Opinión

Viene la revolución (y esta es de verdad)

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Hace muchos años, siglos, milenios, hubo una revolución. El hombre aprendió a sembrar, dejó de depender de lo que la naturaleza le daba para procurarse el mismo su alimento.

Esta no fué la primera revolución, pero sí una de las más importantes de la humanidad. Esto permitió que se pudieran formar familias estables, se amplió el concepto de propiedad privada, el trabajo se empezó a ver de otra forma y las rentabilidades se podían hacer más o menos previsibles.

Estos cambios, sin duda, habrán generado miedo en aquellos hombres primitivos, algunos por ese mismo temor se resistieron al cambio, otros más arriesgados apostaron por esa revolución, y al ser precursores, sacaron obviamente mejores beneficios al establecerse antes que otros.

Es lo bueno del que llega primero. El poder lo tenía entonces el que tenía más y mejores tierras, y eso se mantuvo muchos siglos. Llegó entonces otra revolución, la revolución industrial. Nuevamente las familias cambiaron, porque en realidad es lo primero que cambia. Ya no eran grandes familias donde el viejo patriarca dominaba a todos los miembros, sino que los campesinos empezaron a migrar a las ciudades con su familia más inmediata, su mujer e hijos, ya no dependían de la tierra, sino de las máquinas. Unos pocos se resistieron al cambio, y se quedaron en los campos, mientras que los más osados decidieron irse a la aventura de las grandes ciudades, a inventar, construir, hacer.

El poder estaba entonces en el dinero, con dinero se podían comprar más y mejores máquinas, para producir aún más dinero. El conocimiento para operar esas máquinas también fue muy importante. Los rezagados, los que se quedaron, al final se incorporaron pero con mucha dificultad, y aún hoy creo que nadie puede decir que la vida del campo es precisamente buena. Han pasado los años, muchos años, y hoy nos enfrentamos a una nueva revolución. Igual que siempre, hay miedo. Las familias están cambiando, ya no es aquella de “papa, mamá, hijos”, es una familia muy amplia, donde pueden existir 2 suegras, mas de 4 abuelos, o una sola mamá o papá.

En realidad las combinaciones son casi que infinitas. ¿Que otros cambios hay? Bueno, uno muy importante es el de la comunicación, ya no dependemos de un empresario de la comunicación ni de sus máquinas para saber, es más, no solo no dependemos de ellos, sino que los papeles se han invertido, hoy los medios depende del ciudadano común para conocer la noticia.

Un abuso policial, o militar, que antes podía fácilmente esconderse, es mucho más difícil de ocultar hoy, donde cualquier ciudadano tiene una cámara en el bolsillo. Son miles de millones de “reporteros” que caminan por las calles, que ven, escuchan, sienten… hace 50 años eso hubiera sido el sueño de cualquier director de prensa. Pero esos reporteros no tienen un director que los censure, ni un patrón que les pague por pasar la información, no se deben a nadie, ni tienen “línea editorial”. Si la revolución industrial fue el comienzo de la masificación, hoy vemos la desmasificación.

El individuo es más importante que nunca. Puede hacer cosas que no se podía ni soñar hace años, y cada vez, más cosas. Antes, el poder de la información estaba en las manos de los medios de comunicación que muchas veces por no decir siempre eran dominados por los gobiernos, eso ha cambiado. La información está hoy en manos de los individuos.

Por supuesto, cada una de estas revoluciones traía consigo cambios en la política, así se pasó de las tribus al feudalismo, de esta a la democracia, y ahora pasamos a… ¿? No lo sé, está por verse, pero lo cierto es que será una forma muy distinta de hacer política. La clase política, como es lógico, no desea el cambio, se resiste a la revolución, quiere que todo permanezca como está, pero esto no es posible.

Las cosas cambiaron, y cambiaron para siempre. ¿Hacer política? Si, claro, pero como vengo diciendo desde hace años, para ganar hoy en la política, hay que reinventarse totalmente, ofrecer lo que no se ha ofrecido antes, decir lo que no se ha dicho antes, entender que la política de hoy se mueve en un mundo distinto, tan multipolar como habitantes existan. Lo cierto es que si vemos las niveles de abstención en Venezuela desde 1958, nos damos cuenta que esta ha ido en un aumento progresivo, mientras que en 1958 la abstención total fue de poco más de 6%, hoy una abstención de 25% se considera como una “excelente participación”, habiendo llegado algunas veces hasta más del 40%. Abstención en Venezuela 1958-2006

Las causas parecen evidentes, a pesar de la ilusión puesta en la política y la democracia, esta no parece ser suficiente para solventar los problemas de las personas. Es más, no solo no parece arreglarlos, sino que parecen y mucho, que los agrava.

El empobrecimiento de la población y las sucesivas restricciones de libertades parecen ser el norte de la política, apoyados en una democracia que hace muchos años que ya no es tal en ninguna parte.

Pero ¿que es lo que quiere la gente? Fácil, en cuanto a lo que quieren que le den, son pocas cosas y bastante básicas, quieren poder trabajar en paz, con seguridad, sin que los roben, sin que los maten. En pocas palabras, quieren un entorno económico favorable y quieren seguridad personal para desarrollar ese mismo trabajo y disfrutar de sus frutos. Un persona que puede trabajar y producir buen dinero, bien puede costearse con la mayor libertad la educación de sus hijos, un seguro médico si lo desea, una vivienda, y todo lo que demás. Luego, quedaría para las personas realmente necesitadas servicios básicos que deben serles subvencionados si no están en condiciones de procurárselas a sí mismos.

Se ve simple. Pero no lo es, y no lo es por una razón, hacer algo tan simple significaría un estado mucho más pequeño, y por consecuencia, mucho menos poderoso. Entonces ¿como puede un político aspirar al poder con la intención de deshacerse de ese poder? Los liberales conocemos esto como la paradoja del liberal.

Definitivamente, no es fácil. Sin embargo, es, a mi juicio, la única forma de hacer que la política pueda realmente estar al servicio ciudadano.

El asunto es que hasta ahora los políticos no logran conectar con la mayoría, el asunto es que el sistema actual muere de mengua. Como en toda revolución, algunos audaces darán el salto y tomarán las mejores posiciones, los demás irán a la cola o quizá simplemente mueran.

El mercado está allí, solo hay que conquistarlo, me parece insólito que no quieran hacerlo, más allá de los que aman y lo que odian a Hugo, hay al menos un tercio de los votantes que votaría si logran conectar con una idea realmente buena y novedosa, pero nada, nadie sale, nadie lo hace, siempre la misma propuesta boba. ¿Será que me lanzo a candidata? (es un chiste pa’ relajar la tensión) Lo que sí es cierto es que la revolución se fermenta, que en cualquier momento explota, y nadie podrá pararla.