Opinión

Con la mierda hasta el cuello, pero…

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Es impresionante, realmente IM-PRE-SIO-NAN-TE, la oposición venezolana está con la mierda al cuello, y sigue cagando en un estupendo y quizá nunca igualado esfuerzo en ver si logran que nos ahoguemos todos.

Para empezar a ilustrar el tema les voy a contar una anécdota de un grupo liberal, que no voy a decir el nombre porque la intención no es rayarlos, sino dar un poco de luces sobre el asunto.

Este grupo decide un día, de forma muy acertada, que el problema del liberalismo y el libre mercado es que no sube cerro, y se les ocurrió que tenían que “subir cerro” y “predicar la palabra”. Bien, pues he aquí que estos niños ponen manos a la obra, cuando llega una señora, de esas que tienen más hijos que yo pelos en la cabeza, y le hace la pregunta lógica: ¿como soluciona el liberalismo mis problemas? Y la verdad es que estos muchachos, liberales clásicos, que de libro saben mucho pero de realidades muy poco porque ellos saben mucho de mercados pero no de ese donde se mata el hambre el pueblo, le dio una respuesta superlativamente genial a esta señora que se preocupaba por como darles de comer a sus hijos esa noche: “Señora, lo que pasa es que usted no entiende. Léase este libro de Mansuetti para que vea como le va a cambiar la vida”.

Demás estás decir que a él en especial lo “invitaron” a bajar, y los demás se quedaron una ratico, pero no mucho más, porque la masa no quedó pa’ bollos.

La verdad es que si algo puede salvar a este país (o a cualquier otro) de la miseria en la que se hunde cada vez más, eso es la libertad, el liberalismo, el permitir que cada persona crezca y se desarrolle sin fronteras. Pero para eso se necesita que el venezolanito de a pie, el que se para a las 5 de la mañana con la mercancía al hombro entienda que es el capitalismo,e l liberalismo y porque es bueno, y que es el socialismo y porque este lo sepulta en la miseria.

Pero he aquí la parte chistosa, estos gaznápiros, que están junto con el resto del país de mierda hasta el cuello vienen a poner su mojoncito de colaboración, y cuando se está hablando del tema en lenguaje sencillo y llano, que la gente es capaz de entender, salen ellos con su sapiencia infinita a joder el parque, iluminándole la vida al prójimo con abundantes citas bibliográficas que, como decía el muchacho de mi anécdota, “nos van a cambiar la vida”.

Así está uno tranquilo, hablando o escuchando sobre la actitud que debe tener un comprador a la hora de aceptar o rechazar un producto, y llegan ellos con su inmensa jeta a joder el parque quitándole todo interés al asunto dictando una cátedra sobre la soberanía del consumidor según lo explicaba Von Cabezeverguen en su maravilloso libro “La riqueza de los güelefritos en los tiempos de guerra”, y ahí se acabó la cosa, porque corren hasta a las cucarachas.

El otro día me encontré con un señor que me hace los mandados y que tenía tiempo que no veía. Un señor, hay que decirlo, con poca o ninguna educación formal, pero que definitivamente, tonto no es, un hombre de barrio, pobre de solemnidad, pero como muchas ganas de salir adelante.

El asunto es que me lo consigo, y la conversación fue más o menos así:

-¡Caramba, mi don! ¡tiempo sin verlo! Estaba perdido.

-No, es que yo me vengo para acá cuando hay caballos -estábamos frente a un remate de caballos- porque aquí me resuelvo sirviendo la cerveza. Además, hoy es mi cumpleaños -y la celebración se le notaba, por cierto.

-¡Ah! Pues lo felicito, por el cumpleaños y por buscar los reales.

-Claro que sí, mire, es que eso de que si el gobierno y la oposición, eso es pendejera, porque si uno no se rebusca nadie va a venir a darle. A mi me puede venir el presidente y me dice que quiere que yo trabaje para él, bueno, yo le digo “yo cobro tanto” y si me viene con que la constitución, no, no, no, yo no tengo nada que ver con eso, tú necesitas de yo (sic) y yo cobro eso, tanto, porque eres tú el que me está buscando, yo no te vine a buscar a ti.

En fin, le di la razón, porque la tenía, hice un comentario genérico aliñado con humor sobre el capitalismo, y me despedí de él no sin antes recordarle que yo lo iba a necesitar en poco tiempo. Que por cierto, ese señor a mi me cobra dependiendo de la urgencia que me vea y no del trabajo a realizar, que ya lo tengo pillado.

Ahora, la verdad, sinceramente, digan ustedes ¿será que hice mal? ¿será que no tenía que darle la razón sino una clase sobre las leyes de oferta/demanda? ¿será que era el momento en que yo debí asumir mi pose de catedrático inglés y hablarle de Hayek, Smith, y todos los tercios relacionados con el asunto? ¿será que era ese el momento de recomendarle un libro que “le cambiaría la vida”?

Pero si eso fuera todo, otros no tan académicos, insisten en una vía socialista, como si no se hubiera demostrado CON HECHOS que el socialismo, en todas sus variantes, solo es capaz de generar miseria do quiera que va. Y luego los otros, que por conservar parcelitas de poder no lavan ni prestan la batea, sirviendo de horcón para que Hugo guinde sus chinchorros con comodidad.

En resumen, que unos porque son demasiado “finos” como para bajarse al nivel del perraje, otros porque son incapaces de deslastrarse de las creencias de años sin atreverse siquiera a echarles una segunda mirada y otros más porque no quieren soltar lo que sea dicho de paso, no tienen ya, pareciera que se han conjurado a efectos de mantener el país en la ignorancia y la miseria más atroz.

Y así nos va.

Yo tengo claro que el enemigo es poderoso, pero creo también que es derrotable, sin embargo, estoy clara en algo, si esa derrota se logra algún día, y tengo fe que así sea, será no gracias a la oposición, sino a pesar de ella. Y no hablo solo de los líderes.