Opinión

Violar el derecho a la propiedad ¡por el bien común!

El economista Luis Oliveros nos regala un artículo en El Universal, titulado “Tabaquismo: ¿autoritarismo para el beneficio de todos?”. Los expresado en este artículo es especialmente preocupante cuando lo dice un economista. Desconozco la corriente ideológica del señor Oliveros, espero que sea afín al gobierno venezolano, porque si es de oposición, la cosa es más preocupante todavía.

Nos dice el señor Oliveros, y cito textual:

Que seamos escépticos sobre la efectividad de las medidas, que habrá corrupción para librarse de la “molesta” prohibición, o que simplemente la mayoría de los venezolanos optarán como siempre por su fetiche a no pararle a las leyes elementales, son puntos para una discusión posterior, pero lo cierto es que veo motivos de alegría por esta medida, la cual puede ser llamada de autoritaria, pero creo, van en beneficio de la mayoría.

http://www.eluniversal.com/2011/03/21/tabaquismo-autoritarismo-para-el-beneficio-de-todos.shtml

El señor Olivero parece obviar algo que no es para discusión posterior, sino inmediata, y es la violación de un derecho individual fundamental, el derecho de propiedad.

El derecho de propiedad es la base fundamental de cualquier sociedad que pretenda ser mínimamente civilizada, es absolutamente impensable hablar de paz, progreso o producción en una sociedad donde la propiedad sea colectiva y los demás estemos en posición de usar y hasta abusar de la propiedad ajena.

No pienso entrar en el detalle de que la primera propiedad individual que tiene todo ser humano es la de su propio cuerpo, y que en consecuencia sería lógico que se permitiera a cada individuo con funciones sinápticas completas el disponer de su cuerpo como más le provoque.

No lo discuto porque esos son propiedades en cierta forma intangibles, pero me preocupa que el señor Oliveros no mencione si quiera el tema de la propiedad tangible.

El asunto es, yo tengo un local cualquiera, digamos que de restauración, yo he invertido un capital en ese restaurante, pago unos impuestos, vivo de ese negocio, trabajo en él, y con él hago un aporte social a la comunidad por el simple hecho de existir, ya que genero empleo y produzco un servicio requerido para mi entorno.

¿Sería tan amable el señor Olivero en decirme quien es él, Hugo, la ministra, el congreso, la administración plena del estado y hasta la mayoría absoluta del país para decirme que puedo y que no puedo hacer y/o permitir yo en un local de mi única y legítima propiedad?

¿Que molesto a los clientes no fumadores? Pues lo clientes son eso, clientes, y tienen por consecuencia la soberanía del consumidor, yo les hago una oferta, en ellos está la libertad de aceptarla o no aceptarla. Si la mayoría decide no aceptarla, entonces iré a la quiebra, con lo cual he de tomar una de dos decisiones, o cerrar o modificar mi oferta. En todo caso, ahí está mi libertad, en tomar cualquiera de esas dos decisiones.

Vamos a ver, todos hemos padecido alguna vez, por decir lo menos, de una enfermedad contagiosa, que puede ser tan simple como gripe ¿quien duda que la gripe es mala? Y ciertamente, puede hasta matar. Peor aún, en el contagio se producen mutaciones con las que se corre el riesgo que lleguen a tener una tasa de mortalidad muy alta ¿será que prohibimos entrar a los sitios a las personas con gripe? ¡es más! Que ni salgan a la calle, so pena de multa.

A una persona se le limita su derecho a la propiedad, incluso hasta de modo inconstitucional, porque lo dice bien claro, que “se garantiza el uso, goce y disposición de la propiedad” y yo puedo disponer que dentro de mi propiedad ¡se fuma! O por el contrario ¡que no se fuma! O se bebe, o no se bebe, o se está vestido de traje, o informal, o el pelotas… Eso es problema exclusivo mío y de quienes acepten libremente mi oferta ¡de nadie más!

Cuando se irrespeta el derecho a la propiedad se está dinamitando directamente la base de la paz social, no hay paz concebible sin un respeto absoluto a la propiedad. Y debo yo ser muy tonta cuando no veo el beneficio de la mayoría en destruir los fundamentos de la paz social.

Ojalá le lleguen al señor Oliveros estas líneas, en las que pienso manifestar de último mi dogma de vida, que como todo dogma no esta sujeto a discusión, y que si bien no pienso imponerle para que lo adopte como propio, sí que estoy dispuesta a lo que sea por hacerlo respetar para mi:

Todo individuo tiene derechos inalienables. Estos derechos son:

El derecho a la vida.

El derecho a la búsqueda de la felicidad.

El derecho a la propiedad.

Estos derechos tienen una sola limitación, y es el disfrute de estos mismos derechos por parte de otros individuos.

No existe gobierno, autoridad, ni mayoría alguna que pueda, legítimamente, conculcar, suspender o anular estos derechos.