Opinión

Rumbo a la Idiocracia.

Es increíble la cantidad de clichés con que nos hacen crecer, pero hay uno muy interesante, las personas inteligentes son buenas y bien aceptadas por la sociedad, ¿en serio?.

Quizá en el hogar eso sea cierto, pero no lo es fuera, en el hogar porque es como ese perro gigante y de “raza potencialmente peligrosa” que tenemos en casa, lo tenemos desde que es cachorro, nos hemos acostumbrado a el, a sus grandes patas, a sus colmillos gruesos, a sus juegos bruscos, pero para alguien que lo ve sin conocerlo, es definitivamente una amenaza.

Al llegar al colegio el niño inteligente será indudablemente atacado, es “el nerd”, el “cerebrito” del salón, blanco de burlas de la “manada”, porque los menos inteligentes tienden a moverse por manadas, el mejor deportista, el más gracioso, y los más bonitos, andarán siempre en grupos, y atacarán al unísono al mas inteligente, no hay maldad propiamente en esto, lo hacen por miedo, la manada de mueve por estereotipos, sus creencias no son sólidas pues no provienen del pensamiento propio, de una secuencia lógica, sino que son valores adquiridos ya procesados, el bien y el mal no viene de un análisis propio, sino sencillamente porque alguien o algo les dijo que es bueno y que es malo.

El inteligente tiene valores propios, sacados como conclusión de sus propias ideas, como consecuencia es capaz de argumentar, y por lo tanto es una amenaza para aquellos valores pre establecidos que son la base ideológica de la manada.

En consecuencia la manada tratará de anular al inteligente.

De allí que la inteligencia sea proclamada como un valor, pero al mismo tiempo sea castigada, los mejores sueldos no son para los mas inteligentes, no sé de ningún científico que tenga un sueldo equiparable al de un deportista famoso.

A lo largo de la historia, los llamados “genios” han sido seres solitarios, aunque de verdad no sé si es que se autoexcluyen de la sociedad, o sencillamente esta los excluye.

Pero con los años, esta situación se ha agravado, dando pié a que la manada elija como líder al menos peligroso, que por decantación es también el más incapaz, así vemos líderes mundiales a los que poco les falta para ser absolutamente imbéciles

No voy a entrar en detalles sobre que los líderes mundiales de hoy, sean personajes de la talla intelectual de George Bush, Evo Morales, José Luis Rodríguez Zapatero o Hugo Chávez, pero me voy al caso concreto de Venezuela, porque le conozco.

En los meses previos a las elecciones, los venezolanos sí tuvimos un menú de opciones presidenciales, y en ese menú había desde historiadores, pasando por abogados y empresarios exitosos, hasta un militar golpista y con un desempeño deficiente en el cargo de presidente, y una por una las opciones fueron descartadas casi con rabia, hasta llegar a solo dos, la decantación se hizo hasta llegar hasta los mas idiotas, los menos capaces intelectualmente hablando, podíamos incluso disculpar la falta de carisma, pero la presencia de inteligencia, ¡jamás!, instintivamente se eligió a los que eran percibidos como menos peligrosos para la manada.

Como es lógico, un líder incapaz genera gente incapaz, y a su vez estos incapaces elegirán a los que no sean percibidos como riesgo, es decir, a los más incapaces, haciendo así una espiral descendente, que nos lleva rumbo a la idiocracia, en la que en mi opinión particular ya estamos.

Una sociedad que se emboba por el consumo de “la baba de caracol, que si hace que el caracol regenere su concha, por lógica regenera la piel, que digo yo, como a los científicos no se les ha ocurrido que el batido de lagartija hace que crezcan los miembros mutilados a los humanos, sería un gran avance, o un producto que hace adelgazar por su acción efervescente, ¿Por qué no adelgaza la sal de frutas, que también es efervescente?, ¡y la gente se lo traga!, ¡y los compra!, ¡insólito!.

Si creen eso, al punto de gastarse dinero, ¿por qué no creer que los bombillos tengan complicados sistema de vigilancia para ser espiados por el gobierno?.

Y definitivamente, una sociedad que compra baba de caracol, que toma remedios que por su acción efervescente disuelve la grasa, que cree que los bombillos pueden tener en su interior sistemas espías, ¿nos puede llevar a otra cosa que no sea a una idiocracia?, definitivamente no, y definitivamente, no merece, dado que no lo busca, otra cosa distinta a su propia destrucción.