Opinión

Political Idol

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Él es político, de profesión digo, se graduó de abogado, como casi todos ellos, pero su profesión es ser político, de eso vive. Tenemos un amigo en común, el amigo no estaba, pero como se suele hacer de los ausentes, hablábamos de él, pero sin él.  Así en la mesa del restaurante de un reputado hotel capitalino nos entreteníamos hablando pajita.

-él tiene miedo de que lo expropien -digo yo- sabes, como es un área sensible con el tema del “bienestar público”, pues tiene miedo, normal, digo yo. -¡Ah, sí! él anda con esa pendejada ¡eso no lo van a expropiar nada, chica! o ¿tú te estás creyendo toda esa paja del comunismo? -¿Por qué no lo voy a creer? ¿no han expropiado que jode? -¡No chica! Pero a los que expropian es a los que se meten en política y andan alborotando. -¿Sí? Pero no fue así en el caso Sur del Lago, y te lo digo porque ese caso lo conozco yo personalmente. -¡En alguna vaina andarían! Déjate pendejadas, chica, la política es así.

Le dije cuatro vainas y dejamos el tema, lo dejé yo, la verdad sea dicha ¿para que discutir? Hubiera sido como discutir con un ser de principios del siglo XVIII de la posibilidad de dos personas conversando en sitios opuestos de la tierra y sin cable que los uniera.

No lo creen, los políticos no lo creen, lo dicen, sí, es un saludo a la bandera, son como el cura ateo que da misa sin creer una sola palabra de lo que dice, pero de eso come, de eso vive, de decir lo que no cree.

Y aquí nosotros, aterrorizados, asustados, desesperanzados, como si de bolero se tratara les pedimos, les imploramos que nos mientan, y ellos mienten… ¡pero mienten tan mal! Vamos, son como el marido braguetero que le jura una y mil veces a su esposa que sería incapaz de serle infiel, pero llega noche tras noche con la camisa pintada, el pelo mojado y oliendo a jaboncito de hotel.

Hace ya… ¿cuanto? ¿un año? Nos dijeron, nos machacaron hasta el cansancio, nos bombadearon sobre la necesidad de tener mayoría en el parlamento, uno tras otro los vimos, William Dávila, Maria Corina Machado, Miguel Ángel Rodríguez, Ismael García… en una lucha descarnada se apuñalaban unos a otros compitiendo a ver quien iba a formar parte los salvadores, esos que se conformarían cual clan irlandés para evitar que se aprobaran esas terribles leyes que nos llevarían por el camino de la perdición.  Y aún cuando no lograran la mayoría por esa infame ley electoral, al menos alzarían la voz ¡nuestra voz! Porque ese era el objetivo, ser escuchados, denunciar, pelear, dejar constancia que es violación, que no es sexo consensuado.

Y hasta parecía cierto, no bien ocuparon el curul empezaron a pelear, ahí los vimos en las cámaras de AsambleaTV, retransmitido por Globovisión ¡que garra! ¡que discurso! ¡bien hecho que se los dijo! ¡así es no jodaaaaaaaa! ¡queeee bueeeena estuvo esa vaaaaina! ¿lo viste?  No, pero seguro lo suben a interné.  Y ahí vamos los pendejos, a mandar correos, tuiters y post en foros para que todo el mundo vea a esos guerreros modernos, en pié de guerra blandiendo el micrófono como si fuera una espada. William Wallace ¡eres un pendejo! ¡retírate que llegaron mis diputados!

Claro, después nos dimos cuenta que en realidad las aspiraciones eran otras, al principio renqueamos un poco, porque ¡carajo! si lo que querían eran una gobernación, una alcaldía o la presidencia ¿pa’ que carajo se lanzan de diputados? Que ahora nos dejan el curul pelado sin saber que gallo se va a montar.  Pero bueno, aún así los amamos, es cosa de reconquistar espacios, ya ganamos la asamblea, ahora vamos por el premio “gordo”.  Da vainita, pero… ¡pa’lante mis gallos! ¡valientes! ¡así se pelea!

Pero resulta que hace más o menos una semana se iba a discutir en la asamblea la nueva ley del ejercicio de la medicina, al principio todo bien, ahí estaban nuestros William Wallace ¡al pie del cañón! Como pasa en estas cosas, pasaban las horas, y las horas, y los guerreros comenzaron la transformación, de héroes épicos pasaron a personaje de H. G. Wells, digo, porque el hombre invisible era de Wells ¿o no? No soy buena para estas vainas.

Poco a poco se fueron, tenía ocupaciones más importantes ¿cuales? Pues convencernos de que debemos votar por ellos (¿no lo hicimos ya hace un año?) para que nos libren de la peste roja (¿ese no era el mismo motivo de hace un año?) porque corremos grave peligro de que se sigan aprobando leyes que nos perjudican mucho.  Y para evitar que se aprueben esas leyes que nos perjudican mucho ¡se fueron pa’l carajo! Dejando que esa ley (que nos perjudica mucho) se aprobara con una contundente mayoría, y cuando digo mayoría es que los chavistas estaban solos, solitos, íngrimos que diría mi abuelita.

¿Encabrona o no encabrona? Resulta que los tipos se lanzaron, sí, mintiendo, diciendo que era para defendernos desde el parlamento, pero ¡paja! La vaina era para agarrar cartel, para poder aparecer regularmente en TV y lucirse, con miras a ganar el concurso de… ¿de qué? ¿Political Idol?
Cuando supe esto me molesté muchísimo, enormemente.  Le mandé un tuiter a María Machado, otro Ismael García, ellos me están pidiendo mi voto, como un mínimo de respeto creo que merezco saber que hicieron ese día ¿se quedó alguien de la oposición en el parlamento cuando aprobaron esa ley? ¿estaban ellos entre esos “alguien”? ¿que cosa tan urgente les separó de su trabajo ese día? ¿quien murió? ¿quien enfermó? ¿que cosa tan tremenda le impidió a nuestros diputados cumplir con la labor que nos juraron que iban a cumplir?  Demás está decir que no me han contestado ni para mentarme la madre ¡nada! ¡ni pio!

Pero lo entiendo, de verdad, aquel día con mi amigo tuve plena consciencia de como me perciben, digo, a mi y a quienes creen que esto es una dictadura a todo mecate, con presos políticos, asesinatos, destierros y demás.  Lo sentí, lo vi, lo vi en sus ojos: Soy una loca paranoica que se inventa vainas igualito que los hipocondríacos se inventan los infartos. Una loca que se angustia por nada.  Así de simple.

Es tan natural su posición, tan convincente el asunto, que llego a cuestionarme, me digo a mi misma: “mi misma… ¿tú no estarás exagerando, mija? De tanto leer y ver vainas ¿no te habrás pasado de vuelta?”.

Pero ahí mismo me respondo, yo no me inventé a la dignísima Juez, así en mayúscula, María Lourdes Affiuni, no me imaginé aquella escena dantesca de madres corriendo con sus hijos en brazos para escapar del ataque de la Guardia Nacional en Los Semerucos, no es producto de mi mente calenturienta los hoteles invadidos de gente damnificada a cuenta de orden gubernamental, no es mi imaginación la que provoca la peste a cadáver en Bello Monte, no son imaginarios los ganaderos arruinados después de toda una vida de trabajo en el Sur de Lago, no es un personaje de mi imaginación un comisario Forero enfermo y tratado en condiciones inhumanas, o Simonovis, en iguales condiciones, no… no es mi imaginación.

Mientras yo comía allí con mi amigo, vista puesta sobre una imponente Caracas por una gran ventanal, mi país agoniza, el futuro de mis hijas sangra, la vejez de mis padres se estremece ¡yo no me lo estoy imaginando! ¡es así! ¡es así!

Señores diputados ¡respondan! ¡respondan carajo! Ustedes están ahí porque nosotros los pusimos ahí, ¡respondan! ¿que pasó ese día? ¿por que nos dejaron solos ese día? ¿tampoco ustedes lo creen? ¿tampoco creen que el país se muere? ¿somos locos? ¿estamos locos los que los montamos ahí en un grito desesperado? ¡díganlo! ¡tengan cojones! Digan que estamos locos, que somos unos exagerados ¡díganlo! Digan también… si están en la presidencia y les ofrecen la presidencia de la ONU ¿van a salir corriendo y le devuelven el coroto a Hugo?

Honestamente, lo que más me duele no es esta traición, no es la superficialidad de ellos, lo que realmente me duele es que nosotros volteemos la cara, que seamos el cabrón enamorado que espera en la puerta de “la pieza” a que la amada termine de trabajar, fingiendo que no sabemos lo que pasa allí adentro… o peor, que no es tan grave.  Quizá es cierto eso que tanto me he negado a creer, quizá, tenemos justo lo que merecemos.