Opinión

Libertad

En todas las luchas, pacificas o no, que se han dado a lo largo de la historia de la humanidad, los participantes, tenían claro un objetivo, el que fuera, pero había un objetivo, los nacionalistas españoles luchaban por la unidad de España, los nazis por la supremacía de una raza, los hindúes de Ghandi por la independencia de su pueblo, los negros norteamericanos por la igualdad de derechos, todos, todos tenía un objetivo, para bien o para mal, lo tenían.

Hoy, en Venezuela, hay dos bandos, que no entraré en detalles de la superioridad numérica de ninguno de los dos, pero los hay, uno, lucha por algo que llama el socialismo del siglo XXI, y que visto desde aquí se asemeja muchísimo al comunismo de toda la vida, y los otros pelean por… ¿por qué?, ¡ah sí!, por la democracia.

¿Y que es la democracia?, podemos irnos a libros de texto que nos hablan de los griegos, o podemos hablar de la democracia moderna, del derecho al voto, pero al final de cuentas serán conversaciones académicas que poco o nada interesan al ciudadano común, para el venezolano de a pie, la palabra democracia solo lo retrotrae a una época nefasta de la historia, donde la corrupción, la desigualdad, el hambre y la miseria campeaba por campos y ciudades, mientras unos pocos se llenaban los bolsillos a expensas del dinero de todos, que como todos sabemos y nos demuestra la historia, lo que es de todos termina por no ser de nadie.

¿Cómo convencer a un ciudadano de luchar contra algo si no está convencido de sus beneficios?, ¿el estado de derecho?, el estado de derecho en este país no existe ahora, como no existió antes, si ahora hay presos políticos, antes no eran pocos los que terminaban en la morgue o la cárcel por el simple hecho de estar en el sitio equivocado en el momento impropio.

Para la mayoría, la democracia es solo un cúmulo de vicios, solo tenemos que remitirnos a las hemerotecas para ver los muertos injustamente, los ajusticiados por cuerpos policiales corruptos y corrompedores de la ciudadanía, robos impunes al dinero público, personas que morían ante la carencia de atención médica o recursos propios, niños sin estudios por escuelas carentes de todo, incluidos docentes de calidad, empleos mal pagados, pobreza, crisis, un país que progresivamente a lo largo de 40 años se fue degradando.

Es lógico que con los años, y al no ponerle reparo a la situación, esta se haya agravado con el tiempo, escomo tener un catarro y no prestarle atención, sin cuidados y abusando del organismo, eso termina en pulmonía, fijo.

Salir de Chávez no es un argumento por si mismo, al menos no si no existe un argumento por el cual cambiarlo, y ese argumento no puede ser lo que había, porque dentro de su ignorancia, el pueblo en general no es tonto, y sabe o al menos intuye, que lo que había es precisamente lo que nos trae a los que hay.

Instintivamente el ciudadano común se rehúsa a luchar inútilmente, y sabe que solo salir de Chávez, es eso, una lucha inútil, que solo le llevará en el mediano o quizá hasta corto plazo a estar exactamente en la misma situación, entonces, ¿para qué luchar?, nadie en su sano juicio se limpia los dientes antes de comer, eso es inútil, se lavan después, porque sabes que vas a comer, y los vas a ensuciar, así que después de comer los limpias.

Entonces, ante todo necesitamos no un líder, se necesita una idea, un motivo, las ideas son inmortales, una idea no se puede apresar, no puede morir, no tiene fronteras ni límites, la idea se sustenta a sí misma. El líder es otra cosa, el líder necesita de la idea para tener el liderazgo, y el líder es mortal, es apresable, es extrañable, la idea no, la idea puede vivir sin el líder, no así el líder sin la idea.

Es necesario que propongamos una idea, una idea que sea manejable por el ciudadano común, que le toque lo que realmente le interesa, que le motive y esa idea no puede ser otra cosa que la libertad, pero para llegar allí, hay que decirle como y porque la libertad es buena para él.

Al ciudadano lo que le interesa es vivir bien, alimentarse bien, estar cómodo, tener acceso a atención médica preferiblemente de calidad, estudios garantizados para sus hijos, seguridad personal, poder trabajar sin temor a ser asaltado o peor, ser asesinado, que sus hijos puedan salir, estudiar y divertirse sin el temor de no volver a verles, ¡esas son las preocupaciones de la ciudadanía!, al venezolano de a pie le importa un cuerno el imperialismo yanqui o la dictadura cubana, lo único que le importa, es vivir, y vivir bien.

Esto sólo es posible en libertad, y eso hay que decirlo, eso hay que explicarlo.

Vivimos ahora una carencia de alimentos, es que ya no se trata de tener dinero (que el gobierno actual se encargo de sacar a la calle en cantidad) o no tenerlo, ahora se trata de que con dinero o sin el, sencillamente no tenemos acceso a muchos producto básicos, no hay azúcar, no hay sardinas ni enlatadas y frescas, no hay huevos, no hay leche, no hay pollo, y en vías de desaparecer la carne vacuna, ¿Qué comeremos? Y lo que más nos preocupa, ¿Qué le daremos de comer a nuestros hijos?

Darle respuesta a estas preguntas es urgente, pero hacer algo para que no suceda nunca mas, es muy importante. ¿Cómo llegamos hasta aquí?

Llegamos por ignorantes, pero algo debemos aprender de esta cruda lección, los distintos gobernantes que hemos tenido, han apelado al controles de mercado porque en el fondo nosotros mismos se lo hemos pedido, a cada control de precios aplaudíamos con entusiasmos, diciendo “que se vea que aquí si hay gobierno”, el problema es que no nos dimos cuenta que nos íbamos convirtiendo paulatinamente en esclavos de nuestro propio gobierno, hoy, en Venezuela, hay un gobierno que tiene un pueblo, y no como debería ser, un pueblo que tiene un gobierno.

La tan cacareada Ley de Tierras y la lucha contra el latifundio, solo consiguió crear pánico en los grandes y medianos productores, y no se consiguió ni una justa distribución de las tierras, ni se incentivó la labor del pequeño agricultor o ganadero, por el contrario, empresas grandes y rentables, fueron desmembrados para ser convertidos en pequeños conucos, por supuesto, este pequeño conuquero tiene unos costos de producción más altos que los de un gran agricultor, sin embargo, tanto al pequeño como al grande se le imponen un límite de precio, que está la más de las veces muy por debajo del costo.

Es sencillamente imposible, no se puede vender más barato de lo que compra, porque no hay ganancia, y si no hay ganancia, el productor no puede vivir.

Así, llega el momento en que nadie produce, y simplemente no hay mercancía que vender, ni a precios regulados ni a ningún otro.

Pero los políticos de caviar, esos que no saben hacer otra cosa que hablar de cosas que ni se entienden en la televisión y en fiestas lujosas, no se molestan en explicar estas cosas, no sé sí porque al final no las saben y hablan lo que hablan para tapar su ignorancia, o porque algún interés tienen en que no seamos libres.

Solo en la medida que seamos capaces por nosotros mismos reproducir bienes y servicios de calidad y a un buen costo, que seamos productivos, que generemos dinero para poder costearnos una buena atención médica, una buena educación para nuestros hijos, viviendas dignas, en esa medida seremos libres, libres de elegir, no tengo porque conformarme con la casa que me dé el estado, podré comprarme la casa que quiero, donde la quiero y como la quiero, que mis hijos tengan la educación que deseo, comprar y producir como yo lo decida y sin restricciones.

Los venezolanos no queremos que nos den una vida mejor, para empezar, no aspiramos a ello porque está comprobado que el estado es incapaz de hacerlo, pero aspiramos a que nos den la libertad suficiente para lograr por nosotros mismos una vida mejor.

El pueblo venezolano está allí, atento y esperando solo a que alguien le diga como lograr lo que quiere, ¡ser libre!