Un niña en un barrio cualquiera de Venezuela, tiene un vida atroz, realmente miserable. Usualmente tiene una familia disfuncional, su madre vive con otra pareja que no es su padre, tiene varios medios hermanos, y vive en un rancho, hacinada y sin expectativas de futuro.
Entonces un día nota que su cuerpo cambia, sus pechos crecen, sus piernas se tornean, la cadera toma forma, la cintura se estrecha, y cree que Dios le ha dado la solución perfecta para salir de la miseria en la que vive, lo que tiene es que conseguirse un macho que la saque de ahí.
Entonces conoce a un hombre, no mira si es o no conveniente para ella, puede saberle los defectos, a lo mejor es un borracho, es mujeriego, o el jíbaro del barrio, pero ella no mira eso porque lo importante es salir de allí, salir de la miseria, del rancho, del hacinamiento. Así que decide atrapar a ese hombre con la técnica de “la barriga” Puede que se vaya con el hombre o puede que no, el asunto es que lejos de mejorar su calidad de vida, la ha empobrecido aún más, y si antes tenía mala situación, con un hijo la lleva peor.
Sin embargo, sigue repitiendo el ciclo, el hombre la maltrata, y finalmente la relación se acaba, y empieza ella a repetir el ciclo, buscar un hombre que la saque de ahí, y nuevamente no mira que tipo de hombre, sino que elige a cualquiera, que con vicios incluidos a ella le parece adecuado para salir de la miseria. Entra simplemente en una espiral destructiva, su vida es cada vez de inferior calidad y así lleva su degeneración de vida hasta la muerte. Claro que todo esto pasa un poco influido por las ñoñeras de las telenovelas, que hacen ver los amores sufridos como una virtud digna de ser vivida.
La sociedad venezolana critica esto, sabe que este comportamiento es en gran parte la causa de nuestros problemas. Sin embargo, como sociedad, a nivel político es lo que hacemos diariamente, y es degeneración ésta que nació con la democracia.
En el año 58 Venezuela estaba bajo el yugo de un dictador, podemos decir que un padre excesivamente severo, que mantenía a Venezuela en buenas condiciones de vida, pero a un costo que a Venezuela, como toda adolescente, pensaba que era demasiado alto, el costo era la libertad. Así que empezó a buscar un macho que la sacara de allí… y lo consiguió.
Desde entonces, Venezuela ha caminado por la vida de macho en macho, llenándose de muchachos a los que no puede mantener, en condiciones cada vez más miserable, viendo como su casa es cada día un rancho más pobre y deteriorado, cada vez con menos comodidades, y curiosamente, a pesar de lo malo de la experiencia, sigue persiguiendo machos que la saquen de ahí, que le mejoren la vida, que la “representen”.
Así llega cada elección, Venezuela sabe que el hombre no es bueno, le conoce los vicios, sabe que es borracho, corrupto, ladrón, braguetero, irresponsable, pero aún así le abre las piernas, argumentando que si bien ese hombre es malo, no es tan malo como el que tiene en ese momento y confía en que “en el camino se enderezan las cargas”, claro está que no se enderezan sino que se tuercen más.
Si la niña que está en el cerro entendiera que salir de la pobreza no está en manos de ningún macho, que de hecho, solo está en sus manos, es muy probable que lograra salir de su miseria, si estudiara, consiguiera un trabajo que le permitiera tener los ingresos suficientes para pagarse aunque fuera una habitación en alquiler, poco a poco saldría de su pobreza.
Con el tiempo, ya que ella se mantiene sola, podría elegir a un buen hombre, uno que de verdad valdría la pena, ya estando fuera del barrio conocería a otras personas, al subir de nivel se rodearía de hombres que también han luchado por salir de abajo, y es muy probable que pudiera formar una familia estable y con futuro.
Mucho se dice que a Hugo se le debe que el venezolano se haya convertido en un ente políticamente activo y preocupado, eso es totalmente falso, el venezolano no es políticamente activo, y menos aún es preocupado, el venezolano de hoy en día sencillamente habla de política, piensa en política, lo que no quiere decir para nada que actúa políticamente responsable, ni mucho menos.
Está por ejemplo el tema de los ninis, despreciados por unos y otros, incluso por los políticos, que son los primeros en echarles basura encima. Pero es que un nini es esa mujer que se niega a abrirse de piernas con el primer macho que le pase por delante, un nini sabe que el marido de turno le da mala vida, pero también sabe, o al menos intuye, que ese otro que la merodea no es la solución, que en realidad lo que quiere es “vivirle la parte". Por esa razón no les gustan a los políticos, porque saben que les dificulta el trabajo de emputecer al país, y es despreciado por sus hermanos porque lo ven como un impedimento para que el macho “la saque de ahí”.
Lo cierto es que no hay macho que nos saque de la miseria, solo cuando seamos responsables, INDIVIDUALMENTE responsables, cuando aprendamos a tomar decisiones por nosotros mismos, pensando en lo mejor y no en lo menos malo, entonces podemos decir que somos políticamente maduros y responsables.
Tan parecida es la situación, que al igual que estas mujeres-niñas cuando conocen al hombre no cuestionan nada, ni a donde vamos a vivir, ni con que dinero nos vamos a mantener, ni nada de eso, los venezolanos a la hora de votar no preguntamos por planes de gobierno. Aquí se lanzan candidatos que son aplaudidos y alabados, y ni ellos se molestan en decir cuales son sus planes de gobierno, ni nosotros los preguntamos, los que nos interesa es “salir de aquí”, sin saber como ni para donde vamos.
El problema de Venezuela es que tras 50 años de manoseo, de barrigas empobrecedoras, la tez se ha marchitado, el cuerpo se ha puesto fofo y deformado, y cada vez es menos apetecible para cualquiera.
¿Que si hay solución? Si, la hay. Para empezar hay que dejar de culpar a los demás y tomar la responsabilidad individual de las acciones políticas que se toman. No vale el “pero eso es lo que le gusta al pueblo”, porque cada uno de nosotros es pueblo, y en esa frase lo que decimos es “es que eso es lo que a mi me gusta”, cosa que no es cierta, al menos en mi caso, no hablo por los demás.
Si la oposición venezolana fuera realmente madura y consciente políticamente, hace años que se hubiera hecho una marcha, una concentración, lo que sea, pero no en contra de Hugo, sino para exigierle al liderazgo que actúe con decencia. Igual que se va a las diferentes instituciones del estado a dejar papelitos con peticiones, se tiene que ir a los sitios donde se reúna la mal llamada unidad, a exigir, a pedir, a ordenar, porque los cierto es que ese liderazgo, más que ninguno, se debe a nosotros, y sin nos, no son un carajo.
Al igual que la niña de la que he hablado no puede decir que a ella la han empobrecido los demás, nosotros no podemos decir que lo que pasa no es nuestra culpa, es nuestra, de nadie más. La niña pudo tomar otro camino y no lo hizo, nosotros, lamentablemente, tampoco.