Opinión

¡Camarada Izarra! ¡Felicitaciones!

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El otro día lo vi en televisión, riendo a mandíbula batiente al escuchar hablar de las estadísticas de asesinados en Venezuela, y me dije ¡carajo! ¡aquí hay un revolucionario como pocos!  Lamento que la gente no la haya sabido entender, pero… ¡es la ignorancia, camarada! ¡el lumpen! Lumpen que no ha sabido formarse como nosotros las sabias palabras dejadas por le Padre Lenin, faro de nuestra existencia.  Porque un su infinita sabiduría el camarada Lenin lo decía: “una muerte, es una tragedia humana, un millón de muertes, es sólo una estadística”.

Y vienen esos bolsas ignorantes a hablar de 150 mil muertes, como eso fuera gran cosa ¡son números! ¿es que su ignorancia no les permite ver eso? ¡son números! Simplemente números, los números no duelen, no asquean, no dan miedo, no nada, son simplemente números.

Pero camarada, hay que estar pendientes, porque el fascismo acecha, y ha dado un golpe muy doloroso, es que son una mierdas, la verdad, y el lumpen, confundido e ignorante, se deja impresionar.  El periódico golpista, fascista, impresionista, amarillista, manicurista, se ha rebajado a tanto que en un golpe bajo, ruin y deleznable, le ha puesto cara a los números ¡miserables!

Porque el problema, camarada Izarra, es que un número no dice nada ¿que son 150 mil muertos? ¡nada! ¡un número y nada más! La cosa se complica es cuando uno de esos números decide ponerse cara, o se la ponen, que para el caso es lo mismo.

Y es que es distinto decir uno, dos, tres, hasta llegar a 150 mil, que decir otra cosa, por ejemplo:

Yo soy uno, con mis 14 años me creía adulto, así que tenía novia, una niña igual que yo, en mi morral llevaba unas peloticas de goma, porque con novia y todo, el niño que tenía no se había terminado de ir y aún me gustaba jugar.  Mi novia me pidió unos dulces, y se los fui a comprar, porque yo era un caballerito cortés.  Nunca se los pudo comer, porque me mataron, una bala se llevó mi vida, que aúnera de infancia despertando a la adultez.

Yo soy dos, tenía 12 años, estaba con dos amiguitas cuando pensamos que era buena idea ir a comprar unos pepitos en un puesto de comida cerca de mi casa.  Nos reíamos y contábamos picardía, y en medio de nuestras risas llegaron unos guardias nacionales, estaba tranquila, porque las fuerzas del orden del gobierno son para cuidarnos, pero de pronto empezaron a disparar, y corrimos, muy duro, corrimos, y de pronto me alcanzó una bala de fal, le dije a mi hermana “hermanita, me dieron” esas fueron mis últimas palabras. Me duele mi novia, y mis padres, que no dejan de llorar.

Yo soy tres, tengo un hijo, es mi único hijo, mi hijo tiene un novia, bonita la muchacha ¡y decente! Me gustaba esa niña para mi muchacho.  Un día ella nos visitó, y como me llevo bien con ella le dije que la acompañaba a agarrar la camionetica, porque la cosa está fea.  Le dije a mi hija “ya vengo”… es lo que más lamento, le mentí, la verdad es que voy a volver nunca más, me asesinaron y mi hijo ahora está solito, mi hijo, solito…

Yo soy cuatro, salí de mi trabajo una mañana, besé a mi esposa y le dije que como era viernes y quincena, volvía temprano, para hacer un mercadito, la embarqué, no volví, nunca, porque una bala no me dejó llegar, ella tampoco hizo mercado, porque tuvo que arreglar los asuntos de mi entierro.

Yo soy cinco, soy madre soltera, no tenía trabajo, aunque en las estadísticas del gobierno no cuento como desempleada porque me rebusco vendiendo carros para mantener a mi hija, mi hija cumplía años al día siguiente, esperaba poder vender ese carro, porque si lo hacía tremendo regalo le iba a dar a la niña, pero no pude, estaba enseñando en carro y unos motorizados se pararon a mi lado y me dispararon, estoy muerta.  Mi hija no celebró su cumpleaños, porque en vez de velas y tortas, tuvo que pasarlo a mi lado, en lugar de la torta me le dieron un ataúd, y en lugar de velas, cirios. Mi pobre hija queda solita.

Y así podeos seguir, camarada Izarra, hasta que lleguemos a 150 mil, pero detrás de cada 150 mil, de cada uno de esos números, hay una cara, una historia, una familia, un grito, un “me lo mataron” que desgarra el alma, y por cada uno de esos 150 mil, hay cientos, miles, que se aterrorizan, que temen, que no pueden dejar de pensar que “hoy, no fui yo, pero ¿y mañana?” y eso en el mejor de los casos, porque ¿y si son mis padres? ¿mis hijos? ¿mi esposo o esposa? Y sientes un frío que te sube por los pies hasta que llega a la cabeza, y brota por los ojos en forma de lágrimas que arden y pican, es miedo, es impotencia, es dolor, es una herida… y sobre esa herida, tus risas, tus risas que son sal, y duele tanto, pero tanto que todo el dolor, toda la impotencia, todo el miedo, se transforma, y se convierte en ira, en una ira fría, silente, que solo espera el momento indicado para desbordarse, y acallar esa risa odiosa y miserable.

Pero claro, camarada Izarra, eso lo sienten ellos porque son lumpen, y porque los fascistas se aprovechan de eso, se aprovechan de su ignorancia, oye bien, de su ignorancia, porque ellos nos saben de las sabias palabras del camarada Lenin, que una muerte es un tragedia humana, pero un millón de muertes, es sólo una estadística.

Ellos ignoran de Lenin muchas cosas, era un líder, era un genio, era un hijo de la grandísima puta, un asesino, un tirano, un sádico y tú… bueno, tú sólo eres su seguidor.

En fin, me despido, no te quito más el tiempo, sólo te deseo patria o… heridas leves, y que si por casualidad tú, o uno de los tuyos, mañana son fiambre, recuerdes que sólo son números, y los números, no duelen, hasta risa pueden dar.