Opinión

Radical

Imagen principal

Me llama mi madre para comentarme un texto escrito por mí: “Tienes mucha razón, se lo decía a tu padre, está buenísimo… ¡es que eres tan radical!”. ¿Y por qué soy yo radical? Bueno, porque a una chavista que se ufanaba de haber hecho colas para votar por Hugo, una a la que le importó un carajo los millones de personas perseguidas y con la vida destruida por la lista Tascón, “su” comandante le quitó su casa y negocio dejándole prácticamente en la indigencia, y mi reacción ante su desgracia fue escribirle que ya que tanto le gustaba la revolución, ahí tenía revolución, que se jodiera.  Por eso soy radical.  Le dije “mami ¿y por eso soy radical? ¿tú no estás de acuerdo?” Y ella me respondió: “es que dices lo que todos pensamos pero nadie se atreve a decir”.

Una amiga me llama radical ¿que por qué soy radical? Pues porque discutíamos sobre la ley antitabaco, le decía yo que era insólito que una persona no pudiera decidir si se podía o no se podía fumar dentro de su propiedad.  Ella me responde que el problema es que si a ella le gusta jugar bingo, entonces ¿solo porque el dueño del bingo cree que jugar y fumar son cosas que van de la mano ella no puede jugar sin respirar humo de tabaco?.  Cuando la interrogué sobre si le parecía realmente lógico que su derecho humano y supraconstitucional a jugar bingo estuviera por encima del derecho a la propiedad de otra persona, su respuesta fue que yo era una radical.

Sí, resulta que soy radical, pedir que una persona que ha hecho mal asuma las consecuencias de sus malas decisiones es ser radical. Si un obrero que clamó y gritó para que le quitaran la empresa a sus legítimos dueños tiene como resultado estar bien jodido, es radical que yo diga que tiene ni más ni menos que lo que merece ¡que siga jodido!

Supongo que para no ser radical he de promover que lo perdonen y luchar yo por los derechos que él mismo tiró a la basura.

Francisco de Miranda era un radical también.  En aquellos años se quejaban amargamente los ciudadanos de dos cosas, los altos impuestos y la tiranía de la Casa Guipuzcoa. En aquel entonces solo esa casa podía importar a estas tierras, por lo tanto eran ellos los que decidían que, como y a que precio se consumían productos importados.  Miranda dio un paso adelante, no se limitó a quejarse sino que invirtió su dinero y su tiempo en tomar un barco y venir a dar la pelea contra la tiranía ¡muera la tiranía! ¡viva la libertad! Y a ese grito desembarcó en Venezuela.  Se encontró con que el pueblo de Venezuela, que no es para nada radical, el mismo pueblo que se quejaba de la tiranía, se encerró en su casa a cal y canto, lo dejaron solo con sus pocos hombre para enfrentar el numeroso ejército realista, así que no le quedó más que irse por donde había llegado.

¿Que a que viene esto? Bueno, el lunes de esta semana que casi termina los venezolanos tuvimos el privilegio de ver un debate televisivo.  Lo de debate es un decir, allí no se debatió absolutamente nada, cinco señores se pararon frente a una cámara para decir como piensan convertir Venezuela en el jardín del Edén.  La señorita Machado nos dijo que iba a hacer respetar la propiedad privada, el señor López nos dijo que iba a luchar contra la inseguridad que nos agobia, el señor Pérez nos habló de una misión Andrés Bello, el señor Capriles nos habló de construir montones de escuelas. Y el señor Arria nos dijo lo que todos sabemos, lo que todos pensamos… lo que nadie se atreve a decir, que nada de eso es posible si no hay primero una transición que nos permita poner la casa en orden.  Es que el señor Arria es un radical.

Imaginemos que hemos comprado una casa, una casa que el constructor anterior hizo muy mal, porque se le olvidó un “detallito”, colocarle puertas y ventanas.

Empezamos a buscar otro constructor para cambiar a ese genio de la construcción, y llega el primero: “yo voy a cambiar ese jardín lleno de monte por uno con flores, arbustos y piscina climatizada”, el segundo nos ofrece cambiar la cocina de cartón piedra por una de caoba y cristal ¡con fogón de vitrocerámica! El tercero nos habla de los baños, “¡son unas letrinas! Yo pienso poner piezas sanitarias de la más alta calidad”, el cuarto nos habla de los muebles, rotos y sucios que cambiará por muebles duraderos, bonitos y funcionales que harán nuestra vida más confortable, y el quinto, que supongo que no sale de su asombro con las propuestas de sus compañeros, dice: “pues yo… pienso que las propuestas de mis colegas son muy buenas, pero lo primero es abrirle puertas y ventanas a la casa, porque sin puertas y ventanas, nada de eso que quieren hacer se puede hacer y al constructor anterior hay que meterlo preso por estafador”.

¡Que bolas! ¿como se le ocurre? ¡que radical! ¡habráse visto!

Yo me pregunto ¿como piensa la señora Machado hacer respetar la propiedad privada cuando en este país el sistema judicial está en manos de jueces corruptos y prevaricadores? ¿Como piensan los señores Capriles y Pérez mejorar la educación cuando la mayoría de nuestros niños y jóvenes están sumidos en la violencia y el hambre? ¿como piensa el señor López mejorar la seguridad cuando sobre nuestros militares y policías pesan serias sospechas de ser los primeros promotores y hasta ejecutores del crimen? ¿Como carajos piensan arreglar cocinas, baños y habitaciones cuando la casa no tiene puertas ni ventanas?

Sí, definitivamente, el señor Arria es un radical, y lo es porque él está señalando la raíz del problema, la que nadie quiere tocar porque eso sería ser radical.