Cuentos

UNO

Anoche, cerca de la hora de dormir, me senté en mi silla a descansar un rato, pasé el día sintiéndome muy extraña, como mareada o algo así, no sé. El asunto es que me senté un rato a descansar y como el mareo me empeoraba de a ratos, cerré mis ojos. De pronto tuve la sensación de caer, saben, ese vacío que da en el estómago cuando baja por una pendiente a toda velocidad o se ve al objeto de los amores recién estrenado… ¡uf! ¡Que de terror! ¡que moridera tan fea! Ni me atrevía a abrir los ojos, porque me dije, ¡c0ñ0! Si me van a encontrar con la pata tiesa, al menos que sea con los ojos cerraditos, porque abiertos es de lo más creepy, y una cosa es morirse y otra morirse sin glamour. Cuando vi que al fin no me moría y pasó un poco la cosa, me fui a la cama, ya todos dormían en casa y dormí como un ángelito.

Pues bien, en la mañana me senté como todos los días a revisar las noticias y las bolseras de ND, pero por alguna razón ND me devolvía un mensaje diciendo que la página no existía ¡ya está! ¡hackearon esta vaina!, El Universal tenía noticias de los más raras, que si se había logrado una inédita producción en el rubro alimentos al finalizar el año 2009, que si Venezuela estaba siendo analizada en distintos foros mundiales por su éxito en materia educativa, que si el gobierno estaba analizando la posibilidad de rebajar los impuestos como forma de paliar el superávit fiscal… ¡carajo! ¡me hackearon el periódico también! ¡Es cierto! me dije, el gobierno se está dando durísimo en contra de Internet.

Cuando el café estuvo listo, que lo había montado antes de sentarme, me lo serví bien preocupada, y me di cuenta que no tenía cigarros ¡mala cosa! Me jode mucho salir tan temprano y más si mis primeras noticias son malas, pero ni modo, el vicio me puede y salí a comprar al kioskito del frente…

Y ahí si me dio el beriberi, no encontraba explicación a lo que veían mis ojos ¡me morí! Me dije, eso fue lo que pasó, anoche pasé el páramo en escarpines y mi alma está vagando… en toda mi vida no había visto jamás mi calle tan limpia, y… y… no era solo limpia, era algo más que no lograba identificar, era… ¿prosperidad?

A punto me encontraba de recoger mi mandíbula del piso, a donde había ido a parar, cuando me llegó el segundo susto… un viejito que vive por mi casa, que murió hace unos meses por falta de atención médica, me saludó muy risueño y se acercó a mi ¡guillo! ¡muertos no Papá Dios, muertos no que eso si me da grima!

No me di cuenta que lo decía en voz alta hasta que el viejito, ya no risueño, sino literalmente doblado de la risa se dirigió a mi. -¡Que muertos ni que nada, mija! ¡aquí no hay ningún muerto! -¡Ay mi don, es que.. es que… -mi cabeza iba a toda revolución, sin entender un carajo ¿me había muerto? ¿estaba soñando? ¿me cayó mal el arrocito chino de anoche? ¡yo sí le noté una vaina rara a esa lumpia! Pero nada de lo que pasaba por mi cabeza parecía tener lógica. -Es que… ¡no pasa nada! ¡has sido bendecida!, bueno, es una forma de decirlo, fuiste elegida para pasar a un universo paralelo, vamos caminando no sea que quien eres tú en este universo salga y te vea, entonces vamos a tener dos locas y no una sola.

Me tomó del brazo mientras caminaba por la calle, hasta llegar a la avenida principal, mientras mis ojos no podía dejar de maravillarse. En algún momento empecé a creerle, a lo mejor porque no entendía nada de lo que me decía, algo sobre no sé que cosa de un pliegue en el universo, y que no sé que más de una falla espacio temporal, que si un agujero negro y un gusano… cosas por el estilo, que en algún momento pensé que lo del agujero negro sería un símil de que yo me sentía como el culo, pero parece que no, que no era a eso que se refería.

En dos platos, que pasé a otro universo, un universo paralelo, y que a saber porqué a mi me habían elegido para ver y narrar (si yo quería, que eso me lo dejaron muy claro) lo que allí viera.

Me llevó a la Universidad Central… bueno, al menos eso parecía, después me dijeron que sí, que efectivamente era. Y unos señores en un laboratorio, en la facultad de física, me completaron el cuento, que no echo porque de lo que dijeron no entendí ni la décima parte, aunque por no quedar mal ponía cara de comprensión y soltaba frases al estilo de “que interesante”, “obviamente”, “como no nos dimos cuenta antes” y por el estilo.

En fin que tengo un trabajo, me han dado un apartamento muy bonito, y transporte hacia donde yo quiera, y acceso sin restricción a donde cualquier dependencia oficial (que adelanto que son pocas).

Mi nombre es Ernestina Eulalia Mogollones Montiel, reportando desde los Estados Confederados de Venezuela.

Lo primero que hice fue revisar la larga lista de contactos que me habían dado. En la lista figuraban todo tipo de profesionales que estaban en el “Proyecto Espejo”, que así se llama el experimento científico que me ha traído hasta aquí, con sus teléfonos y direcciones había físicos, químicos, gerentes, políticos, historiadores, sociólogos y más. En total unas 80 personas.

Me pareció que antes que nada necesitaba saber que había pasado para poder entender que estaba pasando, así que llamé en primer lugar a un periodista de investigación que figuraba en la lista. El licenciado Juan Antonio Rodríguez fue muy cordial y en cuanto le dije mi nombre y lo que quería se mostró muy entusiasmado. Me citó en su casa, una casa pequeña pero muy bonita en una urbanización con mucha vegetación. Me ofreció café y nos sentamos en el jardín trasero mientras la tarde nos regalaba su viento fresco.

Hasta que llegué al punto, le pregunté directamente lo que quería saber: -¿En que momento nuestros mundos, esta Venezuela y mi Venezuela tomaron rumbos distintos? Me miró a los ojos directamente y me contestó sin dudar:

-El 13 de abril de 2002.

Me quedé esperando más, pero no me dijo nada, simplemente se acomodó en su sillón. Algo me dijo que mi tarea no era fácil, el no estaba dispuesto a darme la información, esperaba que yo la sacara, que buscara, que preguntara. Se lo dije y solo me sonrió y me preguntó si quería un dulcito. Bueno, a esas cosas nunca se les dice que no. Me quedé pensando ¿que puedo ser distinto aquel día? ¿que pudo pasar tan fuerte que cambiara el rumbo de la historia de una manera tan drástica?

Cuando volvió seguí con mis preguntas:

-¿Logró consolidarse aquel gobierno? -¿Tú crees que lo hizo? - me replicó mientras volvía a sentarse. -No lo sé – le dije- no me parece probable que aquello pudiera terminar bien. -Efectivamente, creo que muchos pensaron igual que tú ahora. -¿Entonces que pasó? -Los canales de televisión se convirtieron ese día en hervideros, ferias de negocio, solo que la mercancía era el país. En los estudios se repartían contratos y cargos, mientras la parte del pueblo leal a Chávez descargaba su furia en la calle.

Se compraban perdones, hombres del nuevo gobierno pasaban de un lado al otro negociando salidas, recuerdo a uno que caminaba de una lado al otro del estudio mientras que teléfono en mano le decía a su intelocutor que por 3 millones de dólares podía lograr que se quedara en el país sin sufrir consecuencias por lo hecho. Otros dos hablaban de la suerte que habían tenido y de como eso solo les había costado unos pocos muertos. Eran evidentes los negocios entre gobierno y oposición, negocios donde la moneda de cambio era el pueblo. Otro decía que había que controlar la información, que era mejor que no se dijera nada de cuanto pasaba en la calle, que el pueblo ya había hecho su labor y ellos ya podía tomar el control. Había de todo, empresarios conocidos, muchos políticos, militares y hasta curas. La mayoría de oposición, pero también muchos del gobierno, al final, todos traidores.

-¿Estuviste allí? - dije mientras pensaba en lo asqueroso de todo lo que oía, me lo imaginaba, pero no pensé que podía ser así de crudo.

-No, la verdad es que lo vi como lo vio todo el país. Todos nos quedamos impactados, de pronto la programación normal se interrumpió para dar paso a lo que pasaba en los estudios, los pactos, los negocios, la componendas. Parecía una obra de mal gusto, pero en poco tiempo los mensajes de celular cruzaban de un lado a otro, Internet se convirtió en un hervidero. La gente sentía miedo y asco, veían como los frutos de la lucha de los días y años pasados eran devorados por intereses personales e ilegítimos, les estaba robando, así de simple. Del estupor pasamos al asco, y del asco a la furia ciega. De pronto empezaron focos aislados, unos salieron a la calle hacia los canales de televisión, otros fueron a los cuarteles a gritar consignas, los más sin saber a donde ir, pero incapaces de mantenerse en sus casas, salieron al frente de sus hogares a descargar la furia en gritos, consignas y violencia, quemaban basura, cauchos, y hasta ropa vieja que sacaban de sus casas. Recuerdo que yo salí aquí al frente, estaba solo un vecino pegando gritos, nos decía que saliéramos, salí a calmarlos, pero al verlo sentí que lo único que podía hacer era sumarme a él, aunque nos llamaran locos, al cabo de una hora estaba casi toda la urbanización. Pasó lo mismo en la urbanización vecina, cuando llegaron los militares nos metimos en nuestras casas, perdieron mucho tiempo apartando todo para pasar, pero apenas los perdimos de vista volvimos a salir.

Un amigo me contó que él vio a dos jóvenes marchado, él no sabía a donde, pero a leguas se veía que iban a luchar, así que se fue tras ellos, empezaron a hablar, iban a un canal ¿a que? A pedir explicaciones, como si eso sirviera para algo, pero aún así él fue, el también quería verle la cara a los traidores, y preguntales lo que se preguntaba todo el país ¿por qué?. Al caminar 2 cuadras ya eran una veintena de hombres y mujeres, traicionados, adoloridos y furiosos. Escenas como la mía, la de mi amigo, se repitieron cientos de miles de veces en toda la ciudad, en todo el país.

-¿Quien dio la orden de que salieran las imágenes? -Nadie. Lo hizo un camarógrafo, sencillamente prendió la cámara, no pensó en su trabajo, sino que sencillamente iba a hacer algo, lo único que estaba en su mano hacer. Se llama Raúl Prado, hoy tiene un pequeña compañía que hace documentales y cortos cinematográficos, le va bien. -¿Así que todo lo cambió sencillamente la acción de una persona? -Se podría decir que sí, pero fueron muchas las personas que decidieron hacer solo una cosa.

Rabia visto a Juan bostezar varias veces, y entre una cosa y otra ya era bien tarde, así que me despedí y le dije que sí podíamos seguir al día siguiente. Su esposa, con la que me presentó como una colega del extranjero, me invitó a quedarme, pero realmente tenía muchas cosas que pensar, así que dije que no. Al despedirnos me preguntó si me gustaría hablar con Prado, y por supuesto, que yo encantada, lo hablaríamos mejor al día siguiente.

Les cuento que la conocida Panamericana, está muy cambiada, mucha luz, y los carriles han sido ampliados, como novedad, hay un peaje a la salida de Caracas.

Sigue…