fundamental y supraconstitucional” a jugar bingo por encima del derecho a la propiedad de otra persona.  Tampoco ahí hubo respuesta, pero siguió en sus trece.  A esta tengo que reconocerle que al menos no me quitó el habla ni me volteó los ojos, pero sé que quedó muy convencida de que es más valioso que ella pueda jugar bingo a que el otro disponga del fruto de su trabajo.

Leopoldo López ha sido recientemente habilitado por el TSJ para ejercer sus derechos políticos, tal y como lo ordena la CIDH, después de meses de resistencia por parte del poder judicial del estado, al fin se le ha dado lo que por legítimo derecho le pertenece. Y un tuitero, sin mostrar prueba alguna, dice que eso fue negociado por López con el gobierno nacional, a pesar de que el acusado lo ha desmentido, hay quien da por buena la información, no hay pruebas, no hay siquiera indicios, pero el chisme se acepta como cierto y es suficiente como para descalificarlo. Se ha sentenciado, en resumen, a una persona por un chisme.

A muchos les he leído y escuchado, clamando por una regulación de precios para las clínicas (es que abusan), pidiendo la cabeza de los buhoneros especuladores, rasgándose las vestiduras por esos malvados que sacan su capital del país, “especulación”, “usura”, “acaparamiento”, “abuso”, son palabras que usan con frecuencia.

Así puedo seguir contando ejemplos hasta el infinito, pero no dejo de preguntarme ¿que pasaría si estas personas que he mencionado, ninguna sospechosa de ser chavista, por cosas de la vida llegara a ser presidente de nuestro país? Les diré lo que pasaría, actuarían exactamente igual a Hugo, serían como Hugo, atacarían los males por sus síntomas y no por su origen y gobernarían a punta de chismes.  Igual que hoy atacan a Leopoldo López basados en un chisme, serían capaces de destituir a un ministro o a un empresario, así sin pruebas, sin nada, solo porque “alguien” lo dijo, pasándose por el Arco de Triunfo el sagrado principio de la presunción de inocencia.

Tomarían durísimas medidas contra los especuladores y acaparadores, sin reparar en que la escasez y la carestía responde a un problema en la producción y no a quien compra de más. Sin entender que cuando un bien o servicio es costoso es porque es escaso y que los precios bajan cuando hay abundancia en la producción.

En pocas palabras, estas persona, que son venezolanos de oposición, terminarían sacando una ley de “precios justos”, y manejarían las decisiones de palacio como si fuera casa de vecindad donde las interrelaciones se basan en los “a mí me dijeron”.

¿El problema de Venezuela son los políticos? ¡no! El problema de Venezuela somos nosotros, porque nosotros, cuando defendemos cosas como las antes nombradas, podemos llegar a la presidencia, y entonces actuaríamos con esos mismos principios que aplicamos en nuestra vida diaria, no puede ser distinto.

Si un ciudadano común y corriente es socialista, defiende el derecho social por encima del derecho individual ¿si llega a presidente será distinto? ¡no! de ninguna manera, seguirá defendiendo el derecho social por encima del individual, pero desde la presidencia en vez de hacerlo desde la ciudadanía.

En lo particular tengo fe de que esto sea un problema de educación, de hacer entender al grueso de la población que una persona que compra mercancía y la guarda es sencillamente un oportunista y que el culpable no es el oportunista, sino quien brinda la oportunidad, que el problema de la escasez no está en que se compre demasiado, sino en que no se produzca suficiente.  Que sea ignorancia y no convicción suponer que a una persona se le puede juzgar por chismes violando el principio de presunción de inocencia.

Tengo fe en que lo que hay es que explicar, que los venezolanos somos inteligentes y estamos dispuestos a comprender el funcionamiento de la libertad, que podremos asimilar el hecho indiscutible de que no hay paz, ni progreso posible si no se tienen clarísimo los conceptos de justicia y libertad, que jamás, jamás podremos progresar si no internalizamos que el derecho a la propiedad es total y absolutamente sagrado, que cuando este respeto se viola se abren las puertas a los demonios de la barbarie, entenderemos que precisamente por eso quien viole la libertad de otros, quien viole la ley que entre todos aceptamos para convivir en paz, debe ser duramente castigado, que la impunidad no es aceptable bajo ningún motivo, pero que solo deben castigarse a los culpables, que no lo serán hasta que existan pruebas firmes de su culpabilidad, pruebas, no chismes.

Ese día entonces emergerá de entre nosotros mismos los hombres que tendrán por responsabilidad manejar los destinos de la nación, y lo harán con sabiduría, mientras eso no pase, Hugo está allí, aún cuando este muera, siempre estará allí, con otro nombre, con otra cara, pero será Hugo, porque el gran problema a resolver no es Hugo Rafael Chávez Frías, el gran problema es que Hugo, no es un hombre, es una forma de pensar, y si bien el hombre es mortal, las ideas no lo son, las ideas son inmortales, y hacen tanto o más daño que el hombre.

Me despido por hoy con la que es mi declaración de principios, mi “constitución” personal, el resumen de todas mis creencias:

Todo individuo tiene derechos inalienables, estos derechos son: El derecho a la vida, el derecho a la búsqueda de la felicidad y el derecho a la propiedad, de sí mismo y de sus bienes.

Estos derechos tienen una sola limitación, y no es otra que el disfrute de estos mismos derechos por parte de otros individuos.

No existe mayoría, ni gobierno alguno que pueda, legítimamente, abolir, conculcar o suspender estos derechos.