Opinión

Hugo ¡haz lo que te de la gana!

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Mi tía, que se crió por los lados de la ferrominera, me contó que una vez mandaron a un alemán de esos que chorrean “simpatía”, ya saben, esos que ven a los venezolanos como “indios de mierda”.  Bueno, pues el asunto es que trabajaba allí también, como obrero, un negro de los que más que persona parecen pared, pero de muy buen carácter y muy dócil.  Al alemán algo le producía el negro, porque vomitaba su “simpatía” con más frecuencia sobre el negro que sobre ningún otro.  Y el negro, no sé yo si porque realmente necesitaba el trabajo o por qué, le aguantaba al alemán todas sus groserías y humillaciones.

Hasta que no las aguantó más, y siendo que estaba trabajando con un cable de esos gruesos de alta tensión cuando el alemán le soltó uno de sus comentarios, con el mismo cable se volteó y le cruzó la frente, dejándole una linda guirnalda morada como recuerdo.

Me viene esta anécdota a la mente por varios hechos que han estado pasando últimamente.   Hasta hace nada, la actitud de la población en general, era que los pequeños, lloraban y suplicaban, al tipo de “Presidente, por favor, recapacite, no nos quite esto o aquello” y los grandes también doblaban el lomo,  negociando al estilo “Chaz”.

Pero en los últimos días las cosas han cambiado, más que por manejos políticos por hartazgo, la gente, el “pueblo”, nosotros, los de a pata, los venezolanos chambeantes y sufrientes, estamos hasta el moño ¡mamados pues! Así como cuando uno se cansa de discutir con alguien y tras argumentar y razonar por largas horas termina llegando al “¡ay, mira, haz lo que te de la gana!”.

Hace un par de días tuvimos el desagrado de ver a Hugo con un circo montado en TV ¡que papelón! El hombre, teléfono en mano, increpaba al presidente del BBVA, cual guapo ’e barrio, “¡me atiende a esta señora o le compro el banco! ¿que te saque al aire? ¡no! ¡vete a VTV para que te saquen al aire! ¿que el banco no está en venta? ¡te expropio! ¡mira que te expropio! ¡a mi no me hables así!".  Después de ver semejante espectáculo pensé que lo que le falta a Hugo para llamar la atención es vestirse de Drag Queen y declarar en cadena lo que ya hace tiempo muchos sospechamos, que es pato y que cuando ve a ojitos bellos el chiquinai “le ache achí”.

Pero más allá del circo me intrigaron los “tras cámara”.  No me hable así ¿como? ¿como era el “así” con el que hablaba el presidente del BBVA? ¿Será que acaso el buen señor del BBVA no salió corriendo a decirle “sí señor presidente, no se preocupe señor presidente, en seguida veo que pasó ahí señor presidente”? ¿como que el banco no está en venta? ¿como que sáqueme al aire? ¡pa’l carajo! Me huele me huele, que el presidente del BBVA lo que le dijo, en palabras muy decentes y políticamente correctas, fue algo así como: “¿Sabes qué Hugo? ¡haz lo que te de la gana!”.

Yendo más atrás en el tiempo, nos encontramos con un señor, un anciano, ganadero del Sur del Lago, al que Hugo le mandó una de sus chicas, toda loca ella, pistola en cinto, a comunicarle que le iban a expropiar.  Fueron varios días que estuvo el país viendo el asunto, el viejito le dijo que “Chaz”, nada, que si quería la finca que se la pagara, que sí, que las tierras no son de él ¿y? Lo que está arriba sí lo es,  y si lo quieres ¡me lo pagas!

Hugo gritó, chilló, mintió, mandó a sus locas de verde con más pistolitas, y tanques, y fusiles, amedrentando, tratando de dar miedo… y lo único que consiguió fue la respuesta unánime de todo un pueblo: “¡que no te vamos a dar las fincas! ¡esa es nuestra posición! ¿y sabes que? ¡haz lo que te de la gana!”

Esas son cosas que todos hemos podido ver, pero hay otras que no hemos visto todos.  Unos días atrás, casualmente en un sitio que no viene a cuento, un muchacho que se gana la vida con un camioncito, regalo de su padre, tuvo su encuentro cercano con una de las locas verdes de Hugo.  Le pararon en una alcabala y tras pedirle la documentación y ladillarlo un buen rato, le notifican que su camión será incautado.  Al preguntar la razón le dicen que es por “causa de utilidad pública”.  El muchacho, al que conozco personalmente y puedo dar fe que le faltan 3 ó 4 tornillos, ni corto ni perezoso se montó en su camión, y le dijo a los fulanos: “Si me quieren quitar el camión, me van a tener que matar.  Así que le voy a decir lo que va a pasar aquí, yo voy a prender mi camión y voy a arrancar, y si ustedes quieren el camión, disparen y mátenme”.  Tras lo cual hizo lo que ya había dicho que iba a hacer.  De más está decir que no dispararon, porque si no, yo no me entero del cuento.

¡Ah! Y no me puede quedar por fuera el caso de Higuerote, donde tras la orden presidencial de invadir los apartamentos de los “ricos”, los “ricos”, que tienen más pinta de pelabolas que de magnates, agarraron sus peroles y se fueron a cuidar de lo suyo… con un mensaje que a mi me quedó muy claro: “para quitarme esto me van a tener que matar” y creo que a las locas también les quedó claro, porque rapidito fueron a explicarle a los saqueadores que fue que “entendieron mal al presidente, que la cosa no era así”.  Un inolvidable deja vu del Comejobo de Radio Rochela.

Casos que hemos visto por TV, de los que nos hemos enterado por Internet, unos conocidos, otros menos conocidos, grandes y ricos propietarios, otros pobres. ¿Cuantos son los casos que no conocemos? ¡a saber! Lo que sí está claro es que el mensaje es único, a una sola voz, sin necesidad de asambleas, ni de acuerdos previos, el mensaje se ha emitido fuerte y claro: “¿Sabes que, Hugo? ¡haz lo que te de la gana!” y tras ello la velada amenaza: “Yo también voy a hacer lo que me de la gana”.

Y pues nada, que el Atila de Sabaneta, Hugo I, El Felón, ha quedado reducido a una figura casi cómica,  un enano vociferante e iracundo, que amenaza a trote y mocha, para recibir la misma respuesta: “¡NO! Y haz lo que te de la gana, seguirá siendo ¡NO!”

Casi que para poner como himno de guerra la cancioncita aquella pegajosa de “Voçe abusó, de mi cariño, abusó, sacó partido de mi, sacó provecho de mi, abusó”.  Nada, Hugo, que abusaste, que le quisiste meter tanto miedo en el cuerpo a la gente que les diste sobredosis y se te pasaron de vuelta, que como es normal, la gente termina por generar anticuerpos, y de tanto joder y joder, ya a la gente tus amenazas no le dan miedo, que jodiste tanto con el cuento de que eres arrecho, de que tú la tienes más grande que nadie, que el “pueblo mesmo” se cansó, y ahora te dicen que está dispuestos a sacársela para medirla a ver si es verdad que la tienes como dices.

Triste, Hugo nunca ha contado con el respeto de nadie, los que le hacían la corte lo hacían por dinero o intereses propios, pero eran muchos, sobre todo dentro del país, que le tenían miedo.  Hoy, llegados al llegadero, le han perdido también el miedo. ¿Y como hace para gobernar si siempre ha gobernado por medio del miedo? ¡que te expropio! ¡que no te doy dólares! ¡que te echo a mis perros! ¡que te dejo sin comida! ¡que te quito la publicidad!… y la gente terminó por cansarse, a lo mejor por aquello que decía mi abuelita de que “pa’ ser puta y no ganar nada, mejor seguir siendo honrada”.

Aún recordamos a un Mezerhane que se emputeció vendiendo a Ravell… para no ganar nada, recordamos la Hacienda Bolívar, también en el Sur del Lago, emputecida… para no ganar nada.  CEMEX, FRIOSA, PDVSA, se prostituyeron en su momento, por necesidad, por miedo, por lo que fuera, para ahora clamar al cielo por las injusticias que se comenten con ellos.  Los que quedamos podemos ver perfectamente, si no por una cuestión moral, al menos por supervivencia, que es mejor seguir siendo honrados.

Claro, que hay gente que me dice que aquí nunca pasa nada, pero es que las cosas no pasan hasta que pasan, igual que funcionan hasta que se joden y no funcionan más.  A Hugo le funcionó lo del miedo, hasta ahora, que parece que ha dejado de funcionar.

Bueno, siempre le queda lo de vestirse de drag queen y confesar en cadena su amor por el que él mismo bautizó como “ojitos bellos”, la cosa no es que sorprendería, pero al menos nos daría de que hablar un rato. Pilas, no se que en un acto de amor incontenible el pueblo le haga un atuna, que tuna, Túnez, pero él que haga lo que le dé la gana.