Hoy me he levantado a las seis y media, extremadamente raro en mí. Debe de haber sido un descuido. Me he bajado a desayunar al bar, he dibujado una tira cómica y me he sumergido en el maravilloso mundo de las ofertas de empleo. Todavía estoy tiritando.
Después de dos años haciendo y deshaciendo a mi antojo, una etapa termina: la etapa de mis ahorros. Me quedan unos 8.000 pavos, pero prefiero ponerme ya las pilas porque quiero guardar un colchón por si decidiera largarme de nuevo del país. Después de varias horas recorriendo ofertas de empleo, he recordado con nitidez por qué me largué a Alemania hace seis años.
Mi último currículum cumple tres y está escrito en pomposo y rebuscado alemán. En la foto salgo como un galán de cine de principios del siglo pasado, trajeado y en color sepia. Me faltan el bastón y la chistera. En la hoja, diez años de carrera, seis meses en Nantes, nueve leyendo patentes a la luz de un candil y cuatro años en Alemania. Después, dos cursos de PNL. ¿Qué hacer con eso?
Después de dos años de inactividad laboral pero de intensa labor de reconstrucción interior, hay un algo que hierve en mi interior pidiendo acción y guerra. Cuando lo de dentro cambia, lo de fuera también lo hace. No es lo mismo salir al exterior sintiéndome un piltrafilla depresivo que considerándome el rey del mambo, como hago ahora. No sé si lo seré, pues eso depende de cómo cada uno me quiera ver, pero desde luego me lo digo y me lo creo, y no veas cómo cambia la cosa. Una amiga de Chechu le decía “¿El de El Sentido de la Vida? Ese está encantado de conocerse”. Faltaría más, oiga. Aquí el que no esté encantado de conocerse está bien jodido. Ya hablan bastante mal por ahí de uno como para encima hablarse uno mal de sí mismo.
Me he dirigido a Infojobs y me he confeccionado un currículum provisional al que le falta la foto. Eso no me ha impedido echar fichas a seis o siete ofertas diversas, desde comercial variopinto hasta coordinador de saraos con dominio de idiomas, pasando por ingeniero industrial. Me han llamado la atención un par de anuncios de mozo de almacén, que tiene pinta de ser de lo más divertido, todo el día con la transpaleta arriba y abajo y haciendo albaranes. El caso es ir haciendo algo de dinero y pasármelo bien.
De hecho, algo me dice que esta nueva etapa de búsqueda de empleo va a tener su miga. No sé qué me pasa que ando revolucionado, y podría reponer estantes en el Mercadona y pasármelo pipa. Va a ser cierto que la actitud cuenta mucho. El resto son niveles neurológicos bien alineados y una identidad que empieza a estar muy bien engrasada.
Si alguien sabe de algún curro en Valencia que pueda encajar en mi deslabazado perfil, estaré encantado de oír de qué se trata. Invierto matrices y levanto palets. Lo que haga falta.
Lo único que me intriga es cómo vive la gente aquí con esos sueldos. Ni me salen las cuentas ni me encaja lo que veo por la calle. Me pregunto por dónde caerá el castillo de naipes. Vienen, sin duda, tiempos emocionantes.
Sacado de la página Javier Malonda, el mismo autor de la tira que tenemos en la página principal del sitio.