Recientemente se ha puesto de moda el asunto este de la violencia familiar, por el asesinato de la señora Valero, los comentarios son patéticos, por decir lo menos y les voy a decir porque.
Resulta que de la señora han dicho cosas como “¿y por que sencillamente no lo dejó?”. Si ustedes trataran con esas mujeres, con cualquiera, de cualquier estrato social, escucharía siempre las mismas excusas, los mismos argumentos “es el padre de mis hijos y no quiero que crezcan sin su padre”, “si lo dejo de que vivo”, “yo no tengo quien me mantenga”, etcétera.
La idea de enfrentarse a la vida solas, sencillamente es impensable, aterradora, aún cuando la lógica dice que vivir sin un mal marido es mucho más fácil que con él.
El asunto es que preguntan eso, y acto seguido, sin rubor alguno, sin que siquiera se les mueva una pestaña, sueltan la perla de “yo sé que esta oposición es una mierda, pero es la única que hay”. En pocas palabras, yo sé que mi marido me pega, me monta cuernos y me roba los reales, pero no lo puedo dejar porque es mi marido. ¿Dejarlo? ¡impensable!
La idea de que lo que no sirve simplemente se bota, porque lejos de ayudar estorba, no es algo que les parezca siquiera razonable.
No se dan cuenta que mientras estén con los malos maridos, tienen menos posibilidades de crear algo por sí mismos, y por supuesto, remota queda la posibilidad de tener realmente un buen marido.
Pero aquí viene la otra parte ¿que es un buen marido? ¡ah!, no es uno que te tome en cuenta como persona, que sea tu compañero y no tu padre-tutor, no es ese que te acompaña y apoya en tus luchas, no, el buen marido es el que manda, el que sabe poner mano dura, el problema es que usualmente el marido de mano dura, termina con la mano dura en el ojo de otro, preferiblemente la pareja.
Por eso jamás elegirán a un político que hable de trabajo y esfuerzo, sino de uno que prometa usar todo el poder de represión del gobierno para “meter en vereda” a los abusadores, de donde sale otro problema ¿quien es un abusador?
Eso es fácil, para el pescadero el abusador es el carnicero, para el carnicero el panadero, para el panadero el lechero y para de contar. Algo es claro, el abusador nunca, pero jamás, “soy yo”, los abusadores son siempre “los otros”.
Y pongo por ejemplo el caso del pescadero, al mismo nivel, un gran ganadero, contra un gran pescador. La frase es “pero es que si el pescado solo hay que sacarlo del agua y ya”. ¿En serio?. Vamos a ver, el pescado, me imagino, sale solo del mar se mete en una cava y se traslada solo a la pescadería.
Un ganadero tiene una finca, el pescador un barco, el barco se puede hundir, la finca, no, salvo circunstancias muy especiales. Un ganadero se para, ciertamente, a las 4 de la mañana, o antes, pero no es menos cierto que a la 3 de la tarde, como mucho, está en su casa, mientras que el pescador se mete en su barco, se aleja de su familia y no sabe cuando vuelve… si vuelve.
En resumen, un pescador que cobra por su trabajo, que es peligroso, que es ingrato, que es duro, no tiene derecho a cobrar por eso, porque eso lo convierte en “un abusador”, pero pregunten a cualquier pescador para que vean que, a él, le parece que ¡abuso nada!, que más bien gana poco, abusador es el ganadero, porque el no tiene que pasar días fuera de su casa exponiendo el pescuezo para buscar una vaca, ni tiene que pagarle a un médico abordo para la tripulación, porque como te dé un beri beri en altamar a ver quien carajo te lleva al hospital. Tampoco tiene que pagar el billete que significa mantener el barco, ni las reparaciones que son de varios miles, ni… ¡el abusador es el ganadero!
El ganadero, por su parte, argumenta que el tiene que pagar peones, veterinario, vacunas, tractores y demás, así que ¡el abusador es el pescador!
Otros abusadores son los buhoneros ¿como es posible que como no hay azúcar vendan el kilo en 10 Bs? ¡un abuso! Yo quiero mi azúcar a 2 Bs. Claro, que el buhonero me dirá que si la quiero a 3 que me pare a las 3 de mañana como hace él y me vaya al mercado a comprarla por saco, que me ponga toda una tarde palita en mano a rellenar bolsitas y así tengo mis bolsitas de azúcar a 2 Bs.
Según yo, el abusador es el buhonero, según él, soy yo.
Un médico, dime tú, mayor abuso, que por ponerte una inyección te cobren ese platal, claro, que el médico me dirá que para saber que inyección era la que yo necesitaba, el se tuvo que mamar una catajarra de años en una universidad, y que la inyección, la clínica, la camilla, los guantes, la enfermera, el aire acondicionado y todo lo que usó para atenderme, cuesta dinero.
El médico es un abusador, pero él dice que más abusadora soy yo que pretendo que el viva del aire.
Y como hay tantos abusadores en este mundo, se necesita de un hombre fuerte, un macho que meta a los abusadores en cintura, el problema viene cuando resulta que, según otros, abusadores somos todos y aún cuando nos alegra que le pongan un ojo morado al pescador, al ganadero, al doctor, y al buhonero, no nos parecerá tan simpático cuando el ojo morado sea el nuestro.
Pero sigan con el marido que tienen, porque “es el único que hay”, aunque les pegue, les monte cuernos y les chulee el dinero. Cuando el marido los mate, entonces ya será tarde.
Cuando le das todo el poder a alguien para que te proteja de un abusador, lo más probable es que termine abusando de ti.