Yo la quiero, compadre, la amo, como nunca en mi vida había amado a ninguna otra. Sí, yo tengo mi pasado, no le voy a mentir, pero eran cosas de conveniencia, usted sabe como es, por pasar el rato, y recibir un poquito de aquello.
Pero con ella… con ella fue distinto, fue amor a primera vista. El camarada me la presentó ¡que bonita! Es que fue verla y se me aflojaron las patas, y me dije a mi mismo: “mi mismo, ¡es ella! ¡esa es la propia para pasar el resto de la vida!”, es que era cosa de verla y las manos me sudaban, el corazón me palpitaba, y es que nada más oyendo hablar de ella, hasta el rabo “me achía achí”.
Me metí en eso, decidí ofrendarle mi vida si era preciso, ella me decía palabras de amor en la patica ’e la oreja mientras yo le juraba quebrarme el espinazo por ella.
Y mira que me lo dijeron, que ella no me quería, que era pura paja, que esa lo que venía era chulearme y después de verme limpio y arruinado, me iba a dejar botado, pero yo no les creí, la defendí con pasión. Pensé que era pura envidia, que lo hacía solo porque envidiaban nuestro amor y felicidad. Y se los dije, que eran unas basuras, que merecían hasta la muerte solo por atreverse a hablar de ella de esa forma, ella, tan decente, tan pura, tan desinteresada, tan piadosa.
¡Ahora esto! ¡que dolor, compadre! Porque imagínese, no es solo el dolor de la traición, sino encima el chaleco, porque ¡coño! ¿usted tiene idea de como me siento cuando me echan en cara aquellas palabras y acciones de defensa a ella?
Y lo peor es que la muy zorra no deja de montarme cachos, porque si hubiera sido una vez, bueno, yo la amo tanto que estaba dispuesto a perdonarla, pero no, ella sigue, todos los días me hace una vaina nueva, La última fue que me pidió real pa’l mercado, la muy arrastrada se fue al mercado, compró puro pichache y se embolsilló los reales. ¡Coño! Es que sí no es por los vecinos que no aguantaron la hedentina de la pudrición yo ni cuenta me doy, así de enamorado estoy que ni los malos olores siento ¿todo pa’ que? ¡para vaciarme la cartera!
Y ahora el chaleco, que eso es lo que más duele, porque a cada rato me sacan en cara las montadas de cacho, todas, cada montada de cacho me la restriegan en la cara, que si la comida, que si se baila los reales, que sí se fue con este, que si se fue con aquel, que le tomaron fotos abierta de patas en la plaza ¡que cagada, compadre! Todos los días da de que hablar.
No es ni discreta la desgraciada, entonces ya no es la chapa de los vecinos del barrio, no, sino que ahora la vaina es en televisión, y hasta en a prensa internacional, porque es que es tan puta que todo el mundo se ha dedicado a hablar de ella y sus puterías. ¡Es que ya ni viendo televisión puedo pasar el rato! Porque hasta en televisión por cable, en las noticias de otros países salen a recordarme que ella es una zorra. Hasta esos que me alababan por haberme empatado con ella que se veía tan decente.
¿Y a mi que me queda? ¡defenderla! Porque después de todo lo que dije e hice por ella, no me queda pa’onde correr, a mi lo que me toca es negar mi papel de cabrón y seguir defendiéndola. Cada vez que me restriegan en la cara lo que ella hace, lo que me toca es hacerme el que no me importa, reírme e insultarlos ¿que más?
Esto se lo digo a usted compadre, y a los camaradas más cercanos, usted sabe como es la cosa, entre nosotros podemos reconocer la vaina, que la revolución es una mierda, pero eso es pisando la calle y gritando:
¡VIVA CHÁVEZ, CARAJO! ¡ARRIBA LA REVOLUCIÓN BONITA!