Luz Celeste, dado que no puedo llamarte compatriota, porque la patria que tú quieres no es la misma que la mía, mucho menos te puedo sentir como mi amiga, y tampoco puedo llamarte señora, porque no me consta que lo seas, te doy el único tratamiento que te conozco como cierto: “chavista”.
Verás, he visto tus declaraciones ante las cámaras de televisión, específicamente las de Globovisión. Después de verte y escucharte, no me nació solidaridad alguna, ni sentí pena por ti, realmente lo único que me nació fue un profundo ¡JÓOOOOODETE! Y sí ¿pa’ que negarlo? En un arrebato infantil pensé: “¡bien hecho plátano jecho!”.
Te tumbaron tu negocito… ¡tú medio de vida! Ese con el que mantienes a tu hija, y la mantienes tú solita porque eres madre soltera ¡queeeee vaina chicaaaaaa!
Síp, efectivamente, tal y como lo dices, te ha violado tus derechos, el derecho a la vida, el derecho al trabajo, el derecho a ser feliz, el derecho a tener un hogar digno. Tú, que te cansaste de votar por tu presidente, tú, que pasaste tres días, ¡tres días! en Miraflores, ahora ese mismo presidente, tu presidente, te abandona. Al menos eso dices tú, pero la verdad es que no te abandonó, te habría ido mejor si te hubiera abandonado, la verdad verdaíta, es que te mandó a joder.
Pero mira la vaina Luz Celeste, yo te voy a explicar como funciona la cosa, porque Hugo no te abandonó, es más chica, ni siquiera te mandó a joder, la realidad es que te mandaste a joder tú misma, como Chacumbele pues, aquel que el mismito se mató.
¿Tú sabes porque pasaste tres días en Miraflores? Bueno, tú recuerdas que a tu presidente (jijiji) te lo secuestraron, y tú fuiste a clamar por su retorno, pero ¿recuerdas por qué lo “secuestraron”? ¡Yo te lo recuerdo!
Hugo, tú presidente (jijiji), provocó una crisis en la industria petrolera, y digo que lo provocó porque él mismo dijo que lo hizo. Para provocarla mandó a botar a un montón de gente, les quitó su medio de vida… ¡ups! Ahora que lo pienso, lo mismo que te hace hoy a ti. Les dejó sin trabajo, se negó a pagarles incluso su dinero, el dinero que, trabajando, esa gente había ganado. Los botó de sus casas, feo, con “gas del bueno”, sin mirar si había niños, si eran padres de familia que trabajaban por el sustento de sus hijos… ¡ups! igual que haces tú por tus dos hijos.
Esa gente, Luz Celeste, también tenía años de trabajo invertidos allí, en muchos casos muchos más de los quince que tienes tú. Y un día, por capricho, porque le dió por “provocar una crisis”, esa gente quedó en la calle, sin trabajo, sin dinero, en muchos casos sin casa, si nada, con sus hijos, con su hambre, y nada más.
Después de eso, han seguido muchos, pero muchos venezolanos, que son tan “pueblo” como tú. Algunos por simplemente expresar una opinión política, fueron despedidos de sus trabajos, les negaron contratos, les cercenaron su medio de vida, les negaron créditos, incluso, a algunos les negaron hasta servicios médicos.
En estos años, cientos de familias se han visto desmembradas, separadas, en la Venezuela de hoy, gracias a tu presidente (jijiji) hay abuelos que sienten como los años les doblegan los huesos y les decoloran el pelo, sin poder ver crecer a sus nietos, hay hermanos que sustituyen el abrazo fraterno por un fría llamada de teléfono, hay hijos que han recibido en la distancia la dolorosa noticia de la muerte de sus padres, sin el consuelo de estar allí, apretando una mano, acariciando en los últimos momentos la arrugada frente de quien les dio la vida.
En estos años, Luz Celeste, miles de personas han visto como el trabajo de toda su vida, a veces no solo de su vida, sino de sus padres y hasta sus abuelos, desaparecía con una simple palabra pronunciada con prepotencia desde una pantalla de televisión: ¡exprópiese!
Mira Luz Celeste, tu negocio, ese negocio con el que producías dinero, tú dinero, con sudor, con trabajo, dinero que usabas para mantener a tus hijos, dinero con el que comprabas comida, mejorando la vida del comerciante a quien le comprabas y del que la producía, el dinero con el que comprabas tu ropa, mejorando la vida del comerciante, del textilero, contribuías a la economía del pueblo donde vives, del país entero.
Ahora ese sitio, ese espacio físico donde estaba tu negocio, lo verás vacío, arruinado, porque tú sabes, como lo sé yo, que ahí nunca van a hacer un carajo. Tu pequeño pero productivo negocio, será tierra yerma, que nada produce, que no brinda provecho a nadie, que no contribuye a nada, salvo a servir de decorado a un país cada vez más pobre y desolado.
Ahora tú, Luz Celeste, vas a sentir lo que sienten los petroleros cuando presencian el desmantelamiento progresivo de PDVSA, sentirás lo que siente el dueño de AGROISLEÑA, por decir algo, cuando ve lo que fue la mejor empresa del país en su ramo, convertida en pulpería, sentirás lo que sienten los ganaderos cuando ven sus fincas, otrora prósperas y llenas de ganado, convertido en corral de vacas que más que vacas parecen chivos muertos de hambre.
¿Donde estabas Luz Celeste? Mientras cientos de mies de personas eran despojadas de sus derechos, de esos que hoy clamas para ti, del derecho al trabajo, al la vida, a la propiedad, a la vivienda, mientras cientos de miles de padres perdía el medio de sustento de sus hijos, mientras cientos de miles de venezolanos veían a sus familias desmembrarse… ¿DONDE MIERDA ESTABAS TÚ LUZ CELESTE?
Estabas haciendo colas para mantener en el poder a quien hizo todo eso, eso que hoy, te hace a ti.
Tú, Luz Celeste, te arrodillaste gozosa ante un dios que pedía sacrificios humanos, un Moloch que exigía que le depositaran en su hoguera a los hijos de esos que tú despectivamente y arrugando la nariz con gesto de asco, llamas “escuálidos” ¡Ahí estabas!
¿Que creías Luz Celeste? ¿que a ti no te iba a tocar? ¿pensabas que el Moloch no iba a pedir el sacrificio de tus propios hijos algún día? ¿te imaginabas que por hacer colas por el tirano no te iba a alcanzar su hambre?
Te jodiste tú misma, Luz Celeste, lo que estás obteniendo hoy no es otra cosa que el fruto de trabajo fiel y devoto. No te importó el daño que recibían muchos venezolanos, esos a quien deberías cuidar y querer con celo fraterno. No solo no te importó, lo celebraste.
En fin, muy sentido tu grito por las cámaras de televisión. Tu grito no es el primero, ya van años de injusticia, de atropellos, de violaciones a los derechos, sé que tú has oído esos gritos, pero ponías carita de asco y te limitabas a llamar a ese canal “Globoterror”, descalificabas esos gritos como campañas de desprestigio contra tu “presidente” (jijiji jojojojo jajajaja) y resulta que hoy, la que grita ¡eres tú!
Te lo ganaste a pulso, olvidaste que mal paga el Diablo a quien le sirve, sin embargo, Dios es justo, paga sin falta, y cobra igual. Ahora… ¡JÓOOOODETE! Como se han jodido muchos antes que tú, bajo el aplauso de gente como tú.