Opinión

Yo estoy jodida

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Hace algunos años mi esposo tuvo una negociación, donde la verdad sea dicha, era un acuerdo para nosotros, como familia, bastante importante… o mejor dicho, vital. En pocas palabras, estábamos a punto de entrar en banca rota, y del acuerdo positivo de esa negociación dependía nuestro futuro, no solo en los negocios, sino como familia incluso. Por supuesto, la contraparte lo sabía, y estaban dispuestos a sacar el mayor provecho de eso, o lo que es lo mismo, tenían toda la intención de desplumarnos. Una razonamiento lógico “este está desesperado, y siendo así le podemos sacar lo que nos dé la gana”.

Fue entones cuando mi esposo, en medio de aquella reunión de estira y encoje de varios días, de “si firmo, no firmo, me tienes que dar más y bla bla bla”, mi esposo tomó los papeles, los metió en una carpeta empujándolos sobre la mesa, y con la mayor calma pronunció las palabras mágicas: “¿Saben que? Que estoy cansado, “esto” -dijo señalando los documentos- lo vamos a arreglar en los tribunales, mientras eso pasa, todo queda trancado, un año, dos, tres, los que hagan falta, porque, yo, me jodo ¡PERO USTEDES SE JODEN CONMIGO!”. Se paró y se fue, sin escuchar la respuesta a su posición.

Recuerdo que me llamó por teléfono, me dijo que viera la forma de arreglar todo en base a que toda posibilidad de negociación había fracasado. Yo me quedé de piedra, le dije que estaba loco (y lo está, como una puta cabra), pero lo acepté como hecho consumado, sin embargo en medio de la conversación me dijo que me llamaba luego, porque los “negociantes” lo estaban yendo a buscar.

La siguiente llamada fue para decirme que olvidara lo anterior, que la negociación se había dado en los términos previstos y favorables para nosotros. Al parecer, la contraparte estaba dispuesta a joderlo, pero no al punto de joderse ellos para joderlo a él, y en consecuencia no estaban dispuestos a tirarse por el barranco solo porque él era un loco de mierda que sí estaba dispuesto a hacerlo.

Les cuento esto no por ganas de airear mi historia familiar, sino porque he visto que la frase que ya casi se ha convertido en mi firma: “¡que se jodan!”, ha causado en algunas personas cierto escozor y una reacción grande. Por supuesto, que son más los que sintiendo piquiña prefieren hablarle a mi culo, perdón, hablarlo a mis espaldas, que de frente y me siento con ánimo de explayarme en el “¡que se jodan!”. Es probable que sea porque soy una tocapelotas y me gusta la polémica.

Lo que hizo mi esposo en la negociación que he contado, se conoce como el modelo halcón-paloma en la teoría del juego, donde cada jugador asume una posición, que puede ser de halcón (agresivo) o paloma (pasivo). Así pues, el juego puede ser:

paloma- paloma (mejor conocido como ganar-ganar)

halcón-paloma (donde halcón gana - paloma pierde)

ó

halcón-halcón (también conocido como aniquilación mutua garantizada)

Este último modelo fue el que mantuvo en equilibrio la relativa “paz” de la que gozamos en el planeta tierra durante la llamada Guerra Fría, los soviéticos apuntaban sus misiles hacia EEUU, y EEUU hacía lo propio con los suyos. Si los useños hubiesen usado sus misiles en algún momento en contra de la URSS, los soviéticos hubieran quedado destruidos, no sin antes llevarse en el pico a la humanidad, y si los soviéticos hubiesen apretado el botón, el resultado hubiera sido idéntico, los useños habrían desaparecido, no sin antes barrer con el planeta casi en su totalidad. En dos platos, ambos tenía idéntica posición: “yo me jodo, pero ¡TÚ, TE JODES CONMIGO!”.

¿Hasta donde estamos dispuestos a negociar con alguien a quien no le importa desaparecer con tal de no perder? ¿hasta donde es sensato mantener esta posición de destrucción-autodestrucción? Eso depende de otra pregunta ¿que es lo que está en juego? Si es cosa banal, definitivamente no merece la pena, es negocio dejar que el otro gane, pero si lo que está en juego es vital, las cosas pueden cambiar mucho.

Vamos entonces a llevar la teoría al plano real, a la Venezuela de hoy, la que nos ocupa. Y claro, hablaré por mi, no por los demás, hablo de como siento y veo yo el panorama.

¿Que es lo que están en juego?

No es tontería, no es una casa, un carro o una empresa, es mucho, pero mucho más, es la libertad, y en consecuencia, la vida misma, lo que está en juego es mi derecho a existir, a ser, a producir, y en resumen, mi vida. La apuesta es grande, la mayor que puede hacer ser humano alguno, me estoy apostando mi propia existencia.

Vamos al otro jugador ¿está ese jugador dispuesto perder para dejarme ganar aunque sea parcialmente? ¿estaría dispuesto a negociar para que perdiendo un poco ganemos ambos? ¡definitivamente no! O al menos a mi no me lo parece.

El contrincante, o enemigo, como prefieran, ya ha tomado posición, él es halcón, y yo tengo que tomar mi propia posición, ser paloma o halcón. Siendo que el enemigo ya ha decidido ser halcón, si yo decido tomar posición paloma, estoy rejodida, me va a volver mierdita. Si decido tomar posición halcón, pueden pasar dos cosas: la primera, que el enemigo recapacite y decida que no está dispuesto a ir tan lejos porque a su juicio lo que está en juego no lo merece, la segunda, que decida seguir con su posición, y en ese caso yo me jodo ¡pero él se jode conmigo!

Él jugó, tomó posición, moví yo, tomé posición y ahora le toca jugar a él. Él sabrá que es lo que le conviene y todas y cada una de las apuestas que haga, las tiene que pagar, exactamente igual que las pago yo.

No se vale en este juego la de “ay, es que yo aposté pero no sabía que iba a perder, es que me engañaron, es que yo pensé…”, no, nada de eso, apuestas, pierdes ¡ahora pagas, pendejo! Que no fui yo quien te mandó a apostar chimbo, así que ¡TE JODES!

Por supuesto, que para tomar esta posición, hay un punto importante, muy importante, el primer paso que debe dar un halcón es preservar su propia existencia, al menos el mayor tiempo posible, para que te de chance de cumplir la amenaza de joder al otro, es decir, el chiste es joder al otro, no joderte tú mismo, porque entonces no podrás cumplir tu apuesta de joder al otro.

Esa es mi posición, mía, personalísima, individual, que por ahora y en el estado del arte, no tengo intención de cambiar, yo pago por ver, yo voy al todo, yo peleo por mi derecho a existir, y voy con todo, porque me estoy jugando todo.

Esto aplica no solo a los chavistas, sino a todo aquel que, por la razón que sea, esté dispuesto a hacer alianza o colusión con ellos para joderme a mi, porque no es ignorancia lo mio, estoy muy, pero que muy consciente que me puedo joder, pero ellos… ¡SE JODEN CONMIGO!