Opinión

¡Al fin entiendo a mis diputados!

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¡Aleluya, hermanos! ¡he visto la luz! No se rían, fue una revelación, casi mística, vamos, casi, casi, casi bíblica, porque a mi la revelación me la hizo un pajarito. Claro, que no fue para decirme que estaba encinta siendo virgen, lo cual más que asombro o miedo me hubiera tentado a la hilaridad. Bueno, creo que bordeo muy cerca el tema de las creencias religiosa y eso es feo, pero en todo caso, no me negarán que eso de solucionar un “misterio” por intermediación de un pajarito no tiene su punto. Ok, que no fue el Espíritu Santo, fue Twitter, pero es que los tiempos son otros.

Pues bueno, verán, después de un muy buen tiempo con eso que llaman “bloqueo” para escribir, poco a poco se me fue soltando el tapón, sintiendo que venía el flujo de las ideas, pero viendo los sucesos de estos días, sobre todo con las sesión en el Congreso sobre “Memorias y cuentos” por parte de Hugo, y la reacción de “nuestros” diputados, el flujo se me empezó a represar, amenazando seriamente con desatascarse en algún momento y terminar en inundación. Que ya me veía yo haciendo brazadas para ir del dormitorio al baño, como los australianos.

Es que el tapón, que se me hacía por una cantidad de ramas, piedras y lodos morales que no me permitía entender muy bien nuestra situación actual. Estarán de acuerdo conmigo en que nuestros noveles diputados no contribuían mucho en el asunto.

Vamos a ver, hace ya unos días, los señores diputados de oposición escriben una carta dirigida a Hugo, en su papel (mal actuado por cierto) de presidente de la República. En la carta le dicen de todo, menos bonito, le achacan, con mucho tino, los muertos de la delincuencia, que en mi opinión es ya política de estado, le recuerdan la barbaridad aquella de la comida podrida de PDVAL, donde hay tres presos y la investigación duerme el sueño de los justos, le hablan de la situación de PDVSA, de la inflación, de… en cristiano, que le dicen ladrón, incompetente, asesino, cabrón y para resumir, malandro ¡azote de barrio pues!

Que la carta la vi yo muy acertada, que dicen lo mismo que le hubiera dicho yo, claro, que sin las mentadas de madre con las que hubiera yo decorado todo el asunto. Y hasta ahí todo iba de puta madre, que yo lo veía todo muy bien, pero que muy bien.

Llega el día de la memoria y los cuentos, y veo a los mismos diputados que escribieron una carta tan acertada, recibiendo en su casa, es decir, en el Congreso, al azote de barrio que denuncian en su carta, y eso lo puedo entender, tenían que recibirlo porque no están solos, comparten casa con la familia del malandro. Seguimos, que en este punto la cosa ya no está tan bien, pero se puede entender.

Me decía yo a mi misma: “mi misma, pobrecita esta gente, que mal la deben estar pasando recibiendo en su nueva casa al malviviente”, y en eso estaba, compadeciéndolos de corazón, cuando la historia da un giro inesperado, eso que los escritores llaman un “twist”. Los pobrecitos diputados, no solo se vieron obligados a recibir al malviviente, al asesino, ladrón e incompetente ¡sino que encima le dieron la mano y salvo una, hasta le pelaron los dientes! Y no precisamente para gruñirle.

Y ahí la historia dejó de estar bien, me perdí, fue uno de esos giros de historia donde uno queda que ya no sabe ni quien carajo es el protagonista, cuanto y menos quien es el bueno y quien el malo. No entiendo, me perdonan, pero no entendí un carajo. Aunque lo que me deja asombrada es haber visto a un gran sector de la población, defender el asunto y darle un argumento a la trama, que, honestamente, yo no le veía.

Me sentí entonces como saliendo del cine, cuando uno tiene uno de esos ataques de cultura y se va a ver una película europea, usualmente francesa, donde uno no entiende un carajo, sabe que los demás tampoco entendieron nada, pero todos por no hacer el ridículo lo hacen en demasía diciendo que la película fue excelente y que el guión (que no llegamos a ver, mucho menos a entender) demostraba una gran profundidad humana.

Y como quiera que pese a los esfuerzos de mis pobres padres y de las monjitas yo nunca he tenido gran corrección política ni respeto por la opinión pública, igualito que en las películas francesas, dije que lo que veía y sentía, que la trama es una mierda, que no entendí nada y que si me preguntaban, el guionista ni el director, tampoco tienen repuerca idea de que carajo hicieron.

Vamos a ver, supongamos que vivo en un edificio donde hay graves problemas con un vecino, el tipo se mete en la oficina de condominio, se roba los reales, le abre las puertas del edificio a los jíbaros y violadores de la zona, y pa’ remate, le vende droga a los niñitos, pero el tipo es el presidente del condominio. Yo, con la ayuda de los vecinos, me meto en la junta de condominio, para ponerle un poco de control al asunto, logrando eso tras denunciar a voz en cuello la verdad más pura, que el tipo es un maladro, un choro, y un azote para la comunidad.

Entonces llega el día de la primera asamblea de condominio, y el tipo asiste, claro, tiene que hacerlo, porque es el presidente del asunto, ni modo, pero yo, que estoy puesta ahí para “controlar” al tipo, para pararle los pies, no me limito a soportar su presencia, sino que cuando llega le ofrezco la mano y le pelo el diente ¿que pensarían de eso mis vecinos? Creo que lo lógico, que yo entré para formar parte de la banda, no para defender los bienes de la comunidad ¿o no?

Es que yo no puedo imaginarme a, pongamos Afiuni, dándole la mano a Hugo, y encima, pelándole el diente, no concibo yo tener un trato siquiera amable, no digamos ya amistoso, con quien ha matado, robado y vejado a mis hermanos. De verdad, no lo entiendo, no me cabe en la cabeza.

Y así estaba yo, como Adán el día de las madres, viendo que semejante comportamiento me parecía aún más misterioso que ese que nos cuentan en el catecismos de que Dios es uno, pero son tres.

De pronto en mi incomprensión mortal, sentada frente a mi computadora, abrí el Twitter, y me llegó la revelación en forma de twitt ¡la verdad revelada en 140 caracteres (o menos)!… “hay que ser sensatos y entender que todo es parte del juego político y el juego democrático”

¡ALELUYA, HERMANOS! ¡es un juego! ¡ahí está la clave! Increíble lo estúpidos que podemos ser a veces, tantas veces escucharlos hablar de “el juego político” y “el juego democrático” y nunca, pero nunca, entendí lo que me estaban diciendo ¡ES UN JUEGO! ¡ES DE MENTIRITAS!

Cuando ellos le dicen a Hugo ladrón y azote, no es porque realmente piensen que es un delincuente ¡es jodiendo! Es como cuando un amigo le dice a otro “tú si eres marico”, en realidad no le está diciendo que tiene inclinaciones homosexuales, sino, al contrario, es más bien una frase de afecto, que demuestra lo muy cercanos que son… ¡es un juego!

¡Bravo señores diputados! ¡excelente! Son ustedes unos jugadores maravillosos, sirven para jugar poker ¡yo hasta me creí que la vaina era en serio! ¡jajajajajaja! ¡que bolas las mías! ¡muy bueno! Los felicito.

Pero me permito aguarles un poco el juego, lo siento, pero tengo que decirlo. En Venezuela mueren a diario decenas de personas, muchos de ellos, simples niños, mueren por la delincuencia atroz que se ha convertido en política de estado. En las cárceles hay presos políticos, presos por opinar, algunos incluso por hacer su trabajo. En Venezuela, mientras toneladas de comida se pudren por la corrupción, hay niños que mueren de hambre a diario. El venezolano vive con miedo, angustiado y cada día más cerca de la desesperación.

Lamentablemente, en este “juego”, cuando la gente se muere, se muere y punto, no hay barritas de vida extra ni se puede volver a jugar para mejorar el puntaje.

Cuando suficientes personas se vean atacadas en su propia casa, cuando vean a sus hijos morir de hambre, cuando sientan que todo y todos son enemigos, que ustedes también son enemigos, cuando decidan que la apuesta del “juego” es vivir o morir, entonces…

GAME OVER!!!