Opinión

Hola, Luisa Estela

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Hola Luisa Estela ¿como estás? ¿como te va en tu negocio?
Bueno, espero que esté muy bien, de verdad, y con mucha salud, eso es importante, más que el dinero, la salud, porque la salud te permite hacer dinero. Aunque claro, también ayuda a hacer dinero no tener moral, pero eso es dinero malhabido, y como viene, se va.

Porque la moral, Luisa Estela, es una cosa que hay que cuidar, porque se estira, al menos eso decía mi abuelita, que se empieza por robarse un bolígrafo, y como no te parece tan grave, das un paso más y te robas entonces un dinerito de la caja chica de la oficina, así vas, y cuando te vienes a dar cuenta, estás robando los dineros de todo un pueblo, o peor aún, estás robándole su libertad, ahí ayudando a tiranos a someter, discriminar, abusar, matar…
Bueno, pero esas son cosas de viejas, no merece la pena hablar de ello, que te escribo para otra cosa, porque yo sé que tú, como muchos de tus compañeros de partido, viven metidos aquí de cabeza. Es que les encanta un chisme, y sobre todo, saber si hablan de ustedes, y esos cuentos de abuelita son bien aburridos, por mucha moraleja que tengan, y además, la moral no es vinculante, queda bien, viste, se ve elegante, pero no es vinculante, así que no te voy a entretener más de la cuenta con eso. En realidad lo que quería era echarte un cuento de lo que yo sí sé, que claro, no son leyes, que de eso no sé tanto, lo mio es la historia, y yo por hacer que despejes un poco la mente, que debe ser agobiante estar todo el día metida de cabeza en los escritos de los abogados, las leyes y todo eso, así que para que despejes un rato y te refresques, así de paso, aprendes cosas que de repente y no las sabes.

Para que no te sea tan pesado ni tan lejano a tu mundo, te voy a hablar de un juicio, pero primero, lo primero.
Hace muchos años existió un hombre, en mala hora para el mundo, era un hombre cuya vida había sido de mediocridad, por ser, no era nada, venía de una familia clase media, y quiso ser muchas cosas, sobre todo artista, pero la verdad es que como artista no valía ni medio. Y así fue queriendo ser, y como no podía, se hizo militar.
Como militar tampoco era nada del otro jueves, hasta dio un golpe de estado y lo falló, ya te digo, es que por servir no servía para una carajo. Y fue preso, pero luego salió, y como había algo en lo que si era bueno, se hizo famoso, y ganó muchos, pero muchos adeptos, porque el hombre era un piquito de oro.
Llegó, fíjate tú, a la posición de mando más alta de su país, y desde allí se dedicó a armar a su ejército, tenía milicias que hacían el trabajo sucio, y por supuesto, para poder manejarse dentro de la legalidad, se mandó a hacer montones de leyes a su medida, lo que era una tontería, porque igual hacía lo que le daba la gana, pero aún así, tuvo a su servicio abogados y jueces indignos y serviles.

Y digo que eran indignos porque la verdad es que este hombre fue un asesino, pero no uno cualquiera, este mató millones de personas, a pesar de que otros países apostaban por algo que llamaban “apaciguamiento”, la verdad es que mientras más cuerda le daban para “apaciguarlo”, él más violento y sanguinario se volvía.
En fin, un día algunos se hartaron de él, y de tratar de apaciguarlo, y optaron por darle de carajazos, a ver si con eso si le quitaban el brinco, costo, pero se lo quitaron ¡vaya que sí! No fue fácil, pero al final se le derrotó, incluso, con la inestimable ayuda de un país con el que el pactó.
Bueno, yo sé que esa historia la sabes, porque es bien famosa, pero sabes que la historia tiene detalles, y detalles dentro de los detalles.

El asunto, Luisa Estela, es que después que lo volvieron mierda (perdona el francés, pero es que fue así), vino un juicio, que esta es la parte que te va a gustar, fue un juicio que sentó precedente, jurisprudencia que dirías tú, se conoció como: El Juicio de Nuremberg, y fíjate, lo pongo en mayúsculas, porque, Luisa Estela, eso fue El Juicio, la mamá de todos los juicios pues, con los ojos del mundo puestos ahí.

Pero el tiempo pasa, y la gente olvida cosas, yo no sé si porque el tiempo es cáustico o porque hay cosas que, dado que nunca debieron ocurrir, la gente prefiere olvidar. Todos recordamos a Göering ¡uf! ¡que hombre! No bajó la mirada ni una sola vez, bueno, eso quedó muy cliché, una vez si que la bajó, cuando le mostraron las fotos de los campos de concentración, pero en fin, algo de dignidad tuvo, porque los demás… ¡que asco! Fueron malos, pero encima, al final lo único que hicieron fue lloriquear, aunque no lo creas, las excusas eran puras gilipolleces, que si yo no sabía lo que pasaba, que si me engañaron, que a mi me mandaron, que si es que Hitler tenía un verbo encantador que lo había hechizado, que yo no fui, fue Teté, y… bueno… pero es que hubo hasta uno que dijo que le habían hecho brujería, porque parece ser que Hitler hasta magia obscura practicaba ¡imagínate tú esa vaina!

El asunto es que casi todo el mundo recuerda a los acusados como militares, gente que tomó parte activa en las muertes, los que hicieron ¡pum, pum! pues, pero en realidad eso no fue así.

Lo que se conoce como El Juicio de Nuremberg, en realidad no fue un juicio, sino un grupo de ellos, donde se juzgó a mucha gente, no solo a militares, y muchos de ellos, para recordarle al mundo que la injusticia no puede quedar impune, fueron sentenciados a muerte. Es que los tipos eran un poco extremos.

Y dentro de ese juicios de juicios, hubo uno que tuvo un nombre especialmente gracioso, al menos a mi me parece muy gracioso, y seguro que a ti también te va a causar gracia, ese juicio se llamó “el juicio de los jueces” ¡a que tiene gracia! Ahí se juzgó a esos jueces y abogados que se prestaron para montar todo el aparataje jurídico del Tercer Reich, que supuestamente iba a durar mil años, y supongo que basados en eso es que cometieron tantos crímenes y atropellos, pero la verdad es que apenas duró algo más de diez años.
Pues nada, eso era todo, solo para distraerte un poco, ahora vuelve a tus leyes, a tus papeles, a tu partido, a tu caudillo, yo vuelvo a lo mio recordando a un gran profesor que tuve, que decía que “la historia es un pasado que conviene tener siempre presente”.

Cuídate mucho, y recuerda que aunque todos fijen su atención en el caudillo, hemos los que siempre te tenemos presente en nuestros corazones.