A veces mis amigos me piden que no me pronuncie con respecto a algunos eventos futuros, dicen que soy “pavosa”, “gafe” para los hablantes del español de España. Por ejemplo, cuando me viene una amiga y me dice con respecto a un documento oficial: “ya está todo listo, la semana que viene firmo, porque son 5 días hábiles y lo meto el lunes, entonces el viernes estoy firmando”. Entonces le digo que le ponga dos semanas, y no solo una, porque un día irá a meterlo y le dirán que falta el pago de no-sé-qué en el banco, pagará y cuando vuelvan le dirán que ya no es hora, que para mañana, en el tránsito el papel se perderá, le faltará un sello, se enfermará alguno de los indispensables, y entre pitos y flautas, el plazo se duplica.
¿Realmente soy pavosa, gafe y/o nube negra? ¡ni hablar! Lo que pasa es que sé como es el maní y el maní, no se come con concha.
Uno de mis últimos escritos lo llamé: Pues sí, Carolina, es una intromisión, en él explicaba porque las legislaciones laborales son una intromisión inaceptable, no solo lo ilógico que resulta que en una relación de dos decida un tercero, sino porque usualmente este tipo de legislaciones terminan por perjudicar justamente a quien buscan proteger ¡el trabajador!
Quiso Dios que al muy poco tiempo de escribir aquello, la realidad me diera la razón, al sacar nuestro gobierno nacional (lo de gobierno es un decir) una ristra de leyes, entre ella la Ley especial para la dignificación de trabajadoras y trabajadores residenciales, o lo que es lo mismo, conserjes, a los que ya no se les puede decir así, porque parece que el término es un palabro con connotaciones esclavistas.
En fin, que los protegen tanto, pero tanto, tanto, tanto, que han dejado a un buen número de ellos sin chamba, y peor aún, sin techo, esto último bastante grave si tomamos en cuenta como está el patio nacional con el tema de la vivienda.
Ahora los conserjes… ¡perdón! trabajadores residenciales, está mucho más protegidos, si cometieran, por ejemplo, alguna falta que justificara su despido, el empleador ha de conseguir otro empleado que durante durante tres meses haga el trabajo de forma externa, porque durante esos tres meses hay que dejarle al despedido que busque vivienda.
Eso entre muchas otras cosas, que han traído como consecuencia el despido masivo de estos trabajadores. No hay que ser un oráculo para prever que los condominios optarán por la vía de los servicios externos, y se quitan un montón de problemas de encima, amén, entre otras cosas, de los fulanos “pasivos laborales”.
Florecerán las compañías privadas que ofrecerán el servicio de limpieza y mantenimiento, y con ello se perderá la relación humana que usualmente se da en ese tipo de relación laboral. Cierto es que se comenten injusticias, pero no es inventar nuevas leyes lo que soluciona el asunto, sino hacer valer las básicas que ya están.
No se ha legislado, por ejemplo, sobre ese cafecito que no pocas veces invita algún vecino a la… trabajadora residencial, o la comidita o el dulcito que se le baja a modo de atención. Tampoco se ha legislado hasta la fecha sobre la mirada observadora de ese adolescente que se vio nacer y crecer y que el trabajador llega a tener casi como hijo dando lugar al aviso temprano a los padres.
El problema es que estos rojetes en el tema de relaciones humanas son un fracaso, y eso les lleva a no entender que los… trabajadores residenciales forman parte de una extraña y nueva composición familiar en nuestras urbes. Hoy no es raro que sea la con… trabajadora residencial la que reciba al niño al llegar del colegio, o que sea un vecino el que en las mañanas les sirve de transporte al hijo de la… ¡conserje! ¡coño! ¡conserje! Cuando la conserje se enferma, no falta el vecino que le baje aunque sea una sopita, o que corra con ella o sus hijos a algún hospital a la hora de un accidente.
Ahora todo esto se va al carajo, el servicio externo privará como norma, y lo que ha sido impuesto como un mecanismo de protección, terminará por eliminar una relación laboral que ha traspasado el tema del trabajo para convertirse en una institución humana.
Lo cierto es que a pesar de la invitación de mi amiga Carolina a leer a Keynes y otros más sapientes, no creo que pueda encontrar en sus textos una explicación de justicia para este golpe tan bajo que se les ha dado a los conserjes, a los que por su propio bien, se les ha dado un varapalo de dimensiones descomunales.
Muchas veces, muchísimas a lo largo de la historia urbana de Venezuela, han llegado a nuestras ciudades personas que no tienen recursos, pero sí muchas ganas de salir adelante, y en esto fueron pioneros los gallegos y portugueses, luego colombianos, que legaban con lo puesto y buscaban trabajo de conserjes, la mujer hacía el trabajo de limpieza, mientras el hombre buscaba y conseguía otro oficio, mientras tanto contaban con casa para ellos y sus hijos, y un dinerito que les permitía mantenerse.
Siendo yo niña recuerdo un matrimonio portugués, la mujer era impecable en su trabajo, y el hombre tenía su trabajo por fuera. Más de uno de mis juguetes fueron a parar a sus manos, bien porque yo ya no los usaba o por que mi madre salía a comprarle uno específicamente para él. En las navidades siempre se apartaban algunas hallacas para las vecinas más cercanas, y para la conserje, que era nombre común a la mayor parte de las listas de las vecinas. Fue así hasta que el hombre se estabilizó y se puedo llevar a su familia a su propia casa. La mayor parte de los vecinos consideraron aquello como una gran pérdida.
Cierto es que hay vecinos que no son amables, de hecho, son tremendos abusadores, como también es cierto que hay conserjes que son una porquería no solo en trabajo, sino en trato. Pero como dije en otra oportunidad, comemierdas hay en todas partes, eso no tiene nacionalidad, ideología política ni estatus social.
Que con este ejemplo práctico y real, haya quien todavía no entienda que la intervención del estado en las relaciones laborales, más allá de la preservación de los derechos fundamentales del ser humano, son una intromisión inaceptable y profundamente lesiva, es algo que no me cabe en la cabeza.
Que alguien me explique, por caridad, ¿que beneficio se le ha hecho a los conserjes? ¿que ya no se les puede decir conserjes? ¡que maravilla! Ya no se les dará el nombre de conserjes… ni casa, ni relaciones de profundidad con los vecinos.
Yo la verdad que cuando veo estas leyes en beneficio de los trabajadores, recuerdo mi sempieterna duda con los pollos beneficiados, que por mucha vuelta que le doy no termino de verle yo el beneficio de que le retuerzan el pescuezo y le arranquen las plumas.
Pero en fin que hay gente que dice que esto debe ser así, que las leyes para proteger a lo trabajadores están muy bien, que no solo es aceptable, sino deseado. Así que queridos conserjes, a no quejarse que les han beneficiado… ¡como a los pollos!